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Rey de corazones: El DIM, una pasión crónica

25 fieles y sufridos hinchas del Poderoso le escribieron cartas a su equipo que fueron recopiladas en la segunda edición de este libro publicado por Grámmata

  • La primera edición del libro se publicó en noviembre del 2004. En esta nueva edición se incluyeron diez textos nuevos. FOTO Camilo suárez
    La primera edición del libro se publicó en noviembre del 2004. En esta nueva edición se incluyeron diez textos nuevos. FOTO Camilo suárez

“Es por eso, amigos colombianos, que entiendo perfectamente y me solidarizo de cuerpo y alma con los sufridos partidarios hinchas del DIM. Disfrutemos la dicha mientras dure. La felicidad es un relámpago. Y no le busquemos muchas explicaciones, porque el conocimiento puede romper el encanto”. Así termina el prólogo que escribió Roberto Fontanarrosa para abrir la segunda edición de Rey de corazones, El Medellín, una pasión crónica. Un libro con 25 cartas de amor de hinchas nostálgicos y despechados que se imprimió por primera vez en noviembre del 2004 con diez textos menos.

Fontanarrosa, que no necesita prólogo, fue —y seguramente lo sigue siendo ahora que comparte reino con Pelé— hincha de Rosario Central. Un equipo, como el DIM, y como casi todos, acostumbrado a la derrota. Por eso entiende a los sufridos y desdichados hinchas del Poderoso que escribieron este libro para ganar puntos en la carrera por la dignidad de la derrota de la que hablaba Borges, que odiaba el fútbol.

Fue Jorge Giraldo, filósofo antioqueño, profesor universitario y enfermo hincha del Medallo, quien tuvo la idea de reunir a académicos y personajes del círculo literario paisa (gente racional, como Fontanarrosa) a principios de siglo para que escribieran un texto anecdótico, reflexivo o filosófico sobre la más irracional de sus pasiones. Pero a pesar de que consiguió el prólogo y quince textos con firmas vendedoras como la de Héctor Abad Faciolince, Juan José Hoyos o Darío Jaramillo Agudelo, no encontró una editorial que se lo comprara. Entonces, con la ayuda de un par de amigos rojos lo auto editó y publicó mil ejemplares que se lanzaron a finales de ese 2004 glorioso en el Atanasio, en un partido que no podía terminar de otra forma sino con una derrota 2 a 0 a manos del Cali.

Una obsesión

El libro se vendió como se le vende una biblia a un fanático y se agotó en pocos meses. Sin embargo, tuvieron que pasar 18 años, dos finales ganadas y seis perdidas, para que gracias a la obsesión de Gonzalo Medina Pérez, otro académico, escritor y enfermo, se publicara una nueva edición, corregida y aumentada, como decían los viejos. Los viejos que escribieron estas cartas cuando el DIM ya ajustaba cuatro décadas sin levantar una copa. Los viejos que hicieron del temor de morirse sin ver a su equipo campeón un motivo para alargar la existencia. Los viejos que vieron como las dos estrellas en el escudo se congelaron y dejaron de alumbrar.

Esta nueva entrega de 25 textos se ordenó, en términos generales, como se ordenan a los pateadores en una tanda de penaltis: de más a menos. Empieza con “Pruebas de amor: recuerdos lejanos de un partido del DIM”, una crónica sin puntos del ex guerrillero y analista político León Valencia, y termina con “Nuestro Poderoso fútbol”, una historia familiar de la profesora Sonia López Franco, la única mujer que escribió en esta antología roja y azul. En el medio, aparecen cartas firmadas por Sergio Fajardo, Darío Ruiz Gómez, Reinaldo Spitaletta y Carlos Mario Aguirre, el actor y director del Águila Descalza, el único hincha del otro equipo de la ciudad que se coló con la excusa de que una de las grandes frustraciones de su vida había sido no ser hincha del DIM. “Había nacido, no sé por qué extraño maleficio, hincha de otro equipo, habitando una entidad contraria, un cuerpo extraño en mi propio cuerpo, era del otro equipo, como un desviado, cual un invertido”, dice.

La recuperación de la infancia

El destinatario de los textos es uno solo: El Deportivo Independiente Medellín y lo que sea que eso signifique. Los temas, los enfoques y los protagonistas son varios pero no muchos, y confirman que la definición de fútbol de Marías es tal vez una de las más precisas: “la recuperación semanal de la infancia”. El libro está plagado de memorias y súperhéroes de la infancia. De relatos del primer partido en el estadio, del primer gol, del primer ídolo. Hay anécdotas, como la del partido del DIM contra el Botafogo de Didi y Garrincha a mediados del siglo pasado, y personajes que se repiten insistentemente: El Charro Moreno, El Caimán Sánchez, Corbata, Malásquez y Ramaccioti aparecen como los héroes de las hazañas de un mundo infantil muy lejano, cuando los hinchas del DIM eran los consentidos del triunfo y no habían sido expulsados del paraíso. Cuando el equipo no se había convertido en la metáfora de Sísifo. Cuando eran mayoría en los barrios, en las fábricas y en las escuelas. Cuando eran los otros los que sufrían de insomnio los domingos ingeniando una excusa para no pararse de la cama los lunes y así evitar la burla de los favoritos de Dios.

También hay historias de la casa común, el Atanasio. Y de sus tribunas, que antes tenían nombres más bellos que ahora, en especial Corea, que ahora se llama Norte y Sol, Oriental. Dice Gonzalo Medina que en Corea se encontraban los obreros, desempleados, vendedores ambulantes, estudiantes, lustrabotas, choferes de bus, barrenderos, meseros, celadores, mensajeros y descamisados. De cuenta de Corea es que en Medellín se hizo popular el dicho que cuando jugaba el DIM las casas se podían dejar con las puertas abiertas porque todos los ladrones y las putas estaban en el estadio. “Corea tenía sabor a pueblo descamisado, el mismo que hacía del barrio un espacio para la autoafirmación colectiva”, recuerda Medina.

De esas hazañas y casi hazañas inolvidables como cuando en el 93, después de 36 años sin celebrar, fuimos campeones solo por cinco minutos. También se recuerdan con nostalgia sus relatos. Las narraciones radiales de Jaime Tobón de la Roche o de Wbeimar Muñoz, que encantaron a tantos niños inocentes y libres de sufrimiento, al menos los domingos, con sus frases extravagantes y analogías exageradas, se citan un par de veces. Pero por encima de ellos, y de cualquiera que haya intentado predicar sobre las emociones de los fieles del Poderoso, aparece la figura de José Yepes Lema que, bajo el pseudónimo de Malevo, publicó durante años en diferentes periódicos locales y nacionales los sentimientos más puros y más rojos de miles de hinchas que, como Abad, se resignaron a que el DIM campeón era una contradicción en los términos, como decir “hielo caliente”. “Malevo esculpía el sentimiento enfermizamente masoquista de hombres y mujeres que se fueron haciendo viejos esperando, con la ilusión de la solterona que no deja de rezarle a San Antonio, la posibilidad alegre de tocar el cielo alcanzando la tercera estrella”, escribió Jorge Mejía Martínez. Fue Malevo el que escribió las últimas palabras que diremos los hinchas del Medellín antes del pitazo final: ¡Ay Medellín, nos vas a homicidar!

Álvaro Guerrero Arango

Administrador sin ejercicio y periodista sin sección

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