Es la primera vez que el grupo antioqueño Jabrú va al Festival Internacional de Teatro de Manizales (FITM). Los tres integrantes trabajan con títeres de mesa con mano prestada, para los que los actores, en lugar de estar detrás del telón, se ven manipular una marioneta en un fondo negro.
Presentaron su obra Clownti el domingo y llenaron ambas funciones. Como le sucedió a la orquesta francesa callejera Imperial Kikiristan estaban emocionados con el público porque fue muy receptivo. “Hemos visto cómo les devuelve al niño a las personas. La formación hace que la gente esté presta a entrar en el juego”, dice Natalia Duque, titiritera y directora escénica de Jabrú.
En Manizales pasan estas cosas. La tradición que lleva su Festival Internacional de Teatro desde 1968 mostrando puestas en escena ha formado a un tipo de público que le gusta ver montajes y que le enseñó que puede recibir muñecos en escena con el mismo agrado que un chico.
También en la ciudad de las puertas abiertas se está creando un mercado que es antesala para llevar el teatro de Medellín a otros territorios a partir de ideas, negocios y oportunidades.
Conexiones
Los grupos seleccionados locales que fueron con obras corresponden, según el director Octavio Arbeláez, a una escena joven y nueva de lo que está sucediendo. La Alcaldía de Medellín, a través de Expocultura, el FITM y el programa de emprendimiento cultural de Comfama, El Pauer, llevan un tiempo trabajando con 20 organizaciones de artes escénicas. Así fue como llevaron para esta ocasión dos compañías de danza, dos de títeres, dos de teatro de calle y dos grupos de sala, con recursos de la Secretaría de Cultura Ciudadana de Medellín.
Alejandro Vásquez ha ido desde 2007 con su grupo y como invitado con su obra A veces grito, monólogo original de Freddy Ginebra Giudicelli.
Para él la calidad de los grupos que participan es alta y eso es importante “para confrontar estéticas” y conocer otras propuestas, comentó en el vestíbulo de Los Fundadores, antes de entrar a la función de Kulunka (España), que le arrugó el corazón a más de uno.
De hecho, es otra ventaja. “Es la puerta obligada para encontrarnos con otros grupos del país y el mundo”, dice John Viana, que anteriormente venía con grupo Hora 25 y ahora con su grupo, Elemental Teatro, a presentar su adaptación de La casa de Bernarda Alba. Junto con otras propuestas de la capital antioqueña estaba preparándose para un pitch (presentación) con programadores dispuestos a comprar y contratar obras, otra ventana para grupos emergentes.
El FITM hace un programa que sigue la experiencia de Circulart con los mercados musicales. Las funciones de Jabrú, por ejemplo, las vieron 38 programadores nacionales e internacionales, que estaban contentos. “Van a resultar muchas invitaciones para ellos”, anotó Octavio Arbeláez, director del encuentro.
Además de estas ocho agrupaciones fue un delegado de 18 teatros de la ciudad, que hacen parte del Pauer. “En total son 26 compañías antioqueñas en Manizales potenciando la circulación de la escena”, explica Octavio.
También hubo aplausos especiales. El Matacandelas esta vez no mostró ninguna obra. El grupo ha llevado a Manizales todos sus montajes y en esta edición recibió un homenaje por el valor simbólico y la construcción de un discurso escénico durante 40 años. “Tienen una dramaturgia propia y un modelo de gestión único. Han abordado autores singulares como Fernando Pessoa y resaltado otros como Fernando González”, comentó Octavio .