Muy pocas veces en el rostro de Chris Froome se dibuja una sonrisa. Su vida no ha sido fácil y le ha tocado superar enfermedades, ataques de sus rivales, insultos de los aficionados a su paso por las carreteras y la muerte de su mamá, quizá la mayor razón para no reír.
En Medellín no fue así. Siempre amable con la gente, caluroso con los aficionados que le expresaban su cariño pese a la reserva del Sky, su equipo. Sonrió, sonrió mucho, más de la cuenta, dicen quienes tuvieron el “privilegio”, como ellos mismos lo aseguran, de compartir con él durante los 22 días que estuvo en Antioquia.
“Si no fuera la figura que es pasaría como uno más de nosotros”, se le escuchó a un periodista mientras lo veía llegar a su hotel en el Oriente después de entrenar. Es que su humildad impresiona. “No parece que fuera cuatro veces campeón del Tour de Francia”, comentó Alberto García, quien se hospedó en el mismo lugar donde el keniata blanco instaló su campamento en altura.
Y es que pese a ser la figura que es, Christopher Clive Froome no intimida. A quienes se le acercan con pena y respeto los recibe con una sonrisa, como la vez que entrenó con Juan Fernando Ríos Rojas y Marlon Londoño, dos jóvenes que el pasado 29 de enero vieron recompensada su espera a las afueras de la concentración del equipo cuando el mismo Froome los invitó a rodar con ellos por la autopista Medellín-Bogotá.
“Froome me preguntó que cómo me llamaba y cuántos años tenía; también hablé con Jonathan Castroviejo y me dio muchos consejos que me van a servir para mi carrera profesional”, dijo Juan Ríos, de 15 años.
O cuando, de casualidad, entrenando en una vía hacia Sonsón, se encontró al personaje que pedaleaba en chanclas. “Fue un encuentro fortuito, el equipo iba entrenando y el chico no le perdía el paso, a Froome le pareció muy curioso y le dijo a Karol (Torres), su acompañante, que lo grabara, fue muy receptivo, lo saludó y como siempre le mostró el pulgar arriba”, contó Norbey Mariaca, subintendente de la Policía, quien escoltó a Froome en su estadía en el país.
Norbey, junto a tres uniformados más, fue el encargado del anillo de seguridad del ciclista británico, a quien considera un hombre de la gente.
“Es una persona muy humana, con nosotros fue bastante sociable, es una persona que incluso respeta mucho la autoridad y no solo la nuestra, sino la de su equipo”, comentó el agente.
Aunque le gustaba caminar entre el público que quería saludarlo, el subintendente aseguró que también buscaba sus momentos de privacidad, especialmente cuando hablaba por videollamada con su esposa Michelle Cound, Kilian, su primer hijo, y Katie, de seis meses, a quien contemplaba amorosamente a través de la pantalla.
“En esos casos le gustaba que lo rodeáramos para que no lo molestaran, era un momento muy íntimo”, comentó Mariaca. Pero también hubo un episodio en el que, por poco, Froome sufre un accidente por no tener la precaución necesaria. En el encuentro con Mariana Pajón y un grupo de niños bicicrosistas en la pista que lleva el nombre de la bicampeona olímpica, un camarógrafo casi lo golpea en la cabeza en medio de una romería que buscaba un autógrafo o una foto con el ciclista.
“Se asustaba un poco pero no dejaba de ser amable con la gente”, señaló el policía.
Solo una vez pasó por descortés cuando le regalaron un dulce típico y no se lo quiso comer. Es que, cuenta Germán Medina, entrenador de BMX designado por la Federación para acompañar al Team Sky en su estadía en Colombia, que no comió ningún plato típico de la región, pues el equipo tiene un chef y seguía una dieta rigurosa que incluía frutas, verduras y carnes blancas. Eso sí, “le encantaron los jugos de lulo y remolacha”, comentó Mariaca.
“Durante los entrenamientos se detenían en tiendas y sus compañeros comían algo pero él no. Siempre iba al carro a comer lo que el chef le preparaba”, contó Medina. Además era el primero en llegar al restaurante y el último que se iba. “Era el espacio para compartir con sus compañeros y retroalimentarse sobre lo hecho durante el día”.
Luego, sin falta, hablaba con su familia, se despedía y se iba a descansar a su habitación para prepararse para otro día de aventuras entre trochas y carreteras destapadas sobre la bicicleta, la que lo ha hecho la figura que hoy representa.