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Los divorcios políticos, el camino de Ingrid

Después de su pelea con Alejandro Gaviria, partió de la coalición Centro Esperanza. Va sola por la Presidencia.

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30 de enero de 2022
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Once días después de alinearse como precandidata presidencial en la Coalición Centro Esperanza, Ingrid Betancourt decidió seguir en solitario en la carrera por la Casa de Nariño. Su llegada a la colectividad, en la que se destacan Sergio Fajardo, Jorge Robledo, Juan Manuel Galán y Alejandro Gaviria, fue al principio una brisa, pero terminó siendo un huracán que dejó ruinas.

Todo empezó en el debate que realizaron Revista Semana y El Tiempo, en el que Ingrid sacó las uñas y se le fue a Gaviria al cuello: “Alejandro, tú y yo hicimos un acuerdo, que lo firmamos en el cónclave, de que no íbamos a traer a la coalición a ninguna maquinaria. Tú has aceptado el apoyo de gente que a mí me preocupa muchísimo”.

Lo anterior llenó de sorpresa a Alejandro Gaviria, pues la noche anterior se habían reunido en total paz y sin ninguna queja. Todo parecía parte de un plan en el que la candidata se mostraba impoluta. El juego retórico, además, le tiraba una bomba a los otros miembros de la coalición, pues los tildaba de amangualarse con supuestas maquinarias corruptas.

En la tarde de este sábado, La coalición se pronunció frente al ultimátum dado por Íngrid con respecto a estas alianzas, acordaron criterios frente a las adhesiones de los precandidatos, pidiendo que se evitara la llegada de personas que han ejercido la política al lado de maquinarias pero aclarando que esta disposición no es retroactiva. Es decir, aplica desde este momento en adelante. Con semejante maroma, Betancorut se hizo a un lado.

“Nos vemos obligados a dar un paso al costado de la Coalición Centro Esperanza. Seré candidata independiente (...) Esa falta de posición clara nos obliga a asumir el liderazgo de una batalla que tenemos que dar y ganar en Colombia, por una política limpia, justa y que no les robe las oportunidades a 51 millones de colombianos que estamos secuestrados por la corrupción”.

En muchos quedó la sensación que el anterior arribo de Ingrid a la coalición no tenía otro fin que el de dividir. Sucede que el episodio de los últimos días no es una excepción en su carrera: han sido numerosos los pactos rotos por ella una vez siente que los convenios no fueron respetados o que no se adaptan a su visión del mundo.

La de Ingrid Betancourt ha sido una trayectoria política marcada por la ambivalencia frente a la clase política: si bien siempre ha tenido como suya la bandera de la anticorrupción, también le ha brindado su apoyo a los partidos tradicionales.

En 1994 recibió el respaldo del liberalismo para las elecciones parlamentarias, gracias a las influencias de su madre, la entonces senadora Yolanda Pulecio. En la campaña presidencial estuvo al lado de Ernesto Samper, con quien rompió relaciones apenas se revelaron los casetes del escándalo del proceso 8 mil.

La siguiente ruptura en su trayectoria electoral se produjo en 1997, cuando en una convención del partido Liberal salió abucheada tras denunciar los nexos de algunos políticos con delincuentes. En ese contexto, y con la mira puesta en las siguientes votaciones, fundó el partido Verde Oxígeno. Llegó al senado con la votación más alta, más de 150 mil votos.

Por esos años, Ingrid hacía política con su expareja Carlos Alonso Lucio (quien ha pasado por varios escándalos), con quien en los años noventa buscaba reuniones con los hermanos Rodríguez Orejuela en la cárcel La Picota.

En el Congreso, Ingrid se convirtió en una voz combativa que recién llegada de Francia quería revolucionar la política, sin embargo muchos de sus amigos políticos de entonces terminaron empantanados en escándalos de corrupción, pues bebía directamente de la influencia del Partido Liberal.

Se alió con Andrés Pastrana, a quien respaldó con el compromiso de reformar la clase política. El vínculo duró poco: se produjo el tercer divorcio de Betancourt: se alejó de Pastrana al sentirse traicionada.

Si bien antes de su secuestro a manos de las Farc registraba números bajos en las encuestas, su partido había ganado la alcaldía de San Vicente del Caguán, el lugar de los diálogos de paz del gobierno Pastrana con la guerrilla de Manuel Marulanda.

Su secuestro la convirtió en una figura mediática internacional hasta el punto de generar controversias entre el gobierno de Uribe con el de Nicolás Sarkozy. Tras su liberación, en una operación que ella calificó de perfecta, Ingrid Betancourt pasó de la fama a la molestia general al demandar a la Nación por una cifra astronómica.

Decidió por esos años no intervenir más en política y se exilió en Europa, aunque a la revista Bocas le dijo que regresaría a Colombia “si algún día hay la posibilidad de hacer algo”.

Al parecer, encontró una oportunidad, pero no terminó bien. La siguiente ruptura de su carrera se dio con Gustavo Petro, a quien respaldó con ahínco en la segunda vuelta de 2018. Sin embargo, la vida le da muchas vueltas a Ingrid y ahora en los debates públicos le dice al jefe de la Colombia Humana que ha pactado con el diablo.

Esta ruptura con la coalición Centro Esperanza no es nueva y, como ha sucedido en otras oportunidades, deja a varias candidatos comprometidos. Humberto de la Calle, por ejemplo, le pidió a Ingrid que recapacitara, que pensara bien las cosas porque él ahora está entre serle fiel a la colectividad o continuar como cabeza de lista por Verde Oxígeno. Pero el daño ya está hecho

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