El 5 de julio, un colectivo de fotógrafos documentales colombianos les hizo llegar a los miembros directivos de la Comisión de la Verdad una carta en la que manifiesta sorpresa por los contenidos de la exposición Conflicto y Paz, cuya curaduría estuvo a cargo de Santiago Escobar Jaramillo. El comunicado no cuestiona las imágenes incluidas ni se convierte en un ataque a los trabajos de los fotógrafos seleccionados. Señala más bien las limitaciones de la muestra dedicada a fotos casi todas hechas en el postconflicto: “Consideramos que la columna vertebral del informe presentado de manera magistral y descarnada por el padre Francisco de Roux debe ser acompañada por fotos igualmente explícitas y sin ambages de lo que fue el conflicto, en especial en las décadas de los años 80 y 90 hasta 2010”.
Julián Lineros –cuyas fotos han sido publicadas en Cambio-16, Semana, Cromos, Gatopardo, Le Monde, entre otros medios noticiosos– afirma que la carta nació del dolor y la tristeza provocados por la exclusión de las imágenes que él y otros 80 reporteros gráficos capturaron en las décadas de los 80, 90 y 2000. Fotografías hechas en contextos al límite: emboscadas, balaceras, tomas guerrilleras, visitas a campamentos insurgentes o de paramilitares. “Sin duda obviar este material puede entorpecer la comprensión de lo que pasó en Colombia”, dice.
La carta trae una muestra de las obras de los firmantes: está, por ejemplo, la foto hecha por Liliana Toro a un sonriente y vendado Carlos Pizarro a su salida de la Picota. También la de Jaime Pérez –fotógrafo de EL COLOMBIANO– días después de la masacre paramilitar en La Gabarra: en primer plano un hombre sostiene un niño dormido mientras al fondo un caminante carga un féretro negro. Hay otra de Gabriel Aponte, convertida en un símbolo: Andrés Pastrana aparece sentado junto a la silla vacía de Manuel Marulanda en el evento de apertura de los diálogos de paz en San Vicente del Caguán. La curaduría de esta contramuestra la hizo Lineros.
Conflicto y Paz reúne 14 fotógrafos –entre ellos Federico Ríos, Jesús Abad Colorado, Natalia Botero– y podrá ser vista en 28 ciudades. Según Escobar Jaramillo la propuesta curatorial nace de una investigación titulada Un inventario de la fotografía testimonial y testimoniante de la violencia en Colombia. La escogencia no partió de una convocatoria pública. En la respuesta a la carta, la Comisión afirmó: “Lamentablemente el tiempo y los recursos, tanto humanos como económicos siempre son limitados, y la tarea inmensa nos hizo fijar prioridades y muchas veces dejar del lado asuntos y modos que hubiéramos querido tener presentes”.
El impasse permitió que los fotógrafos esbozaran el proyecto de reunir sus archivos para entregárselos a una institución que pueda velar por ellos. Se inspiraron en la exposición permanente sobre la guerra contra Sendero Luminoso que los visitantes pueden ver en El Lugar de la Memoria, un museo construido en Lima para albergar los testimonios y documentos de una de las épocas más oscuras del Perú. “La exclusión fue muy grande teniendo en cuenta la magnitud del informe”, concluye Lineros.