Francia Márquez quiere ser presidenta de Colombia pero si no lo logra, sabe que está abriendo camino para las niñas y mujeres negras “empobrecidas”, que como a ella siempre les dijeron “ustedes no saben, ustedes no pueden”.
“Han venido papás y mamás diciéndome que no me conocían, pero que su hija de 9 años les ha dicho que tenía que votar por mí”, dijo en Bogotá en medio del “Tour de Francia”, que hizo para conseguir los apoyos necesarios para lanzar su candidatura “Soy porque Somos”.
Antes de que se cerrara el plazo para presentar una candidatura por apoyos ciudadanos, admitió que no conseguiría las 580.620 firmas necesarias para ser independiente.
“Con honestidad y sin vergüenza tengo que decir que no hemos logrado recoger las firmas”, admitió.
Un tiempo después, fue avalada por el Polo Democrático Alternativo para la consulta interpartidista de este domingo en la cual compitió con Gustavo Petro, Camilo Romero, Arelis Uriana y Alfredo Saade en la definición de un único candidato del Pacto Histórico.
En las elecciones de este domingo, Márquez demostró el peso político de su figura, a pesar de que esta es la primera vez que participa en una contienda electoral, se convirtió en la tercera candidata más votada entre las consultas y la segunda en su coalición. De acuerdo con el Boletín 14 de la Registraduría la activista ha obtenido 484.699 votos.
Haciendo camino
En todo caso, como repite, “llegar a la Presidencia no es el fin, el fin es lograr poner este país en dignidad (...) lograr que nuestra humanidad, la humanidad de las mayorías, importe”.
Para ello ha hecho una apuesta personal dura; ella, que quería ser cantora o actriz, decidió empezar a luchar por su comunidad y su gente, primero oponiéndose a proyectos gubernamentales que alteraban el río Ovejas, un afluente que nutre su municipio, Suárez, en el Cauca y ahora desde la política.
A Márquez, hija de partera y de una tierra de campesinos, le dijeron toda la vida que aspirar a más, incluso a llegar a la universidad, “era impensable”.
“Ni siquiera nos enseñaron a pensar, a imaginar que una mujer negra pueda ser presidenta de un país tan violento como Colombia; es imposible”, dijo.
“El costo más grande es convencer a mi propia gente de que esto que estamos haciendo es necesario, es importante y lo podemos lograr”, agregó.
Y si no lo consigue el año próximo, al menos le queda el ejemplo para las que vienen detrás: “Lo logramos hoy o mañana, si no lo hacemos nosotros hoy, lo hace otro mañana, pero estamos haciendo camino”.