¿Predica igual de bien que como jugaba?
“El Señor es el que siempre lleva la batuta, practiqué bien el fútbol, pero el que define es Dios, yo solo estoy a disposición de él para llevar la buena noticia de su amor y él hace el resto”.
¿Sigue pendiente del fútbol internacional y local?
“Muy poco, porque el trajín que tengo es intenso pero bonito. Hago retiros los fines de semana que es cuando más se juega en todos lados. Pero viendo un poquito me llevo una idea de lo que es el fútbol internacional y estoy pendiente de lo que pasa en Colombia con nuestro querido Atlético Nacional”.
¿Qué jugador de hoy se parece a usted?
“Nunca me he puesto a pensar en eso. Gracias a Dios siempre miré jugadores que juegan bonito, pero siempre tuve un estilo propio. Cada cual tiene una característica distinta”.
Dicen que Nacional no ha vuelto a tener a un zurdo de su calidad...
“Cómo que no, estuvo Pedro Sarmiento que también jugó conmigo (risas). Nadie pegaba como él en la pierna izquierda (risas). Es una broma, pero creo que hay volantes de creación excelentes que pisan el área y tienen mucha técnica”.
¿Quién le puso a usted el Poeta de la Zurda?
“Por ahí me contaron que fue un comentarista uruguayo, son apodos que le ponen a uno, pero yo me quedo con el zurdo César o el zurdo Cueto”.
¿Qué extraña de su época de jugador?
“No, ya pasó y se disfrutó. Lo que pienso es que gracias a Dios la viví intensamente, con mucho cariño y amor. En Colombia la pasé muy bien en Nacional, también estuve en el América, en el Cúcuta y Pereira. Pero la raíz profunda la tuve con Nacional, porque estuve más años allí. Disfruté y crecí en mi carrera. Sobre todo, agradezco haber jugado en una institución como esta en la que me tocó compartir con muchos jóvenes con calidad, convivir con ellos y verlos crecer. Además, pasan los años y me alegra verlos triunfar también como entrenadores. En Medellín la gente fue extraordinaria conmigo y mi familia, y los recordamos con mucho cariño”.
En ese kínder de Zubeldía usted jugó con Hernán Darío Herrera, hoy técnico de Nacional, ¿qué nos dice de él?
“Es de los mejores con los que jugué, siempre que me toca nombrar jugadores de esa época en Nacional, él es uno de los referentes y todos los que actuaron a su lado lo reconocen así. Cuando yo llegué jugábamos marcación hombre a hombre y yo jugaba cerca de él que era el 10 y nos entendimos de manera espectacular. Se trataba solo de jugar y dársela a él que eludía a todos los que se le venían encima, iba siempre para adelante, era rápido y habilidoso. Le metían muchas patadas y él siempre respondía con fútbol. Tiene mi admiración y hoy lo veo muy bien dirigiendo al equipo”.
¿Entonces él era el socio ideal?
“Él fue una parte esencial de ese proceso, pero todos los jugadores pusieron su granito de arena. Recuerdo también a Eduardo Emilio Vilarete que era un monstruo de centrodelantero. Guillermo La Rosa jugaba por la derecha y nosotros estábamos respaldados en el medio campo por Pedro Sarmiento y Nolberto Peluffo. Era disfrutar con ellos el fútbol y después también hicieron parte del kínder Hernán Darío Gómez, Chumi Castañeda, Sachi Escobar, entre otros”.
¿Sigue en contacto con el club verdolaga?
“Estuve en la celebración de los 70 años, pero ojalá me extiendan otra invitación, porque ya me veo bajando del aeropuerto de Rionegro. Ojalá se pongan en contacto conmigo los directivos de Nacional para darme otra vuelta por allá”.
¿Cuál es el mensaje para el equipo que está cerca de disputar una nueva final?
“Primero, saludar a la hinchada que es inmensa y tiene el orgullo de pertenecer a un club que ha logrado tantos títulos, el más grande de Colombia. Que ojalá sigan alentando al ‘Arriero’ y a todo el plantel hasta el final. Al técnico y a los jugadores les deseo lo mejor, es una competencia dura y difícil, pero que luchen hasta lo último para buscar una nueva estrella”.
Si en su época existieran las redes sociales, ¿usted hubiera sido considerado uno de los mejores del mundo?
“Los tiempos cambian, gracias a Dios cada uno vive su época, nos tocó jugar así. No había mucha tecnología, pero la gente me pudo ver y ellos son los que deben hablar sobre cómo lo hice. Seguro que ahora hay más oportunidades para los jugadores, que los ven en todas partes”.
¿Quién era su ídolo en el fútbol?
“Tuve varios desde niño y cuando empecé a jugar desde los 16 años. Zurdos había pocos, pero recuerdo al brasileño Roberto Rivelino, al alemán Wolfgang Overath, el holandés Willem van Hanegem. Disfrutaba como jugaban y ya después desarrollé lo mío. Igual disfruto con otros futbolistas de buena técnica, habilidosos y, por lo general, todos disfrutamos de ese fútbol vistoso”.
¿Hoy el fútbol le ha pasado factura a su salud?
“Tengo una bursitis de cadera, pero eso es normal por los almanaques que tengo encima (69 años), los llamo la enfermedad del alma. A veces juego un poco, camino, troto. Me visto de cortos dos o tres veces en el año con alguna actividad de la parroquia. No me siento descontinuado, pero sí he sufrido de la rodilla. Son cosas normales que hay que tratarse y seguir adelante”.
¿Por qué no seguir ligado al fútbol y también con la vocación de Dios?
“Lo que pasa es que quería estar cerca de casa, de la familia. Dios me llamó, lo escuché y descubrí esa vocación dentro de la iglesia y me convenció hacerlo. Era difícil combinar ambas cosas”.
¿Qué opina de que las nuevas generaciones de hinchas de Nacional lo sigan teniendo a usted como un referente así no lo hayan visto jugar?
“Creo que pasa por la cultura de cada país y esas anécdotas que uno dejó en el fútbol han pasado de padres a hijos y así el legado permanece. Si mi fútbol les dio alegría es lógico que eso lo comenten a las nuevas generaciones”.
¿Qué fue lo mejor que le dejó el fútbol?
“Le doy gracias a Dios por todo lo que viví en mi carrera, lo que me dio, por poder dejar alguna huella. Hizo parte de mi proceso de crecimiento y me dio una visión importante de la vida”