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Un espacio para encontrar el alma de una orquesta

Los lugares de ensayo y presentación para un grupo de músicos inciden en cómo trabajan y suenan. Estas son las razones.

  • La pandemia ha impedido que muchas orquestas puedan reunirse completas en un mismo espacio, lo que dificulta sus procesos y la consolidación de su sonido. FOTO jaime pérez
    La pandemia ha impedido que muchas orquestas puedan reunirse completas en un mismo espacio, lo que dificulta sus procesos y la consolidación de su sonido. FOTO jaime pérez
Un espacio para encontrar el alma de una orquesta
23 de febrero de 2021
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Una de esas primeras cosas que hace el maestro Alejandro Posada cuando llega a una nueva sala de conciertos es recorrerla dando aplausos alrededor del auditorio vacío. Prueba la acústica y escucha con mucho cuidado cómo se le devuelve el sonido producido por sus palmas: pone especial atención al tiempo que se demora en volver.

El director y creador del proyecto Iberacademy lo hace para conocer las condiciones en las que se presentará la orquesta que dirige. La razón es fundamental, de eso depende todo el trabajo previo y el que está por venir: “Ahí ya se sabe cómo manejar la prueba acústica. Uno le puede decir a los músicos: ¡cuidado, lo que veníamos tocando más largo toca hacerlo más corto!, o la velocidad a la que interpretábamos esta otra cosa hay que bajarle porque aquí no se va a entender”.

Toda una semana de trabajo y de ensayos en otro espacio pueden venirse abajo y no reflejarse en una presentación si no se toman las medidas necesarias para hacer esos ajustes con la orquesta y que su sonido se adapte a la sala.

La cuestión puede agravarse más cuando ese grupo tiene que andar cambiando de espacio de ensayo uno que otro día en una semana o incluso cada semana, pues no solo hay cambios en el sonido al momento de presentarse, también los hay con cada traslado.

“Con los ensayos se va haciendo esa educación día a día, logrando la interacción de los músicos. El tocar juntos ya es algo muy difícil: balancear el sonido, el volumen y responder ante las distancias que se presentan. Cuando la acústica no funciona, te estás engañando sonoramente y respondiendo quizá a lo que no es. Luego vas a otro lado y es muy difícil acomodarse”, cuenta.

El sonido en el espacio varía, se refleja en ciertas superficies, rebota con esa misma energía y se absorbe por otras, regresándola en una intensidad más tenue (ver Paréntesis). Eso es lo que hace que el sonido no sea igual en dos espacios.

Forjar una identidad

Ese tipo de movimientos, de hecho, se alejan diametralmente de uno de los propósitos que cada orquesta quiere alcanzar: encontrar su identidad. “Una orquesta es un gran instrumento compuesto por pequeños instrumentos y lo ideal es que ese organismo orquestal tenga una sala donde prolongue esta extensión instrumental”, explica el concertino de la Filarmónica de Medellín, Gonzalo Ospina.

La Filarmed, que ya cuenta con 38 años de historia, ha hecho un esfuerzo durante varios años para conseguir un espacio propio y adecuado para ensayar. Esa meta no se ha alcanzado del todo y, por ahora, el centro comercial Oviedo les adecuó un espacio para ensayar, pero en los estándares de una profesional esto se aleja de lo ideal.

¿Por qué? “No podemos adquirir una identidad en el sonido si vamos yendo cada vez a un sitio distinto a ensayar”, añade Ospina. “Sin espacio es muy difícil encontrar la identidad de una orquesta. Los instrumentos son lo que son y están hechos para amalgamarse entre ellos con la ayuda de la acústica y del espacio que le permita sonar”, explica el maestro Posada.

Lo compara con un ejemplo sencillo. Si se entendiera a la orquesta como un único instrumento, quizás como una guitarra, “puede ser muy buena, puede tener el mejor constructor y la mejor madera, pero si le quitas la tapa de atrás, no se va a oír. Lo mismo pasa con las orquestas, el lugar donde suena una orquesta es como si fuera parte integral de ella. Es indivisible”.

¿Qué es lo más recomendable entonces? Que cada uno de esos grupos de músicos profesionales tenga, por lo menos, un mínimo de días de ensayo en el año en un lugar adecuado y que, ojalá, sea el mismo, añade el director. “Eso es importante para desarrollar la identidad sonora”.

La Filarmónica de Berlín y la de Viena son citadas con frecuencia cuando se habla de excelencia orquestal a nivel mundial. Además, esa calidad, en parte, se le adjudica a que “desde hace muchos años tienen una sede principal donde hacen sus ensayos y conciertos”, cuenta el maestro venezolano Christian Vásquez. “Es como tener tu hogar, tú llegas y ya conoces cada espacio de tu casa y de tu habitación. Ya teniendo uno propio la orquesta sabe cómo tocar, qué tan fuerte o tan piano (suave y poco intenso)”.

La Filarmónica de Viena tiene su Musikverein, llamada la Sala Dorada, una que se inauguró en 1870 y que es destacada todavía como un espacio con una acústica ideal. La Filarmónica de Berlín tiene su casa, la Berliner Philharmonie, desde los sesenta, y fue construida por el arquitecto Hans Scharoun. Con los años, estos espacios han permitido que estas orquestas consoliden su sonido, incluso a pesar de los cambios generacionales. En la de Filadelfia, por ejemplo, se heredan algunos instrumentos entre los músicos, mientras en Viena hay alumnos de los músicos anteriores que terminan ocupando sus lugares como “conservando una tradición”, añade Ospina.

Otras incidencias

Además, no se trata únicamente de los músicos, sino de sus instrumentos, que son muy delicados y sensibles a los cambios. En primer lugar, por la logístico, un traslado constante entre espacios precisa un gasto adicional para llevar los instrumentos más grandes y delicados, como el contrabajo, al igual que elementos como los atriles que usan los músicos para sostener sus partituras.

El concertino de Filarmed considera que los recursos destinados a esos desplazamientos podrían ser reinvertidos en otros elementos como la compra de partituras para seguir enriqueciendo el repertorio.

Por otro lado, la gran mayoría de instrumentos que usan estas orquestas son antiguos y delicados, sensibles a cambios en la presión y la humedad. Los timbales, los contrabajos o el piano sufren bastante por los cambios en la afinación, También sucede con instrumentos de doble caña como el fagot o el corno inglés, su afinación puede cambiar drásticamente con los cambios de espacios.

En Colombia

El maestro Ospina considera que en Colombia las orquestas no han podido tener sedes de ensayo que les den esa “tranquilidad de que pueden estar ahí hoy y que al día siguiente seguirán ensayando ahí”.

Es decir, aunque la Filarmed a veces usa el Teatro Metropolitano para prepararse, el teatro (en condiciones normales) debe continuar con su programación y alquila el espacio para múltiples eventos, no es exclusivo de la orquesta. De igual manera, si bien existen espacios como la Casa de la Música, esos también los utilizan como un sitio de pedagogía y de ensayos para otras agrupaciones.

Algunas orquestas van adquiriendo, cuenta él, un sonido similar a esos lugares que más frecuentan. Desde su perspectiva, la Filarmónica de Bogotá, que muchas veces está en el auditorio León de Greiff, “suena como ese teatro grande y espacioso que refleja y transmite bien la acústica”.

Por otro lado, la Sinfónica Nacional de Colombia, que tiene el Colón de Bogotá, “suena de cierta manera más europea, porque el Colón es un teatro europeo”.

La idea, dice él, sería que para que una orquesta como la Filarmed llegara a tener una sede propia, esta se financiara con apoyo mixto, entre privados y dinero público, pues el presupuesto de una orquesta no es suficiente para construir un espacio adecuado para sus músicos y el ejercicio correcto de su profesión. Además, destacando a la Filarmónica como parte de esa oferta cultural de la ciudad, tanto como la Plaza Botero o el Museo de Antioquia.

El maestro Robin O’Neill, fagotista y director de orquesta, quien ha estado a la cabeza de grupos como la Filarmónica de Londres, la Philharmonia y la Camerata Royal Concertgebouw, considera que una buena opción para el futuro es considerar las opciones no solo de recintos dedicados a los conciertos, sino también centros de arte, “porque la música llega a su mejor punto cuando comparte entre otras formas, donde la interpretación y otras áreas de la cultura interactúan con la educación en un mismo espacio”.

Piensa en la consolidación de lugares que convoquen y reúnan a la gente en torno a la cultura, como una especie de pequeñas Metrópolis que giren en torno al teatro, la danza, lecturas de poesía, las artes plásticas y la música. Sucede ya en ciudades como Londres, cuenta, donde en una zona del centro, cerca al río Támesis, en la dirección opuesta al Big Ben, hay una zona comercial y está además el Royal Festival Hall, el Queen Elizabeth Hall y otros dedicados al cine y tres dedicados al National Theatre. En una noche, la oferta en esa zona es rica y atrae cientos de personas hacia sus diversas actividades.

Pero para la evolución de las orquestas sí destaca que es necesario un espacio de ellos. “Una orquesta necesita un hogar, eso le da identidad. Una sala donde pueda hacer un sonido hermoso impulsa a los intérpretes a trabajar más duro. La música es acerca del sonido y si tienes una buena acústica, eso te hace tocar mejor. Hace parte del desarrollo del alma de la orquesta”, destaca el maestro O’Neill

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