Las aguas cálidas de las islas de San Andrés y Providencia no fueron el paso seguro y controlado que se esperaban los migrantes venezolanos que evadieron el tapón del Darién para llegar más seguros a Estados Unidos.
Pese a que tomaron esa ruta un poco más larga y costosa, terminaron en una riesgosa embarcación que dejó a 38 personas desaparecidas y en el misterio de si murieron ahogados tras naufragar o se encuentran vivos y en un cayo cercano o en manos de secuestradores.
La tragedia ocurrió en la noche del 21 de octubre de 2023. Dos grupos de migrantes se escabulleron hasta un puerto ilegal en San Andrés y se embarcaron en dos lanchas distintas: una que llevaba 12 tripulantes y otra con 38. A bordo iban venezolanos y colombianos que esperaban llegar a Nicaragua y luego a EE.UU., donde se quedarían viviendo de manera irregular para buscar un mejor futuro.
Como en casi todos estos casos con “coyotes” y traficantes de por medio, la mayoría de migrantes iba en un sobrecupo muy riesgoso y sin chalecos de seguridad. Tal como cuentan los supervivientes, solo los niños y bebés más pequeños llevaban algunos de esos salvavidas viejos y hasta en mal estado.
Pero eso no era lo único que tenían en contra. Ese sábado hacía mal clima y tuvieron que intentar varias veces para adentrarse por aguas caribeñas. Tras diez minutos de andar a toda velocidad y con “olas muy pesadas” el grupo de 12 personas no volvió a ver nunca más esa otra lancha en la que viajaban alrededor de 38 pasajeros entre migrantes y tripulantes.
Después de ahí, nadie supo más de ese grupo grande de personas, por lo que la primera teoría fue que la embarcación se hundió y murieron ahogados en medio del mar Caribe y a oscuras, pero después empezaron las inconsistencias por las que algunos creen que aún están vivos.
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Pasaportes y posible secuestro
Lo primero que levantó las sospechas de las familias fue una serie de bolsas con ropa y documentos que hallaron en Costa Rica. En total eran 8 pasaportes y 2 cédulas que correspondían a 9 de las 38 personas reportadas como desaparecidas en esa lancha del 21 de octubre.
“¿Por qué encontraron esos documentos si se supone que se ahogaron en medio del mar? Pareciera que no se trata de un naufragio, sino de trata de personas. No podemos asegurar que sea un secuestro, pero alguien los tiene porque nuestros familiares se han conectado a redes sociales y eso no podría ser si no tuvieran internet”, dijo la venezolana Leidy Cardona, hermana de Natali Cardona, una de las migrantes desaparecida.
Y lo mismo asegura Wilson Gómez, quien reporta que las redes sociales de su esposa aparecen abiertas y activadas regularmente aunque no responde su mensajes. De hecho, Gómez ha recibido llamadas extorsivas en las que le aseguran que tienen a su esposa Dilimar Guevara y a sus niños de 3 meses y 13 años de edad.
“Me pusieron el llanto de un bebé en el teléfono. Pero mi hijo apenas tiene 3 meses y a esa edad los llantos suenan todos iguales. No sé si es mi bebé”, le dijo Wilson al medio La Prensa, de Nicaragua.
Por todas esas irregularidades y porque los migrantes ya completan más de un mes desaparecidos, la Procuraduría General de la Nación anunció que enviará un grupo especial para investigar qué pasó con ellos y “reunir a estas personas con sus familias nuevamente”, como aseguró la procuradora Margarita Cabello.
Nueva ruta mortal
Pero este grupo no fue el primero en desaparecer en esos límites entre Colombia y Nicaragua. En este mismo año reportaron otras lanchas con 18, 4 y 16 migrantes de múltiples nacionalidades que no aparecen.
Según reportes de las Fuerzas Armadas, en lo que va del año han sido rescatados 425 migrantes en Colombia, de los cuales 289 han sido en la isla de San Andrés.
Por eso es que esta “nueva” ruta de migrantes tiene en alerta a las autoridades, pues en busca de evitar el riesgoso paso por la selva del Darién, los migrantes terminan pagando estos viajes en lancha en los que hay una alta probabilidad de morir ahogados.
“Viajan de noche y sin ninguna reglamentación. Huyendo de los guardacostas y hasta sin chalecos”, aseveró Hernando Mattos, jefe del Comando Específico de San Andrés y Providencia.
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Según él, todos ellos llegan a San Andrés con boletos turísticos y simulando tener planes vacacionales. “Luego llegan acá y se dan cuenta de que el traficante los deja tirados. Acuden a puertos ilegales y se van con estas personas inescrupulosas que en ocasiones los dejan a su suerte en una isla cercana”, concluyó Mattos.