El Planetario de Medellín recibió este miércoles la visita de 119 medios de Europa y América, que se hicieron presentes a través de sus mejores trabajos, publicados en su edición impresa y digital, con el fin de evaluar su calidad y excelencia en periodismo visual.
El Congreso ÑH2016 se realizó en dos sedes en paralelo, Madrid y Medellín. Esta última ofició como sede inaugural de una apertura a los medios de este lado del Atlántico. EL COLOMBIANO tuvo la oportunidad de entrevistar a Javier Errea (JE), presidente del Capítulo en español, y a Javier Uribe (JU), subdirector de diseño de El Universal de México.
¿Cómo nace la idea de hacer el ÑH también en Latinoamérica?
JE: “Llevábamos 12 años haciendo la competencia y el congreso de lo Mejor del Diseño Periodístico en distintas ciudades de Portugal y España, pero sentíamos que el espectro era mucho más grande, que había un potencial mayor a nivel mundial. En Estados Unidos hay una competencia anual con muchísimos medios, muchísimas lenguas y es difícil valorar el contenido. Se hace énfasis en la parte estética y nosotros siempre le hemos dado valor a lo periodístico, y ahí es donde queríamos que el jurado se detuviera, a valorar cómo la información se ha puesto en página”.
Con la diáspora actual de medios, ¿cómo no caer en que todo lo que es tendencia es noticia?
JE: “Hay un papel que me gusta jugar, es el de ser contracorriente. Soy combativo y cuando lo digo es porque creo que el periodismo tiene que recuperar una cierta radicalidad, una cierta esencialidad, y no lo digo desde un punto de vista nostálgico. Para que los medios sean imprescindibles tienen que decir cosas realmente importantes. En cuanto a las redes, son un juguete muy poderoso. Creo que hace falta un tiempo de decantación, esa es la impresión que tengo, y llegará un momento en que después de esta fascinación venga la pregunta y ahora qué”.
¿Cómo ser profundo y viral a la vez en el contexto mediático que estamos viviendo? ¿Es esto posible?
JU: “El gran reto de los diarios es cómo hacer viral el contenido. Porque evidentemente lo que ya está ahí, digamos lo escandaloso, lo chismoso, es muy fácil, por sí mismo ya es viral. Más bien es cómo dentro del trabajo periodístico, la agenda diaria logra competir con eso, y cómo se elabora el contenido para que llame la atención y que se ignore esa parte escandalosa, esa noticia rápida. Quizás ese es el reto de los diarios ahora. Y por otro lado está la parte de verificación de la información. En el día a día la gente a veces da como si fuera una verdad toda la información que circula y muchos medios la asumen como cierta si ya está en internet o en redes sociales. Los periódicos tienen que tener un ejercicio de verificación, verdaderos filtros, antes de darla por cierta o válida”.
¿La aparición de nuevas plataformas y dinámicas de la información ha generados otras formas de narrar?
JE: “Cada vez surgen más proyectos periodísticos nuevos con estructuras más ligeras, comprometidos con un periodismo serio y rentable, fruto de renunciar a la masividad. Los medios van a tener que aceptar que su objetivo no es ser masivos. Se debe entender que su papel debe ser otro: escuchar e informar de manera madura y serena a quien quiere seguirlos, que será una inmensa minoría. Se puede renunciar a la masividad y seguir siendo rentable si se ajustan los modelos”.
¿Cómo ha impactado a los medios el hecho de que las audiencias antes pasivas, ahora se hayan convertido en generadores y distribuidores de contenidos?
JE: “Los periodistas estamos perplejos, porque sentimos que hemos perdido el control, eso es incómodo. Antes teníamos el canal de distribución de manera exclusiva, pero hay que aclarar que a través de esta dinámica se obtiene una gran cantidad de información que necesita verificación y contraste. Eso nos debe servir como fuente de información para generar buenas historias. No podemos asumir que todo lo que se distribuye en la calle es información, aunque tengamos que competir con eso. A veces la masividad de la información que circula es muy ligera”.
JU: “Al final del día el periodismo tendrá la oportunidad de seguir siendo una profesión que el ciudadano no está dispuesto a reemplazar. Hay muchos lugares donde la gente no puede entrar y el profesional del periodismo sí, y quiere hacerlo para acercar el contenido a las audiencias. Los medios realizan un trabajo de curaduría y edición. No es el mismo discurso el que se envía a través de la web, de las redes sociales o el impreso, cada uno tiene un tratamiento diferente. Ahí se ve en parte el nivel profesional con el que los periodistas le hablan a las audiencias”.
¿Cómo perciben el desarrollo de la tecnología alrededor del periodismo?
JE: “Los medios no deben estar obsesionados con los desarrollos tecnológicos que surgen a diario. No se puede estar a la vanguardia total. A veces se requiere tomar cierta distancia, sino va a ser imposible tener un panorama claro, pues las novedades y los desarrollos nunca paran y el periodismo se podría convertir en un ejercicio de prueba y error. La tecnología no es nuestra misión, tenemos que usarla, pero no vivir en función de ella”.
¿Cómo se puede innovar en el diseño editorial?
JE: “La mejor innovación es hacer las cosas bien, porque no es cuestión de herramientas sino de qué haces con ellas. Se puede innovar por ejemplo en la fotografía, que es terrible en la mayor parte de los periódicos del mundo. Para mí innovar es que por fin los medios crean en el valor de la fotografía, que es una asignatura pendiente en la prensa.
En cuanto a innovar en tecnología, nosotros no somos una profesión tecnológica, porque ella no debería ser el corazón de nuestro negocio. Por ejemplo, con el tema de las animaciones hay un mundo para explorar gigantesco, pero hay que hacerlo bien, se hacen muchas cosas malísimas. El reto es cómo sacarle partido a esas cosas. Ya se ocuparán otros de ir avanzando en este campo, nosotros debemos ir detrás aprovechando ese desarrollo, pero no obsesionándonos por utilizar la última herramienta que ha salido”.
JU: “Yo me conformaría con que en nuestra revisión periódica de las ediciones tuviéramos ejemplares limpios a diario. Más bien la innovación vendría en aprovechar las herramientas de diseño para impulsar en procesos que permitan espacios de mejora”.
¿Cuál es el balance que hacen en el capítulo de diseño de información en esta edición de los ÑH?
JE: “Siento satisfacción porque hubo mucha participación, 119 medios de 15 países. También fue importante haber incorporado a la prensa popular, que es un segmento tradicionalmente despreciado. Este año se presentaron muy pocos participantes en esta categoría, así que debemos trabajar para captarlos. Los populares, al igual que la prensa regional y local son muy importantes y tienen mucha responsabilidad porque alcanzan públicos a los que la prensa tradicional no llega. Los locales son la vía por la que se informa la gente en las ciudades más pequeñas, por eso queremos estimular en ellos la calidad y lograr que pierdan ciertos complejos de inferioridad que tienen, al hacerlos conscientes de que dan la información de su región mejor que ningún otro medio.
Dentro de las novedades que vimos está la infografía aplicada a secciones que antes nos parecía imposible, por ejemplo política y cultura.
Por último, me llamó la atención el ganador a mejor medio digital, Nexo Jornal, un medio nativo digital. Con este y otros similares, los jurados percibimos que se hace evidente que son nativos digitales: se nota en la estructura, el planteamiento y la agilidad; están pensados para el teléfono inteligente”.
¿Cuáles son los tres pilares de un rediseño, hablando de fondo y no de forma?
JE: “Uno, escuchar al equipo con mucha humildad. Dos, entender lo mejor posible al mercado y a la audiencia a la que atiende ese medio. Tres, concebir que el rediseño sea un trabajo del equipo interno, que se lo crean, que entiendan que el consultor no es la estrella sino que es el que va a hacer que ellos brillen. Un rediseño tiene que ser la consecuencia de un proceso de reflexión interno mucho más global, si no es así, fracasa”.
JU. “Uno, escuchar. Dos, ser lo suficientemente ambicioso pero sin pretender hacer cosas que ni la redacción ni los procesos internos puedan sostener. Tres, una de las frases que se acuñó en la redacción de El Universal durante el rediseño con Javier Errea fue que “es un pretexto para mejorar procesos, reestructurar y reordenar, no tanto porque queramos tener una cara distinta, sino porque nos urge tener un interior distinto”.