x

Pico y Placa Medellín

viernes

0 y 6 

0 y 6

Pico y Placa Medellín

jueves

1 y 7 

1 y 7

Pico y Placa Medellín

miercoles

5 y 9 

5 y 9

Pico y Placa Medellín

martes

2 y 8  

2 y 8

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

3 y 4  

3 y 4

Pastor Alape confesó su primer desencuentro con el sistema de salud colombiano

  • José Cotín Berrío, alias Pastor Alape, y alias Samy Flórez en un hospital de Bogotá. FOTO Facebook José Cotín Berrío
    José Cotín Berrío, alias Pastor Alape, y alias Samy Flórez en un hospital de Bogotá. FOTO Facebook José Cotín Berrío
03 de enero de 2017
bookmark

Mientras sus compañeras de fila bailaban en La Guajira con los delegados de la ONU, José Cotín Berrío, más conocido por su rol de Pastor Alape en el Secretariado de las Farc, esperaba con paciencia a que lo atendieran los médicos de algún hospital en algún rincón de la capital colombiana. Por primera vez en décadas, el guerrillero se enfrentó al sistema de salud que millones de colombianos aguantan todos los días.

Alape llegó al centro asistencial a las 7 de la noche del 31 de diciembre acompañado por Samy Flórez, su novia guerrillera. Por los síntomas, que habían visto cientos de veces durante sus años de militancia en el monte, creían que el líder de la insurgencia tenía paludismo.

“Después de cumplir con los trámites de ingreso me puse frente al médico de turno, que realizó las respectivas formalidades de la consulta. Detuvo un poco el procedimiento al manifestarle más de 20 infecciones de malaria en mi vida; ordenó las pruebas, suministraron la consabida dosis de acetaminofén y amablemente –todas y todos fueron muy amables– orientaron sentarme a esperar los resultados”, contó el guerrillero a sus amigos de Facebook.

Lea también: Con ingenio, clínicas y hospitales enfrentan la crisis de la salud

Tres horas después, el médico confirmó que por las venas de Alape corrían protozoos parásitos tipo Plasmodium flaciparum, el agente biológico responsable de una de las enfermedades más letales del trópico: la malaria o paludismo.

Los Plasmodium flaciparum, que llegan a la sangre por la picadura del mosquito Anopheles, infectan los glóbulos rojos y provocan fiebres de más de 40 grados, temblor y sudor, anemia severa, colapso cardiovascular, presencia de hemoglobina en la orina, aparición de líquido en los pulmones, fallas renales y del hígado y por último, la muerte. “Así de tétrico es el informe”, escribió Alape.

Cada año, entre 700.000 y 2’700.000 personas mueren por un diagnóstico tardío -o un tratamiento ineficiente- tras ser picadas por el mosquito que transmite la malaria.

Le puede interesar: 20 propuestas para superar la crisis de la salud

“Recordé el antiguo Servicio de la Malaria que detectaba el parásito e inmediatamente suministraba la primera dosis; con esos recuerdos -tonto yo- me preparé a esperar a que el centro de salud llegara con el medicamento”.

Cualquiera que haya estado en una sala de urgencias de un hospital de Bogotá pudo haberle advertido a Alape que la espera sería larga. Las horas pasaron sin noticias del medicamento y el 2017 llegó a Colombia.

Los dos guerrilleros vieron desfilar por la sala de urgencias a “personas apuñaladas, lesionados en cabeza y cara, intoxicados por consumo de alcohol y no sé qué otras sustancias”, hombres con paros respiratorios y otros pacientes que debieron interrumpir la celebración de Nochevieja por la gravedad de sus cuadros clínicos.

Mientras tanto las enfermeras seguían tomando muestras de la sangre infectada de Alape, a pesar de que ya sabían que tenía malaria y que debía tratarse con la mayor prontitud. Al amanecer le habían sacado sangre seis veces, pero el medicamento no aparecía por ningún lado.

Siga leyendo: Crisis de la salud agrava finanzas de los hospitales en Medellín

Que no estaba disponible, que debían buscarlo con la Secretaría de Salud del Distrito y que requería de un permiso especial del Ministerio de Salud fueron las excusas del personal del hospital ante la ausencia del medicamento.

Finalmente, a las 12:20 de la tarde del domingo, una enfermera le suministró el medicamento que combate los protozoos causantes de la malaria. Alape asegura que habían pasado 14 horas y 20 minutos desde que se detectó la infección, mientras que “en la vida guerrillera se detecta la infección e inmediatamente se inicia el tratamiento”.

Según la Secretaría de Salud de Bogotá, para resolver la crisis hospitalaria en la capital del país se necesitan por lo menos 4.000 camas nuevas, pues en una ciudad de más de ocho millones de habitantes solo hay 3.500 camas disponibles en los hospitales públicos.

En las urgencias del Hospital de Kennedy, al sur de Bogotá, seis médicos atienden cada día hasta 200 pacientes. Y de acuerdo con el Distrito, todos los años hay alrededor de un millón de consultas de urgencias en la red pública hospitalaria. Un millón de hombres y mujeres que tienen que esperar tanto o más que el guerrillero de las Farc.

Solo queda decirle a Pastor Alape -o a José Cotín Berrío, como él prefiera-: bienvenido a la vida civil.

El empleo que buscas
está a un clic

Nuestros portales

Club intelecto

Club intelecto

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD