En una esquina de su oficina, la saliente secretaria general de la Corte Constitucional, Martha Victoria Sáchica, tiene una pequeña mesa en la que hay una muñeca con lentes entre rosado y púrpura, traje y pañoleta rosados y un pequeño bolso ocre de mano. Igualita a ella. “Gracias por su legado”, dice la tarjeta a sus pies.
Fue la muñeca que recibió el día en que la Corte le rindió homenaje por sus 31 años de servicio. Durante todo este tiempo, casi el mismo que tiene de existencia el alto tribunal, Sáchica ha sido la guardiana de los secretos de la Corte.
Ella ha sido el primer filtro en cada uno de los procesos que llegan a la entidad. Su signatura apareció en cada sentencia de la Corte hasta esta semana, cuando, luego de que aprobaron su retiro, se suspendieron términos hasta que se complete el empalme. De aquí en adelante, será su sucesora, Andrea Liliana Romero, quien empiece a firmar.
Sáchica presenció más de 2.500 reuniones de Sala Plena de la Corte, ochocientas de ellas antes de que la corporación se trasladara al segundo piso del Palacio de Justicia. Lideró el proceso de transformación digital del alto tribunal, fue magistrada encargada tres veces y llegó a compartir sala con 42 magistrados, ninguno de los cuales tuvo reproche alguno sobre ella o su labor.
Llegó por la docencia
El destino, en el que tanto cree Sáchica, la llevó a la Corte por una sola razón: era docente. Cuenta que mientras enseñaba en la universidad Sergio Arboleda, conoció al doctor José Gregorio Hernández.
“Un día él salía de la Universidad del Rosario y yo entraba porque tenía parqueadero ahí. Él me dijo ‘ya nombré magistrados auxiliares, pero vamos a elegir al secretario general. Cada magistrado presenta dos o tres candidatos. ¿Quieres que te presente, te llama la atención?’ Y yo le dije que sí”, recuerda Sáchica.
Luego de llegar a la Corte con todas sus capacidades, Sáchica empezó a labrar un camino que le trajo más satisfacciones que frustraciones, y cuando halló obstáculos en el camino, supo superarlos.
“Fui tres veces magistrada encargada. Estuve en el 99, siete meses y medio, y reemplacé a Hernando Herrera Vergara, padre del actual director de la Corporación Excelencia en la Justicia. La segunda oportunidad fue en el año 2000, reemplacé a Eduardo Cifuentes, que ahora está en la JEP. Y finalmente, al doctor Alberto Rojas, a quien le anularon la elección y lo reemplacé casi un año”, cuenta Sáchica.
Entre sus muchos recuerdos, Martha Sáchica tiene uno muy vivo y fue aquella vez cuando la Corte tomó una decisión sobre una inconstitucionalidad en la ley del concordato con la Iglesia Católica.
“En ese momento decirle a la Iglesia ‘usted no tiene un tratamiento especial frente a otras iglesias’ trajo una reacción terrible de los sectores conservadores”, recuerda.
Cuando termine el empalme, Sáchica volverá a ser docente hasta donde las fuerzas se lo permitan.
En una esquina de su oficina, la saliente secretaria general de la Corte Constitucional, Martha Victoria Sáchica, tiene una pequeña mesa en la que hay una muñeca con lentes entre rosado y púrpura, traje y pañoleta rosados y un pequeño bolso ocre de mano. Igualita a ella. “Gracias por su legado”, dice la tarjeta a sus pies.
Fue la muñeca que recibió el día en que la Corte le rindió homenaje por sus 31 años de servicio. Durante todo este tiempo, casi el mismo que tiene de existencia el alto tribunal, Sáchica ha sido la guardiana de los secretos de la Corte.
Ella ha sido el primer filtro en cada uno de los procesos que llegan a la entidad. Su signatura apareció en cada sentencia de la Corte hasta esta semana, cuando, luego de que aprobaron su retiro, se suspendieron términos hasta que se complete el empalme. De aquí en adelante, será su sucesora, Andrea Liliana Romero, quien empiece a firmar.
Sáchica presenció más de 2.500 reuniones de Sala Plena de la Corte, ochocientas de ellas antes de que la corporación se trasladara al segundo piso del Palacio de Justicia. Lideró el proceso de transformación digital del alto tribunal, fue magistrada encargada tres veces y llegó a compartir sala con 42 magistrados, ninguno de los cuales tuvo reproche alguno sobre ella o su labor.
Llegó por la docencia
El destino, en el que tanto cree Sáchica, la llevó a la Corte por una sola razón: era docente. Cuenta que mientras enseñaba en la universidad Sergio Arboleda, conoció al doctor José Gregorio Hernández.
“Un día él salía de la Universidad del Rosario y yo entraba porque tenía parqueadero ahí. Él me dijo ‘ya nombré magistrados auxiliares, pero vamos a elegir al secretario general. Cada magistrado presenta dos o tres candidatos. ¿Quieres que te presente, te llama la atención?’ Y yo le dije que sí”, recuerda Sáchica.
Luego de llegar a la Corte con todas sus capacidades, Sáchica empezó a labrar un camino que le trajo más satisfacciones que frustraciones, y cuando halló obstáculos en el camino, supo superarlos.
“Fui tres veces magistrada encargada. Estuve en el 99, siete meses y medio, y reemplacé a Hernando Herrera Vergara, padre del actual director de la Corporación Excelencia en la Justicia. La segunda oportunidad fue en el año 2000, reemplacé a Eduardo Cifuentes, que ahora está en la JEP. Y finalmente, al doctor Alberto Rojas, a quien le anularon la elección y lo reemplacé casi un año”, cuenta Sáchica.
Entre sus muchos recuerdos, Martha Sáchica tiene uno muy vivo y fue aquella vez cuando la Corte tomó una decisión sobre una inconstitucionalidad en la ley del concordato con la Iglesia Católica.
“En ese momento decirle a la Iglesia ‘usted no tiene un tratamiento especial frente a otras iglesias’ trajo una reacción terrible de los sectores conservadores”, recuerda.
Cuando termine el empalme, Sáchica volverá a ser docente hasta donde las fuerzas se lo permitan.