La historia de El elixir de amor es sencilla: Nemorino, un hombre pobre, pierde la cabeza por Adina, una mujer adinerada. Ella no lo considera digno de atención y él, en medio de la desesperación, acude a la ayuda de un brujo, que en realidad es un embustero. Por supuesto, como en casi todas las óperas cómicas —llamadas bufas por los expertos— tras muchas peripecias, el amor triunfa. Esta opera, la más representada de todo el repertorio de Gaetano Donizetti, será llevada al escenario del Metropolitano el viernes 8 y el sábado 9 de septiembre, a las ocho y siete de la noche, respectivamente. El montaje, que fue dirigido por el cineasta Sergio Cabrera, tiene una nómina internacional de tenores y sopranos.
En esa lista destaca la soprano española Sara Bañeras, una de las voces destacadas del actual canto lírico de Hispanoamérica. Ella es la encargada de interpretar a Adina. No es su primer papel protagónico. Desde 2021, informa su página web personal, encarna a Violetta Valery en las funciones que la Novaria Artist hace en Barcelona de Traviata, la ópera más conocida de Giuseppe Verdi. Bañeras habló con EL COLOMBIANO de su carrera, del descubrimiento del canto lírico y del show que los antioqueños podrán disfrutar ese fin de semana.
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Hablemos del montaje de este fin de semana y los desafíos de la ópera para conectar con el mundo actual...
“La ópera es un arte total. En sus montajes incluye teatro, canto, baile. Hay luces, hay vestuario. Tradicionalmente se ha quedado como una cosa un poco obsoleta, quizá por el público, porque no se han dado las ayudas para que la vea los jóvenes. A veces los argumentos de las óperas parecen un poquito antiguos, pero ahora hay fundaciones, como Prolírica, que está haciendo la labor de llevar este género a otros públicos.
La idea es que la gente entienda que las personas que vienen a la ópera no son gente de clase alta. Por ejemplo, en este montaje hemos contextualizado esta obra en el desierto de La Guajira. Así se verá como algo más cercano, no como algo de una élite. La música es cercana. Yo creo que si las personas desde pequeñitas escucháramos este tipo de música y nos educaran para disfrutarla mucha más gente vendría a la ópera”.
¿Ese fue su caso? ¿Conoció el canto desde pequeña?
“Yo era una niña muy tímida. Me costaba mucho relacionarme con otra gente. Solo estaba con mis padres y ellos dijeron: “bueno, pues vamos a apuntarla a clases de música, de canto, porque así tendrá que hablar con gente”. A partir de allí me enganché con el canto. Y la ópera vino de manera natural.
Yo hacía el método Suzuki, que es un método que parte de que uno aprende un instrumento como se aprende la lengua materna. Se aprende a través de la imitación. Mis padres cantaban canciones infantiles y yo, como un juego, de manera natural, comencé a cantar canciones infantiles, que cada vez se fueron complicando más. De ahí pasé al pop, al musical y al final a la ópera”.