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Preguntas humanas que se han hecho arte

Un recorrido para conocer cómo la música, la pintura y la literatura han narrado ya muchas pandemias, epidemias y plagas.

  • Vanitas - Still Life de Pieter Claesz (1625). FOTO creative commons
    Vanitas - Still Life de Pieter Claesz (1625). FOTO creative commons
  • El Triunfo de la Muerte, Pieter Brueghel el Viejo (1562). Esta obra de arte se encuentra exhibida en el Museo del Prado en Madrid. FOTO creative commons
    El Triunfo de la Muerte, Pieter Brueghel el Viejo (1562). Esta obra de arte se encuentra exhibida en el Museo del Prado en Madrid. FOTO creative commons
20 de abril de 2020
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Spotify registra 2.241 canciones que se han creado bajo la temática del coronavirus, al menos esas son las que están agrupadas en una lista de reproducción llamada The Sound of the Virus (el sonido del virus). Hay desde reguetón maldiciendo la llegada de la enfermedad hasta rock que quiere motivar a que la gente se lave las manos. Sin haber salido de la cuarentena, ya se están cocinando ideas para películas y novelas. La creación siempre está activa, incluso en una pandemia. “Como en todo, habrá algunas obras maestras y mucha basura”, dice el escritor y crítico literario Jorge Carrión.

Ante algunos de los sucesos más sombríos han quedado preguntas en las expresiones de la cultura. “El arte siempre surge de un interrogante de la condición de la vida después de las grandes hecatombes”, argumenta el crítico de arte Darío Ruiz. “Como producto social, el arte y la cultura son un espejo del momento, de los grupos humanos que lo producen”, comenta Emiliano Valdés, curador jefe del Museo de Arte Moderno de Medellín.

“En esa medida, un momento tan retador y complejo como este seguramente va a aumentar la cantidad y la manera en la que la gente está respondiendo ante el presente”, añade. No es algo exclusivo de esta pandemia, ha pasado incontables veces cuando la sociedad pasa por momentos de cambios y “reevaluación de sus procesos y sus valores”. Aquí un corto viaje por algunas miradas que han tomado los libros, las canciones y la pintura sobre esos periodos en los que la enfermedad acechó a la humanidad y ella se manifestó.

En las pinceladas

La peste, la guerra y las hambrunas son los tres grandes temores de la humanidad de manera global, cuenta Óscar Roldán Alzate, director del Museo Universitario Universidad de Antioquia. Eso es lo que ha estado en las representaciones gráficas y simbólicas del ser humano desde hace miles de años.

Desde los códices Maya hay evidencias de la representación de la muerte, lo mismo en Egipto y Mesopotamia. Los mayas y los aztecas tenían fuertes conexiones con ese concepto. Roldán explica que luego llegaron otras formas de entender la muerte debido a la religión, al judaísmo y al cristianismo. Eso también se tradujo en arte. Este “ha supuesto siempre una respuesta a la muerte. Al constatar la contingencia del ser humano, a través de la palabra escrita, la música, la escultura, ha tratado de vencer esa trampa mortal que significa la muerte y perpetuarse”, añade Ruiz. Señala que en la Edad Media las pestes fueron definitorias, allí se evidenció la enfermedad y el terror. Explica que en el periodo del arte románico, que comprendió entre los siglos XI al XIII, en la expresión de los cristos construidos en esa época está plasmado el miedo a las grandes pestes y a la muerte.

Más adelante, una de las obras que se asoma al hablar sobre el tema es El Triunfo de la Muerte de Pieter Brueghel el Viejo, pintor holandés del siglo XVI. Retrata una imagen apocalíptica, seca, desolada. “Consigna una realidad frente a un miedo sustancial de la humanidad: que la muerte triunfe sobre la vida. No obstante, sabiendo que todos pertenecemos a una finitud, que vamos a morir”, señala Roldán. El trabajo de El Bosco, holandés también, es otra que se destaca en este ámbito de acuerdo con Ruiz y Roldán. En el siglo XVII figuran las vánitas, pinturas que caben entre las naturalezas muertas y que se inspiran en el libro Eclesiastés de la Biblia: “vanidad de vanidades, todo es vanidad”. Allí se ven cráneos humanos conviviendo entre frutos y libros. “Es una clara relación sobre vanidad humana”, cuenta el director del museo universitario, que entre tantos afanes por alcanzar los placeres humanos, solo queda la muerte. “El hombre pasará y la tierra quedará, dice el Eclesiastés”.

Hasta el siglo XIX se tuvo una mayor comprensión sobre las pestes. En ese momento la representación de la muerte radicaba el mal, cuenta Roldán, pues la humanidad se enfrentaba a un enemigo que no podía ver, “ya hoy tenemos la certeza de que es un microorganismo, de que es un virus, ya identificamos el mal y desvelamos la muerte”.

Pero aún de esta experiencia queda mucho por entender. “La idea de la peste llegó a ciertos pintores modernos y expresionistas alemanes que lo dieron a conocer de manera muy fuerte”, incluye también Ruiz y destaca que por el lado norteamericano está la obra de artistas como Ivan Albright.

En las letras

Macbeth de Shakespeare fue creado en tiempos como este, en una cuarentena, y el Antiguo Testamento de la Biblia narró las plagas. En otros viajes literarios una peste como en el Decamerón de Giovanni Boccaccio, varios jóvenes se narran historias durante días de encierro cuando acecha la Peste Negra. Allí se le otorga a la literatura “un estado de primacía. La alternativa que tenemos es narrar, leer, contar la experiencia de quien sobrevivió a esas condiciones adversas”, opina Sayra Ríos Pulgarín, docente de la Upb en la Maestría en Literatura.

Ríos también recomienda La peste de Camus que plasmó entre sus páginas al cólera. “Presenta cómo respondemos nosotros al encierro, la desesperación y la hambruna” y el relato permite ver tanto lo bueno como lo malo de lo que el hombre es capaz durante situaciones en las que se siente acorralado.

Otro mundo literario desde el que se podría explorar la pandemia lo ha considerado el doctor en Literatura y docente de la Upb Óscar Hincapié. Indica que repasando libros como el Popol Vuh, en el que se recopilan las creencias míticas del pueblo k’iche’ centroamericano, se da una idea de por qué el hombre podría llegar a padecer un momento como este. Al ser creados por sus dioses, se le había dado el mandato a los hombres de convivir con todas las demás criaturas que le rodeaban y con el mundo mismo en armonía.

“Ya nos estaba dando pistas de que cuando la humanidad se desconectara existencial y ontológicamente con el diálogo con el Universo, cuando no respetara a las criaturas y perdiera su conexión con la madre tierra, podía sobrevenir una catástrofe”, dice.

Por su parte, Jorge Carrión ha estado releyendo La enfermedad y sus metáforas, escrito por Susan Sontag, publicado en los 70 y “cuyo epílogo sobre el SIDA es un lúcido análisis sobre esa pandemia, que se puede leer como un precedente de la que nos atañe ahora”. Añade que también ha leído Ébola, la historia de un virus mortal de David Quammen, en el se pretende comprender cómo se dio el brote del ébola hace más de cinco años en África. Carrión considera que si lo hubiéramos leído a tiempo, “tal vez nos hubiera ayudado a evitar el coronavirus”.

Ríos suma otra recomendación sobre esos recorridos literarios por las enfermedades, eligió Ensayo sobre la ceguera de José Saramago. La novela deja ciegos a muchos, pero “es una ceguera que también es simbólica, más allá de la enfermedad, está la interpretación que podemos hacer de la pérdida, de cómo nos vamos quedando ciegos frente a lo verdaderamente importante”. Quedan días de cuarentena, “ahora nos recomiendan mucho hacer ejercicio, tiempo para estar con la familia, hay que hacer el cultivo del cuerpo, pero también el cultivo del arte, ese toque estético nos permite sobrevivir muchos asuntos, es una oportunidad de iniciar viajes personales”, puntualiza Ríos.

Ante todo el arte que surgirá de esta situación, cabe preguntarse “¿qué lección quedará de todo esto?”, se plantea Roldán pues no solo se trata de cómo interpretar la realidad, sino qué puede aprender cada uno.

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