En el cúmulo de historias que las guerras dejan hay una muy interesante: la de la protección de las obras de arte de la metralla y el fuego cruzado de los ejércitos. Mientras el grueso de la población piensa en huir del frente de batalla, algunos ciudadanos arriesgan el pellejo para salvar cuadros, esculturas, libros. Ese es el caso de Natalia Cherguik quien, al conocer el avance de las tropas rusas en la región ucraniana de Zaporiyia, cargó un camión con pinturas, armas de colección y cerámicas del siglo XVII.
El recorrido fue de 1.000 kilómetros – el equivalente de la distancia que hay entre Medellín y Punta Gallinas– con aviones de guerra surcando el cielo. “Fue un viaje espantoso”, le dijo a la prensa internacional la mujer de 50 años.
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Una de las dificultades mayores fue la de convencer a la gente apostada en los controles del camino de no requisar el camión: cada minuto de tardanza acercaba el contenido artístico que llevaban a la desaparición. La misión era importante para la historia de Ucrania: las piezas provenían de una región ocupada desde el siglo XVI por los ucranianos. Allí se practicó a finales del siglo XVII la democracia directa. El sueño concluyó con un panorama similar al de hoy: las tropas rusas avanzando por el territorio. En ese entonces, a las ordenes de Catalina II.
Es “un lugar sagrado para la historia de Ucrania”, confía a la prensa Maksym Ostapenko, de 51 años, director del museo de Jórtytsia.
El plan de salvamento lo diseñaron desde 2014, cuando Rusia anexó la región de Crimea. “Elaboramos una lista prioritaria de un centenar de obras, las más valiosas, que debían ser evacuadas en caso de peligro”, contó el funcionario.
Los datos no son esperanzadores: la Unesco estima que 175 lugares culturales han resultado dañados en Ucrania desde el inicio de la guerra. El ministerio ucraniano de Cultura indica que unos 100 museos y casi 17.000 objetos de patrimonio cultural se encuentran en los territorios ocupados por los rusos.
Las obras cargadas en el camión están ocultas. A principios de agosto los rusos interrogaron a dos funcionarios cercanos a Natalia Cherguik para que revelaran la ubicación del escondite. Hasta el momento nadie ha dicho nada.
Los ucranianos son contundentes: “Si no conseguimos salvar nuestro patrimonio cultural, la victoria de Ucrania no valdrá para nada”, asegura Cherguik.