Laura Mulahttaz es un dinamo y eso se percibe en su gestión cultural: combina tres trabajos que harían languidecer a cualquiera. Es una de las bailarinas de Mulahttaz, el grupo que ha difundido el Dance Hall en Medellín y Colombia. Además está a cargo de La escena, la agencia dedicada a la formación y promoción de los bailarines de Medellín. Y, por si fuera poco, es uno de los cerebros detrás del Reggae Dancehall, el festival que el 1 de julio hará del salón Masaya—El Poblado, Cl. 8 Número 43a-57— el epicentro de los ritmos caribeños urbanos. Dicho evento tendrá a diez artistas en escena, entre bailarines, músicos y DJs.
Laura está convencida de las profundas conexiones que hay entre la isla de Bob Marley y Antioquia, en particular la región del Urabá. Esos vínculos han hecho que los medellinenses no solo bailen dancehall o se muevan al compás del reggae sino que, más importante aún, se nutran de las filosofías y las narrativas culturales que dan piso y norte a estos géneros musicales. Y para demostrar la validez de esa idea se toma las trenzas afro que luce y dice: “Es por esta música que yo, por ejemplo, luzco este peinado. Es por estos géneros que la gente luce pintas o se dedica a los vinilos”.
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La idea del Reggae Dancehall Fest se le ocurrió a Laura tras dos hechos: el fin del Jamming Festival y un crucero que ella hizo de Miami a Kingston, organizado por los hijos del mítico cantante de I Shot The Sheriff. El Jamming —más allá del escándalo por su abrupta cancelación— fue un espacio de encuentro para los amantes de los ritmos jamaicanos. Su cancelación, de alguna forma, dejó huérfana a una comunidad que en los últimos años no ha hecho cosa distinta a crecer en las grandes ciudades. Ahí Laura vio una oportunidad. Por su parte, el viaje marítimo organizado por los hijos de Marley le dio una idea de la forma de materializar esa intuición cultural: un evento con mucha música que rompa las maneras convencionales de bailar.