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¿Se instalará la mesa con el Eln?

Si no se cumple la liberación de los secuestrados, está en duda el arranque de la mesa en Ecuador.

  • FOTO COLPRENSA
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27 de octubre de 2016
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Infográfico
¿Se instalará la mesa con el Eln?

La desconfianza marca el inicio oficial de la mesa pública de negociaciones entre el Gobierno y el Eln, la segunda guerrilla del país.

Pese a ser la primera oportunidad en la que esa agrupación al margen de la ley se sienta a negociar con el Gobierno con una agenda clara, en sus 52 años de historia, el camino recorrido por ambas partes no ha generado certidumbre, en eso coinciden los expertos consultados por EL COLOMBIANO.

Muestra de ello es que a pocas horas del inicio de la fase pública en Quito, Ecuador, la mesa esté tambaleando por la falta de noticias sobre la liberación de los secuestrados.

Sobre el excongresista Odín Sánchez, secuestrado hace seis meses, después de haberse canjeado por su hermano Patrocinio Sánchez, no hay noticias, aunque ayer se rumoraba en Chocó que se había activado un protocolo humanitario para su liberación. Sin embargo, tanto el Comité Internacional de la Cruz Roja, a través de sus voceros, como la iglesia católica, por medio de monseñor Juan Carlos Barreto, le confirmaron a este diario que no tenían ningún operativo en marcha.

Al cierre de esta edición no había señales de su paradero ni de los demás secuestrados que tendría esa guerrilla.

Vale la pena recordar que el presidente Juan Manuel Santos aseguró que la mesa de diálogos con el Eln no iniciaría públicamente hasta que no sean liberados todos los secuestrados en su poder.

Negociación desconfiada

Podría decirse, según Luis Eduardo Celis, asesor de la línea de Posconflicto de la Fundación Paz y Reconciliación, que el Eln está jugando a una negociación rígida: “no quiere mostrarse flexible, considera que toda flexibilidad y todo gesto unilateral va en contra de sus intereses”.

En ese mismo sentido, Angélika Rettberg, directora del programa de Investigación sobre el Conflicto Armado y Construcción de Paz de la Universidad de los Andes, anota que “hay desconfianza de ellos (Eln) hacia el establecimiento, se han resistido a admitir que el secuestro es un problema para la negociación, se han aferrado a ese mecanismo de presión que les queda y eso es intolerable y por tanto eso se ha atravesado”.

Sin embargo, esas razones no son tan claras para Víctor de Currea Lugo, profesor de la Universidad Nacional y autor de varias investigaciones sobre el Eln, quien sostiene que el problema no radica únicamente en el Eln, ni en la liberación de Odín Sánchez y otros posibles secuestrados. “La cuestión no puede reducirse a eso”, insiste.

“No es cierto que sea difícil sentar al Eln, lo que ha sido problemático es que el Gobierno tenga una actitud coherente con ellos. En los casi tres años y medio de conversaciones preliminares, durante año y medio el Eln llegaba a las citas y el Gobierno no. Al menos 15 meses se perdieron y el Eln estuvo esperando a que el Gobierno llegara, ese tiempo ahora hace falta”, dice De Currea Lugo.

El docente aduce que en este camino han quedado tres mitos fuertemente posicionados en el imaginario colectivo: el primero que el Eln está dividido y que sus comandantes están de pelea entre ellos; segundo, que a esa guerrilla no le interesa negociar en serio porque va detrás de los territorios que abandonarán las Farc después de firmar su acuerdo, y tercero, que esa insurgencia no tiene voluntad de paz. “Los tres argumentos son mentira”, advierte.

¿Apéndice de La Habana?

Desde diversos sectores de la sociedad se ha hecho un reclamo porque la negociación con el Eln complete la paz que tanto necesita Colombia. De hecho la etiqueta #PazCompleta es tendencia cada vez que se habla en las redes sociales de la posibilidad de que el Eln se encamine en la negociación.

Sin embargo, esto no es tan bien interpretado por algunos analistas, y posiblemente tampoco lo sea para esa guerrilla.

“Yo creo que el proceso con las Farc pareciera estar tan avanzado, que en algún momento los estaba relegando a un papel ni siquiera secundario sino terciario y ellos no estaban tan interesados en entrar a la negociación como el apéndice que le falta a la paz completa”, argumenta Rettberg.

La experta afirma que la inesperada victoria del No, y el hecho de que se reabriera la discusión del acuerdo de paz con las Farc, le dio una oportunidad al Eln de volver a entrar al proceso de paz, ya no como un factor secundario sino como un actor central.

Álvaro Jiménez, director de la Campaña Colombiana contra Minas y estudioso de esta guerrilla, ya había adelantado que van a existir muchos temas comunes en ambas negociaciones, en los que finalmente el Eln tendrá que acomodarse a lo logrado en La Habana, especialmente en la Jurisdicción Especial de Paz y los protocolos de dejación de armas.

De acuerdo con Celis, tratar de otorgar un espacio diferenciado al Eln era un cálculo tanto del Gobierno como de la guerrilla. El primero no quería tener dos mesas abiertas y el Eln pretendía un espacio de protagonismo, por eso esperaron hasta ahora para iniciar.

El Eln que llega a la mesa

Resumir a una de las guerrillas más longevas de la región no es tarea fácil, ya que su clandestinidad lleva a que muchos de sus aspectos sean secretos, incluso para los investigadores que llevan muchos años estudiándola.

Su mayor apogeo fue hace dos décadas, cuando logró consolidarse en territorios estratégicos en recursos naturales y al ubicarse en zonas de frontera, especialmente en el Catatumbo, Norte de Santander, y su capacidad militar estaba al máximo, con cerca de 2.500 hombres armados.

Pero con la expansión de los grupos paramilitares el Eln la tuvo muy difícil. Entre las autodefensas y la Fuerza Pública fueron diezmando a sus hombres y replegándolos, prácticamente arrinconándolos.

“La vertiginosa expansión del Eln registrada en los años ochenta y noventa, ofrece un fuerte contraste con la configuración que comienza a tener la territorialidad de esta guerrilla a partir de los primeros años del presente siglo”, dice el informe “Auge y declive del Eln”, realizado por Camilo Echandía, docente e investigador de la Universidad Externado de Colombia, para la Fundación Ideas para la Paz.

“El Eln que llega a la mesa es un Eln que tiene más orden, más estabilidad, más recursos y más aire político que el de hace 15 años”, aduce Luis Eduardo Celis, quien agrega: “el Eln de hoy tiene mucho más orden y más capacidades que el que negoció con el presidente Uribe entre 2005 y 2007 porque se ha logrado adaptar al conflicto, ha permanecido en territorio, ha ido buscando alguna recuperación en las zonas que había perdido, sin ser la gran fuerza que fue en su mejor momento político y militar hace dos décadas, ha resurgido de las cenizas, en 2002 no estaba en las cenizas pero sí estaba bastante vapuleado”.

Currea de Lugo confirma que esa insurgencia no está derrotada militarmente, ni arrinconada, y que decidió ir por el camino de una paz negociada por voluntad propia ya que fue una decisión tomada en su 5° Congreso. En otras palabras, fue el Eln el que buscó al Gobierno.

Angélika Rettberg considera que “el Eln es menos jerarquizado, menos organizado que las Farc y la gran ventaja política que tiene es que ha sido de los grupos guerrilleros el que históricamente más interés ha mostrado por recoger demandas populares, el más interesado en lo que la sociedad civil opine y proponga y eso lo hace diferente en el sentido positivo de las Farc”.

Rettberg dice además que esta guerrilla tiene en contra que la sociedad colombiana ha cambiado y ya no es la misma que inició unos diálogos de paz con las Farc hace más de cuatro años: “es un país mucho menos paciente con las concesiones y también menos consternado con los impactos del conflicto. Eso obra en desventaja de la atención que el ciudadano promedio le preste a este tema, y también en contravía de las posibles concesiones que el Eln puede esperar”.

No obstante, agrega que el Eln cuenta con bases sociales importantes ubicadas en los territorios en los que actúa que, de acuerdo con los analistas, los reconocen políticamente, especialmente en regiones como Arauca, Barrancabermenja, Magdalena Medio y Catatumbo.

Al fin y al cabo como dice De Currea Lugo “ninguna guerrilla puede existir sin base social”.

Celis señala a otros actores que sin ser necesariamente base social del Eln, muestran todo su interés y su disposición para que estos diálogos sean exitosos: “hay un sector de la iglesia que siempre ha estado dispuesto e interesado en ayudar así como algunas empresas que han sido afectados, especialmente en el sector minero-energético y líderes políticos de diversas tendencias”...

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