Llevar las canciones de grandes agrupaciones o artistas a un formato sinfónico, para que las interprete una orquesta, y presentarlas en concierto se ha convertido en una fórmula exitosa para los cantantes y las filarmónicas o sinfónicas que las interpretan.
En Medellín han sonado de esta manera Queen, Andrés Cepeda, Juan Fernando Velasco, Cantoalegre, Pink Floyd y otros más. Este sábado, por primera vez, la Orquesta Filarmónica de Medellín presentó Led Zeppelin sinfónico en el Teatro Metropolitano.
El trabajo de conversión lo tienen compositores y arreglistas. Ellos, después de escuchar la versión original de cada tema, se ocupan de pensar con cuáles instrumentos orquestales como el violín, la viola o el chelo, se puede lograr que la nueva pieza sea fiel a la original, para que cuando el público la escuche conozca de cuál se trata.
Luis Fernando Franco es arreglista y ha tenido esa tarea en distintas oportunidades, una reciente fue con la Corporación Cantoalegre. Él tomó las canciones infantiles y las llevó a un formato sinfónico.
Para Franco es como tomar una caja de 12 colores y convertirla en una de 36. “Se trata de aprovechar ese formato para introducir nuevas sonoridades y enriquecer”. Además, asegura que también se beneficia la música sinfónica porque se le incorporan otros sonidos.
El compositor y director Juan David Osorio ha estado involucrado en algunos proyectos en los que las canciones populares se han convertido en piezas sinfónicas.
Lo hizo, por ejemplo, con música del Atlántico y canciones pop, tipo Rihanna, Pharrel Williams y Maroon 5. Con la música del Atlántico le dieron libertad para decidir cómo iban a sonar las piezas, “no había necesariamente que respetar el tema original”. Con las canciones pop, que se convirtieron en pop sinfónico, la idea era mantener su musicalidad y que el público identificara facilmente sus elementos característicos.
Para Luis Fernando, ese proceso es “como vestir a alguien, pensar cuál es ese traje que le vas a poner”.
Según cuenta, se estructura la obra, es decir, la partitura de la canción instrumentalizada que interpretará la orquesta. En una pieza de esas pueden haber 25.000 eventos, dice Fernando, refiriéndose a las notas y sonidos.
“A veces se requiere un revisor que evalúe si la música está bien expresada o escrita”, señala el arreglista.
Cuando los sinfónicos son de grandes agrupaciones, como Led Zeppelin, no se modifica la estructura de la canción. Así cuenta Osorio, pues eso no lo aceptarían los seguidores. “Muchas de las canciones que se van a pasar a un formato sinfónico ya tienen una banda detrás de su sonido porque es una música muy rica, que además tiene armonías complejas”, precisa el compositor.
Ese no es un impedimento para hacer su versión sinfónica, al contrario, supone un reto darle potencia a los sonidos que ya existen.
¿Qué hacen entonces? Darle un timbre nuevo a la canción, ponerle instrumentos que no están en la canción original, “pero siempre manteniendo la esencia”, dice Osorio.
En Led Zeppelin, por ejemplo, intervendrá la orquesta completa, entre otros, y sonarán cuerdas y bronces que le darán fuerza a las canciones.