Es algo instintivo tener miedo. Los animales y los humanos lo tienen, es su mecanismo de defensa. Aún así, aunque el miedo es una señal de alerta, volvemos a él en los cuadros y sonidos de una película o hasta en las letras de quienes materializan a sus monstruos.
La literatura de terror tiene sus primeras raíces en leyendas. En Mesopotamia ya se contaban historias sobre hombres lobo y en la Antigua Grecia había relatos acerca de seres que bebían sangre y atacaban a la gente mientras dormía. Todo eso, mucho antes de que Bram Stoker creara a Drácula.
El lado oscuro
Edgar Allan Poe, H.P. Lovecraft, Mary Shelley, Charlote Brontë o Washington Irving, todos ellos escritores cuyas obras se publicaron en el siglo XIX, fueron de los primeros en dar ese paso hacia la oscuridad formalmente.
Sus letras hacen parte de la literatura gótica, que se ubica en el Romanticismo (al menos en Alemania, Inglaterra y en Estados Unidos) y ellos contaron con autores base como Ann Radcliffe y Horace Walpole.
“Muchos escritores, en su momento, se aventuraron a crear este tipo de producciones literarias porque el romanticismo responde a un deseo por oponerse al espíritu científico del siglo XIX”, cuenta el profesor del programa de Estudios Literarios de la UPB, Juan Esteban Villegas. “El romanticismo, como lo han entendido muchos, se relaciona con una obsesión con la noche, por aquello que es indescriptible y no puede ser descifrado”, señala.
“Es como el otro lado del romanticismo, lo misterioso pero en el sentido negativo”, dice María Mercedes Andrade, profesora de Literatura de la Universidad de Los Andes.
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Cambios y regresos
Aunque la literatura de terror ha mutado y se ha visto en las pantallas, con el trabajo de escritores como Stephen King, aún puede revelar mucho de quienes lo realizan. “Freud dijo que el terror lo que revela son nuestros miedos inconscientes y que las historias de terror manifiestan esos miedos”, señala Andrade.
Esos artistas se volcaron “hacia aquellas partes de la condición humana que están ocultas, reprimidas”, añade Villegas. “En la época del romanticismo hubo movimientos migratorios de Europa del este a Europa occidental y el zombie o el muerto viviente era una manera de hablar de ese que es otro, desconocido”, recalca.
Hace unos años los zombies y los vampiros volvieron al cine y la literatura, y si bien son más famosos, todavía no son muy comprendidos. Quizá por eso mismo las historias de miedo todavía asustan.
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EL GATO NEGRO - EDGAR ALLAN POE
No es solo este, sino los muchos cuentos del estadounidense Edgar Allan Poe (1809-1849) como La caída de la Casa Usher o El Corazón Delator. En esta historia, Poe habla de un hombre cuyo mayor demonio quizá es el alcohol. Lo incentiva a tener comportamientos violentos que escalan en gravedad. Mata a un gato negro, su mascota consentida, que luego no lo dejará en paz hasta encontrar algo de justicia ante su crueldad.