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Tras bambalinas de la ópera, la opereta y la zarzuela

Una mirada al trabajo previo necesario para el montaje de un espectáculo artístico como la XXI Temporada, que comenzará el jueves 16 de abril en Medellín.

  • En la intimidad del vestuario. FOTOS juan antonio sánchez
    En la intimidad del vestuario. FOTOS juan antonio sánchez
  • Tras bambalinas de la ópera, la opereta y la zarzuela
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10 de abril de 2015
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180
personas trabajan en el desarrollo de la Temporada de zarzuela, opereta y ópera.
16
de abril se abre la temporada con la presentación de La del Soto del Parral.

Un rumor, un malentendido que con el paso de las horas y los días crece y amenaza con romper la amistad entre Miguel y Germán, y de paso acabar con el matrimonio de este con la bella y hacendosa Aurora.

En el medio cuatro personajes que ponen el toque cómico: Catalina, Damian, Tío Sabino y Tío Prudencio. Y en el trasfondo un personaje que nunca aparece en escena -Angelita- pero que es la explicación para todo el barullo que se arma en los dos actos y tres cuadros que componen una de las piezas de zarzuela más conocidas y famosas: La del Soto del Parral.

Se estreno hace 88 años y aún hoy sigue convocando a los aficionados y a quienes comienzan a adentrarse en el mundo del la escena lírica, por la riqueza de sus matices musicales, el argumento que permite ir del drama a la comedia, y volver otra vez a la primera, y, también cuenta, porque el hecho de que su interpretación sea toda en español acerca mucho más al público que por primera vez llega a esta manifestación artística.

Y es precisamente con esta obra que la Fundación Prolírica de Antioquia abre el próximo jueves 16 de abril su vigésimo primera Temporada Internacional de Zarzuela, Opereta y Ópera.

Una temporada que va hasta el 20 de septiembre de este año, y en la que, además de la obra que abre, se presentarán también la zarzuela Los Gavilanes, y las óperas La Viuda Alegre y La Traviata.

Acto I

Aurora enfrenta a Germán, su esposo. Lo nota cambiado, distante, cree que ya no la ama, que no es el mismo de antes. Germán se aleja de ella unos pasos, quiere evitarla, no tocar el tema, no puede revelar el secreto que lo agobia.

De repente, la escena se para. Una voz ronca, con un acento que de inmediato se nota tiene la cadencia y la musicalidad caribeña comienza a señalar una serie de correcciones para mejorar la interpretación. La voz va acompañada de un cuerpo delgado, de pelo cano, gafas y viste una camisa a cuadros con pantalón claro y tenis. Es Reidles Torres, o como le dicen sus compañeros Bobby.

Bobby se para entre los dos artistas líricos que interpretan a Germán y Aurora, Sidney Jiménez y Gisela Zivic; y a medida que su voz va dando las indicaciones de cómo deben interpretar esta parte de la obra, también su cuerpo va marcando el movimiento de Germán (Sidney) sobre el escenario. “No te vayas tan lejos, solo esquívala”, le dice al barítono, y sus palabras se acompañan con dos pasos que da alrededor de Aurora (Gisela), la rodea, la toma en sus brazos y para.

Así es como él quiere que se vea este momento cuando ya el ensayo sea historia y los más de mil puestos del Teatro Metropolitano estén llenos en las primeras dos fechas de esta nueva temporada lírica.

El teatro lírico es la conjunción de varias manifestaciones que independientemente también son arte. El canto lírico, la actuación, la interpretación musical, el baile, las artes plásticas.

Pero al unirse todas ellas sobre un escenario se logra un conjunto armonioso que logra la sensibilizar al público.

Para lograr que la mezcla de estos elementos dé como resultado una perfecta combinación entre actuación, música y canto; el trabajo debe dividirse primero, y luego, otra vez las partes se unen y se ensamblan en un resultado que debe atraer desde el punto de vista estético y emocionar.

Reidles Torres -Bobby- es quien se encarga de poner a punto la parte actoral. Su experiencia de cerca de cinco décadas en Cuba como actor, bailarín y director se transforman allí, en el salón de Instituto Tecnológico Metropolitano en Santa Lucía en donde el grupo ensayaba en la noche del miércoles, en las palabras de un maestro que busca que los actores y cantantes líricos que interactúan en esta popular zarzuela se apropien de cada uno de sus papeles y muestren en sus movimientos y sus actitudes la encarnación de sus respectivos personajes.

Él es lo que se conoce como el director artístico. En el entramado que se configura para recrear un espectáculo de este tipo la actuación y la música son los pilares sobre los que descansa todo el desarrollo de la obra. Y aunque a los ojos del público, ya lo decíamos, se muestran como una unidad, en las horas, los días y las semanas previas a la puesta en escena, no siempre ambos elementos se han trabajado juntos totalmente.

El miércoles, en el segundo día en el que el grupo se reunía para los ensayos, el énfasis principal estaba en la afinación- valga la expresión, de las actuaciones y los movimientos que cada uno debía tener sobre el escenario. Marcar sus entradas, sus salidas, su desempeño actoral.

Claro, también la música sonó durante la tarde-noche, especialmente con las interpretaciones de los personajes principales.

“No se trata que una sea más importante que la otra- la música o la actuación-. Las tres son principales y el caso es trabajar para que todas resalten”, comenta Reidles Torres. Pero claro, no puede desconocer que su labor fundamental es preparar a los artistas para que su papel se vea bien reflejado en el escenario “Exijo mucho en la actuación”.

Una exigencia que se traduce en su trabajo con el grupo. Una, dos, tres, cuatro veces, las que sea necesarias para una escena para señalar posibilidades, ofrecer alternativas y enriquecer el movimiento que los artistas deberán realizar sobre las tablas cuando la función sea ya una realidad y no se pueda parar más para corregir detalles.

Cómo hacer un flirteo. La mejor forma para representar un movimiento de indiferencia. La inflexión de voz correcta para dar la sensación de sarcasmo en el texto que se acaba de interpretar. La postura correcta para reflejar enojo. Todas son acotaciones que el director artístico va señalando, y detallando. Y los actores-cantantes y cantantes-actores, acuciosos anotan cada nueva sugerencia en su libreto, el mismo que repasan una y otra vez cuando no hacen parte del ensayo y se ubican a un lado del salón para repasarlo o para observar como sus compañeros asumen sus respectivos roles y que indicaciones les imparte este cubano que habla duro, como un regaño dulzón, más bien esperando que todos puedan oirlo y aprender.

Acto II

En la zarzuela los pesos entre la actuación y la interpretación lírica están un poco más equilibrados que en la ópera, en la que el principal centro de atención recae sobre la fuerza interpretativa del canto.

Por eso los directores artístico- Boby- y musical- el maestro Gonzalo Ospina- deben trabajar de manera muy armónica. “La comunicación con el director musical es fundamental para poder interpretar bien lo que el quiere reflejar a través de este elemento y llevarlo también a la actuación”, plantea Reidles.

Para el montaje de La del Soto del Parral, el grupo conformado en esta oportunidad por la Fundación Prolírica desarrolla sus ensayos de manera que poco a poco se vayan integrando los diferentes elementos que forman la pieza como un todo.

Luego de un trabajo de unas tres horas en las que la actuación fue el foco principal del trabajo, llegó el turno para poner a tono las voces, especialmente las del coro, a cargo de Gabriel Andrés Rodríguez

A lo largo de la tarde fueron llegando al espacio de ensayo en el ITM de Santa Lucía, los integrantes de este coro, algunos jóvenes, otros un poco más adultos, pero todos formados en los últimos años bajo la batuta de Prolírica.

Reidles Torres cede por un momento la batuta al director del coro, y sus integrantes sentados en un semicírculo a su alrededor comienzan el ensayo. Ya el grupo se ha acomodado en un salón más amplio y en el que la noche refresca un poco más el ambiente.

La mano del director va moviendose en una cadencia que marca el compas, el ritmo y la velocidad a la que esas voces unidas deben escucharse.

Arriba, abajo, derecha e izquierda. Todos siguen los movimientos, y sus voces se acoplan, siguen esa ruta imaginaria que el director marca en el aire con el movimiento de su extremidad.

Por un momento la mano se congela en el aire y el director coral detiene la interpretación que estaba dirigiendo para indicar como marcará la entrada del coro en esa escena en particular.

Un, dos tres, y de nuevo la mano comienza a flotar y moverse de manera gracil cortando el aire del salón en diversas direcciones que van dando vida e intensidad al canto de los integrantes del coro.

Entre tanto, sentado en un sillón, de lado de uno de los costados largos que forman el rectángulo del nuevo salón de ensayos, Sidney Jiménez mira su libreto y su partitura.

Él es cantante lírico, es su profesión. Pero también debe actuar en su papel de Germán. Tanto en el libreto de sus parlamentos, como en las partituras que señalan sus intervenciones líricas hace anotaciones basado en las indicaciones que tanto el director artístico como el musical han hecho.

Aunque señala que lo ideal del tiempo de los ensayos para acoplar cada una de las variables que hacen parte del montaje que finalmente lo espectadores aprecian sin que se perciba un resquicio, es de un mes, para esta obra cuentan con unos diez días.

La ventaja es que no es la primera vez que la montan, no como grupo, pero sí individualmente ya cada uno ha vivido estos mismos pasos.

Él, por ejemplo, ha participado en alrededor de 60 montajes de esta zarzuela, por eso se hace un poco más fácil encajar con el grupo.

Con su esposa en la obra, Gisela Zivic, es la primera vez que trabaja, pero a lo largo de los dos primeros días de ensayo el acople se va perfeccionando.

Igual sucede con su compañero Humberto Bernal (Miguel en la zarzuela) Las escenas van ganando fluidez, la interacción de ambos es más dinámica y el contrapunto y la tensión que debe generarse entre los dos personajes por ese secreto que gravita sobre la relación de amistad de los dos se va transmite de forma más palpable en la medida que se suceden los ensayos y las escenas se retoman una y otra vez.

¿Cómo no repetirse, después de haber interpretado la obra tantas veces?- pregunto

-Uno no se repite, cada director, tanto el artístico, como el director musical, interpretan la obra de distintas maneras en cada montaje, que siempre habra un toque diferente. Le dan su propia personalidad. Uno querrá que haga un movimiento asi o de esta manera, que es diferente a la forma de moverve que tenía en un montaje anterior. Un director musical podrá querer que en una frase sea más contundente y otro en la misma me pedirá que la alargue más- dice- Hay obras que tienen más de 200 años y siempre se podran interpretar de manera diferente.

Sidney- que también es matemático y a veces tiene que escribir esa como su profesión, porque hay personas y entidades oficiales sobre todo que creen que el arte, y la música no pueden ser la base de una carrera- se para y va al centro del salón donde el grupo ha ensayado ya por más de cinco horas, porque ya debe entrar a esta escena con su parte cantada.

Aún queda una hora más de ensayo por esa noche, y seis días más a doble jornada para que el próximo jueves, cuando el timbre del Teatro Metropolitano haga el último llamado, el telón se abra y la orquesta comience su primer compás, los espectadores puedan disfrutar de uno de los espectáculos más completos que brinda el arte.

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