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Usted también está invitado a la Fiesta

Hoy se abren de nuevo las puertas a este encuentro literario. Autores de 18 países visitarán Medellín esta semana.

  • Como parte de la muestra comercial, en la Fiesta habrá 106 espacios para expositores. FOTO cortesía Fiesta del Libro.
    Como parte de la muestra comercial, en la Fiesta habrá 106 espacios para expositores. FOTO cortesía Fiesta del Libro.
06 de septiembre de 2019
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Infográfico
Usted también está invitado a la Fiesta

Hubo un momento, hace ya varios años, en el que la Fiesta del Libro y la Cultura fue una feria. Ya no. Desde hace 12 años es una fiesta, y esa es una de sus características principales. Tras un largo proceso su enfoque público lo convirtió en una celebración de la lectura más que en un lugar donde solo se comercializan libros.

Su historia como feria arrancó en 1993, cuando ese encuentro con las letras no se realizaba entre decenas de árboles y orquídeas, se desarrollaba a puertas cerradas en el Palacio de Exposiciones (hoy Plaza Mayor). No había un jardín repleto con talleres para los niños ni escenarios con música en vivo ni salones exclusivos para los cómics, las editoriales independientes y las universitarias. La entrada era paga, había invitados especiales, estanterías repletas de libros, pero ningún factor que la hiciera destacarse.

La Feria del Libro de Medellín inició queriendo seguirle los pasos a la Filbo (de Bogotá), que empezó en 1988, o la de Guadalajara en México, que arrancó en el 87. En términos generales, espacios como esos en América Latina son organizados por cámaras del libro. Esas entidades privadas son asociaciones entre editoriales, librerías y otros actores de la industria literaria y es lógico que aunque uno de sus propósitos naturales sea propagar la lectura, también lo sea vender una gran cantidad de libros.

Se realizó de manera anual desde entonces. Tuvo achaques, como cuando el techo de uno de los pabellones se cayó y dejó pérdidas millonarias, pero siguió adelante. En 2000 se detuvo por un periodo de tres años y en 2004 se reanudó. Sin embargo, ese modelo, al menos aquí, no parecía encajar del todo. En 2006 se detuvo.

La feria, que fue un importante primer paso para llegar a lo que se celebra esta semana, hizo un esfuerzo y sobrevivió un año más hasta que se despidió con la idea de transformarse. “No había un pensamiento de ciudad sino que era un evento más privado que público”, recuerda Juan Diego Mejía, quien estuvo a la cabeza de la Fiesta desde 2013 hasta comienzos de 2017.

Curiosamente, esa despedida coincidió con un nacimiento. En 2006, el Jardín Botánico, que antes tenía enormes paredes blancas que lo aislaban de la calle, atravesaba una renovación. Esos muros caían a medida que la idea de instaurar una ciudad hecha de libros se fue materializando.

Medellín seguía en el proceso de salir de una época violenta y complicada, necesitaba algo menos corporativo, considera Mejía. “La única forma de salir de la crisis social era que la gente exorcizara el miedo y eso se hace a puertas abiertas. Convocamos a la gente en lugares que antes eran no lugares, como el norte de la ciudad”, destaca.

Para 2007, el Jardín Botánico se estrenó como sede y recibió a 50.000 personas en la primera edición de la Fiesta del Libro, también duró 10 días. Luego de 12 años asisten más de 500.000 visitantes, según los organizadores.

En el comienzo no se usaba el Parque Explora como uno de sus escenarios. En los últimos años la Fiesta fue organizándose y expandiéndose. Ha crecido. “El año pasado, espacialmente, alcanzamos a llegar a una zona que es el Parque de los Deseos. Esa es la esencia de la fiesta, que los libros estén en todos los lugares y que la gente que transite por los laterales sienta que están llegando allá y se están apropiando de la ciudad”, apunta Diego Aristizábal, actual director.

Un enfoque educativo

Con cada edición fueron llegando más invitados, escritores como Fernando Savater, Wendy Guerra, Jon Lee Anderson y Elmer Mendoza participaron, y a ellos se unieron invitados de la literatura universal como Caperucita Roja, Frankenstein, Scherezada, Alicia en el País de las Maravillas y Pinocho. Este año a los fantásticos se les une la enorme ballena Moby Dick y a los reales Margo Glanz, Brigitte Baptiste, Sara Bertrand y el antropólogo Wade Davis, quienes participarán en algunas de las 52 Charlas de la Tarde programadas este año. Chile es el país invitado.

El Jardín Lectura Viva, que sí arrancó desde la primera edición de este encuentro, ha sido uno de los temas prioritarios para los organizadores. Allí, entidades que durante el año promueven la lectura en la ciudad, se encargan de hacer una programación especializada de talleres para trabajar con los colegios que programan sus visitas. Se trata de dejar un aprendizaje para los más de 120.000 niños que se espera habiten el espacio estos días.

Convocar más lectores

La Fiesta, de entrada libre, es financiada en gran parte por la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía y además por la alianza entre varias empresas privadas, lo cual permite no solo la gratuidad sino una independencia sobre el trasfondo del evento.

“Nos interesa sumar lectores conscientes, que entiendan cómo funciona la cadena del libro y que se informen. Eso luego repercute en la manera en la que acceden a los libros. Cuando un evento público de alguna forma le pertenece a los ciudadanos, ha llegado a un nivel superior”, destaca Aristizábal.

Además, esta Fiesta ya no está sola. La acompañan durante el resto del año otras actividades, que entre todas son los Eventos del Libro (Parada Juvenil de Lectura, Días del Libro, Fiestas del Libro Comunitarias). “La Secretaría de Cultura, por ley, tiene que garantizar el acceso a la cultura para todos los ciudadanos”, señala Lina Botero, secretaria de Cultura. “Medellín se ha caracterizado por ser una ciudad que genera unos escenarios culturales hermosos”.

En tamaño e inversión la Feria de las Flores supera a la Fiesta del Libro como “el evento cultural más importante y más grande que tiene Medellín”, de acuerdo con la secretaria. Más de un millón de personas participan de las actividades públicas que organiza la Alcaldía durante la Feria, una amplia programación musical, trovadora y silletera. Y hay diferencias, y por eso quizá no son comparables: esta tiene un componente rumbero importante. Participan 2.500 artistas e invitados, frente a los 400 que hacen parte del espacio dedicado a las letras y el conocimiento, a la Ciudad de los Libros que se abre hoy.

“La Fiesta del Libro es la cuarta más importante de Latinoamérica –precisa Botero–. Es el segundo evento cultural más grande de la ciudad, en términos de tamaño, y puede ser uno de los escenarios culturales más queridos por los medellinenses. Allí es donde nos encontramos desde diferentes puntos de la ciudad, donde hay uno en común”.

Catalina Rico Penagos, una ciudadana que asiste cada año, comenta precisamente que le gusta porque es un encuentro con el conocimiento, las ideas, con diferentes temas. “Nos oxigena, nos conecta con una pasión, nos ayuda a encontrarnos con otras personas que aman la lectura y cultivamos ese hábito” (Ver en Facebook).

De todos estos años de convivir con los libros, quedan muchas lecciones, pero especialmente una: “Que vale la pena cualquier esfuerzo alrededor de los libros y hacer lo posible porque la gente de la ciudad lea más. No de una forma utilitarista, sino de una forma que enamore, que cuestione, que haga soñar y que trascienda”, concluye el director.

Para esta celebración no hay lista de invitados, ya no existen los muros que separan al Jardín Botánico de la calle porque a fin de cuentas este festejo lo propician los libros, pero lo disfrutan todos

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