Cuando Jorge Hernán Arango, fundador y director del Festival Coral Internacional de Medellín José María Bravo Márquez, lo inició hace 20 años, el panorama de los coros en Medellín no estaba muy desarrollado. Para la primera edición “participaron 8 coros que había en ese momento”, se presentaron en un solo escenario y ninguno destacaba por su nivel de excelencia, recuerda él.
Sin embargo, Arango se propuso mejorar la oferta que había en la ciudad y crear un evento que no solo permitiera la presentación, sino que ayudara a mejorar la formación de los directores y coristas, que hasta ese momento eran principalmente autodidactas.
“Al principio los coros no eran tan buenos y poco a poco gracias a los talleres de formación que hemos tenido para directores y cantantes de coro y también gracias a la revista que publicamos del festival con artículos para la formación de públicos se han fortalecido ”, precisa el fundador.
Hoy la ciudad cuenta con 40, “todos de un nivel excelente”, por lo que es muy difícil escoger a los 19 que participan en el festival. Además, se incluyen en la selección dos internacionales de México, este año son el Coro Estudiantil Esperanza Azteca y Coro Femenino de Monterrey, así como dos nacionales invitados, esta vez cantan el Masculino Amalgama de Barranquilla y el Coral Universitaria UIS de Bucaramanga.
Todo este trabajo, explica Arango, surge como un tributo a la historia de la música coral en la ciudad y una búsqueda de la profesionalización.
Una historia
“La tradición coral empezó en 1932, exactamente el 13 de agosto de 1932, cuando José María Bravo Márquez fundó el Orfeón antioqueño, por eso el festival se llama Festival Coral Internacional de Medellín José María Bravo Márquez”.
Durante los setenta años entre ese primer coro y la fundación del festival hubo un estímulo desde las universidades y también con apoyo desde Estados Unidos, pero lo cierto es que no se había logrado un nivel que destacara. “Esos coros para estudiantes cantores tenían directores-estudiantes, es decir, un corista, un estudiante de la universidad que empezaba a dirigir y de esa forma nacieron grandes directores”.
Sin embargo, solo fue con la llegada del festival, con los coros internacionales y el trabajo juicioso con los talleres de formación que han llamado la atención las instituciones académicas, desde universidades como Eafit, la de Antioquia e instituciones como Bellas Artes, para que formen “programas de dirección coral”.
De igual forma, abrieron la posibilidad para que incluso coros infantiles surgieran. Este es el caso de colegios como el Colombo Alemán o el Montessori. También ha sido la oportunidad para relacionarse con proyectos sociales.
Proyección internacional
Este evento ha sido una vitrina para que los coros locales se presenten al mundo y tengan la oportunidad de mostrarse. Es el caso de Camerata Vocal, un asistente habitual al festival. Su director Mauricio Balbín define ese componente contando que “se articula con otros a nivel mundial, porque uno se está codeando con coros de todas partes del mundo. Ellos nos recomiendan y nos piden como invitados en otros lugares y nosotros también lo hacemos con otros para traerlos a este que es el festival coral más importante del país”. Han viajado a Polonia, Perú, Cuba y España.
La maestra Cecilia Espinosa, directora del Coro de Cámara que lleva su nombre, explica que todo el crecimiento que ha tenido el festival se ve reflejado en los múltiples espacios a los que han llegado como Rionegro y San Pedro de los Milagros, así como en la asistencia que aumenta cada año