Tal vez Egan Bernal anhelaba ver plasmada su firma en periódicos y revistas, escucharse en radio o salir en televisión dando a conocer los hechos que suceden en el diario vivir. Ese sueño como periodista aún no lo cumple y, al contrario, terminó siendo el protagonista de la noticia.
Flor Marina Gómez, su mamá, indica que son tantas las condiciones que la sorprenden de su hijo que al lado de Germán, su esposo, siempre estuvieron de acuerdo con el camino que emprendiera el joven. “Sí, lo aconsejamos y apoyamos, pero nunca interferimos en sus decisiones”, coinciden los padres, a quienes les cambió la vida gracias al ascenso vertiginoso del hombre que viene causando admiración mundial.
La imagen de Egan comienza a ser prioridad en los grandes medios, no por sus virtudes de intelectual, sino porque con sus piernas escribe páginas doradas en la historia del ciclismo colombiano.
Apenas tiene 22 años y es considerado, por muchos, la nueva estrella de este deporte. “Lo es, sus resultados lo respaldan”, expresa el mánager italiano Gianni Savio.
Pero antes de ello, Bernal, quien en el año pasado fue contratado por una de las escuadras más poderosas del mundo, el Ineos, en la que se encuentran Chris Froome y los colombianos Sebastián Henao e Iván Sosa, tuvo un dilema: continuar sumando kilómetros en bicicleta y esperar la oportunidad de dar un salto de calidad en un equipo importante de ruta, luego de obtener dos medallas -plata y bronce- en Mundiales de ciclomontañismo, o seguir firme con sus estudios de Comunicación Social-Periodismo que adelantaba en la Universidad de La Sabana, en el municipio de Chía.
“Es tan inteligente que su alto promedio en los Icfes le permitieron recibir un apoyo económico para entrar a esta universidad”, recuerda Pablo Mazuera, amigo, sicólogo, promotor, guía, entre otras cosas más, de Egan, quien encontró en la Fundación Mezuena, que dirige Pablo, la catapulta para lanzarse al estrellato.
A la U en bicicleta
El formador del deportista recuerda que Bernal iba a la universidad en bicicleta. Allí se bañaba y se cambiaba para entrar a clases. Luego volvía a pedalear, otros 20 kilómetros, de regreso a Zipaquirá, donde vive con sus papás.
“Le encanta el estudio y ama el ciclismo, pero le quedaba muy pesado hacer las dos cosas a la vez a ese alto nivel. Puso esas prioridades en una balanza, y prefirió perseguir sus sueños en la cicla, como lo venía haciendo desde niño, y dejar aplazada la carrera universitaria”, recuerda Mazuera, al agregar que nunca se imaginó a Egan haciendo notas de farándula, sino como un columnista o editorialista de prestigio en páginas de opinión de un diario grande.
“Es que le gusta investigar anota su amigo-, debatir, le interesa toda clase de temas y se defiende bien al tratarlos”.
María Inés Díaz, directora de estudiantes de la Facultad de Comunicación de La Sabana, asegura que Egan Arley siempre se mostró como un estudiante esforzado, disciplinado, sencillo, colaborador, que dio lo mejor.
“De hecho, le iba muy bien en las materias. Estudió todo el año 2015. Una vez nos fuimos para una convivencia en la localidad de Silvania. Aunque parecía tímido es todo lo contrario. Estuvo abierto, fue la sensación al tomar la palabra para compartir su experiencia en el deporte y darles consejos de superación a los demás compañeros. Aquí aún se recuerda”, afirma Díaz.
Sigue alimentando su mente
Pese al desgaste que conlleva las carreras de ciclismo, a los largos viajes y otros compromisos, Egan sabe aprovechar el poco tiempo libre que le queda. Para él, leer es una necesidad. “Leo unos cuatro libros al año, me gusta la literatura y me encantan las novelas del escritor John Katzenbach”, dice Bernal, quien a la vez domina el idioma italiano y se defiende con el inglés.
“Admiro todo lo que hace, sus actos son bellísimos”, comenta doña Flor, luego de unos segundos de meditación buscando las palabras ideales para definir a su hijo.
“Responsable, perseverante, le gusta hacer todo bien, no las cosas a medias, por eso se inclinó por el ciclismo, tiene claras sus metas. Servir es otra de sus bondades, en un gran regalo que me dio la vida”, comenta la mujer.
Es joven y su nombre ya resuena en el mundo. “La educación fue la mejor herencia que recibí de mis padres. No nací multimillonario, sé de dónde vengo, por eso tengo presente que la humildad tiene que primar más allá de un gran resultado”, dice este colombiano que brilla en los medios de comunicación, no como periodista, sino como figura del ciclismo. Este domingo, sino pasa algo anormal, se convertirá en el tercer ciclista más joven en conquistar el Tour de Francia. Aplausos para este héroe que escribe páginas de gloria a punta de pedalazos.