A los 34 años, una mujer recibe un mensaje de texto de su madre en el que le dice que su padre, al que jamás ha visto ni sabe de su existencia, la quiere conocer. Este hecho abrupto da inicio a la novela Mi padre y otros accidentes, de Paola Guevara. Su única obra literaria publicada, pero recibida con gran suceso en el país.
Su novela es autobiográfica. ¿Fue sencillo tenerse como personaje? ¿Tener
su vida como trama?
“Es un libro basado en mi historia. Es una autoficción basada en la realidad. Como periodista, hubiera podido recurrir a otros géneros, como la crónica, el reportaje o la opinión. Elegí la novela porque me permitía más libertad, más recursos para contar. Fue un acto de inmersión. No era solamente contar el chisme, sino profundizar sobre los roles alterados. En mi vida real, me obligaron a decirle papá a mi abuelo; mamá, a la abuela; hermana a mi madre, y sobrino a mi hermano. No es solo la historia mía sino la de Colombia. Son muchos quienes viven con roles alterados. Y fue tremendamente difícil cavar en mi psiquis, porque nos enseñan a desviar la mirada y a vivir en el engaño”.
En la novela estaba “atada” a la realidad. O se concedió licencias para llenar con ficción asuntos que no conocía o para desdibujarse un poco en el libro?
“La reflexión sobre mi drama es ficción. Pero si hubiera querido ahondar en las razones por las que no le hablaba a mi madre, necesitaría siete tomos más. Pero la novela también permite eso: la elipsis”.
Usted se tiene demasiado cerca. ¿Cómo construyó el personaje central? ¿Cómo lo fue perfilando? ¿Cree que ya se conoce más?
“Durante la escritura de la novela fui creando un mapa mental que me permitía entender más lo que en mi vida me decían. Descubrir mi identidad. Esta obra me transformó el cerebro y me dio habilidades ampliadas de entendimiento. Los sueños, por ejemplo, me arrojaban conclusiones sobre situaciones que no comprendía. Fue una conexión psicológica muy profunda. Por supuesto que ahora me conozco más”.
¿Intentó escribir la obra en segunda o tercera persona, de modo que fuera una narración más impersonal?
“El hecho de encontrar a mi padre por primera vez a los 34 años de edad era algo que tenía que contar en primera persona. No con una voz impersonal. Perdería fuerza. En esta novela arriesgué mis vísceras, mi sangre, hasta mi código genético. El código genético que aparece en una de las últimas páginas, cuando mi padre y yo nos hicimos las pruebas para confirmar el parentesco, es el mío. Puse todos mis recursos físicos y mentales”.
Mi padre y otros accidentes es el primer libro publicado, pero no debe ser el único que ha escrito. ¿Qué más tiene: poesía, cuento, otra novela, ensayo?
“Llevo 15 años en el periodismo. Además de la novela, participé en otro libro, este de crónica, en 2017: El género del coraje. Son seis historias de mujeres policías víctimas del conflicto armado colombiano. La Policía convocó a seis periodistas para que escribiéramos esas historias y al editor Jorge Cardona para que coordinara la publicación. Nos dijéramos que contáramos libremente. A mi me correspondió la de Angélica, una mujer que murió en Tumaco. Quedaron solo cenizas y así se la entregaron a su madre. En literatura no había escrito nada más: di un salto en garrocha a la novela”.
Si no es agorera, cuéntenos de la novela que está escribiendo ahora. Lo que pueda decir de ella.
“Saldrá en septiembre de 2018. La agencia literaria planea venderla a países de otros idiomas. Es una historia inusual”.
¿O sea que nada puede decirnos?
“Tiene que ver con la transformación de los periódicos impresos y con el amor a primera vista”.
Sus columnas son cotidianas: el chontaduro como sello caleño, las vacaciones de uno mismo... ¿Cómo
las piensa y escribe?
“No son muchas las mujeres columnistas. Quiero opinar de todos los temas. Quiero ser irrastreable”.