El nombre de Stephen King –el autor más leído de los Estados Unidos, quien llegó a los 75 años el 21 de septiembre– está envuelto en el debate. Por un lado, sus lectores se cuentan por millones –a la fecha ha publicado sesenta y cinco novelas, siete libros de no ficción y once colecciones de relatos y ha llegado a los 350 millones de ejemplares vendidos– mientras la crítica académica todavía califica su trabajo con el rótulo de entretenimiento de masas.
Más allá de los debates, King es todo un fenómeno cultural: su fortuna asciende a los 400 millones de dólares y cada título suyo llevado a la gran pantalla se convierte en un éxito de taquilla.
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Nacido en Portland, su carrera literaria estuvo a punto de no comenzar: en 1974 tiró la toalla e incluso llegó a meter en el cesto de la basura el manuscrito de Carrie, que se convirtió en su primera novela publicada. Su esposa, la también escritora Tabitha King, rescató el texto. No se equivocó: a los dos años de su publicación el director Brian de Palma estrenó la versión fílmica de la historia de la adolescente con poderes mentales –un claro antecedente de Stranger Things, aunque en una clave más oscura–, protagonizada por Sissy Spacek. La película inició un largo vínculo entre los libros de King y el cine.
En efecto, películas del impacto de La milla verde –protagonizada por Tom Hanks–, Misery, It, Los chicos del maíz, Sueño de fuga y La ventana secreta se han inspirado en las ficciones de King.
No obstante, las relaciones entre el narrador y los directores no siempre han estado marcadas por el mutuo elogio. El caso más curioso se dio con uno de los pesos pesados del cine británico de los años setenta y ochenta, Stanley Kubrick. Tras adaptar con éxito el libro de Anthony Burgess –La naranja mecánica–, Kubrick decidió probar suerte con El resplandor, uno de los títulos de la entonces creciente bibliografía de King.
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Con la participación protagónica de Jack Nicholson, la película se transformó en un éxito: sus atmósferas densas y sus imágenes cuidadas se granjearon el aplauso de la crítica y el público. Ahora se le considera una obra de culto. Sin embargo, King no ha compartido dicha opinión. En una entrevista comparó al filme con un hermoso “Cadillac sin motor”, algo que no funciona. Incluso, dijo que una miniserie dirigida por Mick Garris le gusta más que la obra de Kubrick.
La familia de King está compuesta por escritoras: su esposa ha publicado ocho novelas, dos libros de no ficción y cinco poemarios. El hijo mayor de la pareja se lanzó al ruedo editorial con el seudónimo de Joe Hill, en un intento de huir de la larga sombra de su padre.
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A la fecha Joe ha publicado cuatro novelas y ha escrito varios libretos para el cómic. Las novelas cortas Throttle y En la hierba alta las escribió al alimón con su célebre padre. El menor de la dinastía King, Owen, ha entregado las novelas We're All in This Together, Sleeping Beauties –en la que trabajó con el patriarca del clan– y la antología de textos de diversos géneros, A Little Bronze Book of Greebles.
Con el seudónimo de Richard Bachman, King ha publicado algunos de sus títulos más conocidos, entre ellos Carretera maldita y El fugitivo.
En 2015, el entonces presidente Barack Obama le concedió a Stephen King la Medalla Nacional de Artes, el máximo laurel que puede recibir de su gobierno un artista estadounidense. La lista de los demás homenajeados deja a la vista la importancia del reconocimiento: lo han recibido Clint Eastwood, Bob Dylan, Al Pacino, Rita Dove, Billy Wilder, Arthur Miller y Aretha Franklin, entre otros.
