Bastó menos de una semana para que la paz total, que ya venía en decadencia y desacreditada, terminara en una crisis peor de la que no parece haber salida sin hacer cambios trascendentales.
Con el secuestro del papá del futbolista colombiano “Lucho” Díaz, el paro armado en el Chocó del Ejército de Liberación Nacional, ELN, y el levantamiento de las disidencias de las Farc de la Mesa de Negociación, el Congreso tuvo los argumentos suficientes para solicitar un paso que se le ha hecho muy difícil al presidente Gustavo Petro: sacar a Danilo Rueda de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y nombrar a alguien en su lugar que le dé orden a los proyectos de paz.
Tanta es la lealtad entre Petro y su comisionado, que Rueda ha sido una de las únicas fichas claves de este Gobierno que, pese a las críticas, ha logrado mantenerse en su puesto tras los sacudones ministeriales, los despidos de Direcciones y los múltiples cambios de mando que ha solicitado el jefe de Estado.
Pero esa misma “devoción” que le tiene el presidente no se ha visto reflejada en otros expertos de paz, políticos y congresistas. Pese a que la mayoría reconoce que Rueda tiene “buenas intenciones” e “intenta hacer todo por una verdadera paz” –como dijo uno de los negociadores del Gobierno– “está claro que hace tiempo perdió la capacidad de mantener esto en orden y que, poco a poco, ha dejado de ser una figura de autoridad ante los grupos armados”.
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Por todo esto, la representante Catherine Juvinao se pregunta si “habrá un límite para todo esto, presidente”, pues, según ella, el primer paso para que la paz total no siga siendo “un retroceso total”, es sacar a Rueda de ese rol protagónico desde donde se han desorganizado las cosas.
El castillo de naipes
Pero, pese a que lo que se vio esta semana fue la caída de un “castillo” al que Petro siempre le ha dado la “corona” de su Gobierno, lo cierto es que esto ha sido un cúmulo de pequeñas caídas tras caídas de “naipes” o problemas que fueron generando la crisis actual.
Para empezar, a Petro siempre se le cuestionó que los ceses al fuego implementados con mesas de negociación tan pocas avanzadas solo podían concluir con violaciones mutuas y, peor aún, con una herramienta de expansión para que los ilegales dominaran nuevos territorios mientras la Fuerza Pública cumplía con su promesa de no atacar a sus estructuras.
Y así fue. Según cifras presentadas este martes en el Congreso de la República, entre 2022 y lo que va de 2023, las disidencias de las Farc conocidas como el Estado Mayor Central aumentaron su presencia en el país en un 39,5%; el Clan del Golfo en un 12% y el ELN en 17,5%.
Lo que significa que los dos grupos principales que más aumentaron su control territorial son, justamente, las estructuras con las que el Gobierno habría avanzado más en la instalación de mesas de negociación y ceses al fuego.
Pero no son solo esas cifras las que han aumentado. Según Juvinao, la confrontación entre grupos armados subió 85%, la extorsión 15%, el secuestro 77%, los atentados contra oleoductos 56% y el confinamiento 24%. “Para qué sirven entonces estos ceses al fuego si a la gente la siguen matando”, se pregunta.
El derrumbe
Bajo ese panorama está claro que los cimientos ya venían débiles, pero los “naipes” empezaron a derrumbarse con rapidez con el secuestro de Luis Manuel Díaz.
Ese plagio que ya completa 10 días –y que continúa sin pruebas de supervivencia o fecha de liberación– minó la confianza de la sociedad en la paz total y comenzó una ruptura interna que concluyó con todo lo demás.
Este lunes, al ELN no le pareció suficiente con mantener secuestrado a un personaje ampliamente querido por los colombianos, sino que entregó información de que tendría a otros 30 secuestrados y anunció un paro armado de 72 horas que cobijaría todo el Chocó.
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Acto seguido, las disidencias hicieron lo suyo y suspendieron la mesa de negociación argumentando supuestos incumplimientos del Gobierno, un reclamo que parece desmedido si se tiene en cuenta que ellos secuestraron 15 militares y sembraron terror en el Cauca a escasos días de pactar la mesa.
Con todo eso, Petro tiene una paz total tambaleante, un aumento de la confrontación armada y un líder al que muchos dejaron de apoyar. Sin embargo, hasta sus críticos creen que aún hay tiempo de enderezar el camino y mejorar: “apartar a Danilo Rueda y reenfocar Paz Total no es una derrota sino mera sensatez”, concluyó Juvinao en el debate de control político.