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Los secretos que se fueron con la muerte de E. Báez

El exjefe paramilitar murió el pasado martes en Medellín. Víctimas lamentan que contó poco sobre el conflicto, pese a los pedidos de perdón que hizo.

  • Báez estuvo recluido en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí. Murió a los 64 años y mientras fue paramilitar comandó el Bloque Central Bolívar junto a “Macaco” y “Julián Bolívar”. FOTO archivo
    Báez estuvo recluido en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí. Murió a los 64 años y mientras fue paramilitar comandó el Bloque Central Bolívar junto a “Macaco” y “Julián Bolívar”. FOTO archivo
  • Ernesto Báez
    Ernesto Báez
21 de noviembre de 2019
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El último mensaje de reconciliación que alcanzó a expresar Iván Roberto Duque antes de que la muerte lo fulminara con un ataque al corazón, lo dijo el pasado viernes en una reunión en la que viejos excombatientes de distintos grupos armados ilegales le enviaron una comunicación al país para terminar con la guerra, la polarización y el odio.

Fue como una despedida en el que el antiguo comandante paramilitar del Bloque Central Bolívar (BCB), conocido con el alias de “Ernesto Báez”, reconocía que el diálogo y la palabra eran los medios para entender a una Colombia diversa.

“Descubrimos un hecho novedoso, ya desarmados: sentarnos frente a frente a contarnos la verdad. Me arrepiento de no haber estado en escenarios como este a lo largo de mi vida. Para llegar aquí nos tocó pasar por la desgracia de la guerra”, dijo en aquella ocasión. Antes de esta declaración, el llamado ideólogo del BCB pidió perdón a las víctimas una decena de veces en foros y conversatorios a los que fue invitado.

No obstante, la verdad que le reclaman las víctimas le quedó a medias. Dice Teresita Gaviria, directora de la asociación de víctimas Madres de la Candelaria - Caminos de Esperanza, que Báez siempre estuvo comprometido con ellas en temas de reconciliación y para contarles sobre los hechos victimizantes, pero aún hay mujeres que lloran a sus hijos desaparecidos y reclaman saber qué pasó con ellos y por qué.

“Falto que contara más. Él se quejó muchas veces de que en las versiones libres había contado muy poco porque el fiscal le decía que se enfocara en pedir perdón. Él me decía: hay mucho por contar y se los contaré a las mujeres, pero a mi debido tiempo, y mire lo que acaba de pasar, se muere y nos quedamos en el limbo”, expresa Teresita Gaviria.

Víctimas frustradas

Si bien Ernesto Baéz declaró en las audiencias de Justicia y Paz –marco normativo que permitió la desmovilización de más de 34.000 combatientes según el Centro Nacional de Memoria Histórica– que nunca empuñó un arma, los tribunales de esa justicia transicional lo sindicaron de ser el responsable de 2.200 hechos violentos entre los que cuentan masacres, homicidios, desplazamiento forzado, reclutamiento de menores y crímenes de género cometidos por hombres que tuvo a su cargo.

El 28 de marzo de 2019, la Fiscalía le imputó junto a los exparamilitares “Cuco Vanoy” y Ramón Isaza los delitos homicidio en persona protegida, desaparición forzada, desplazamiento, secuestro y tentativa de homicidio por las masacres La Libertad, Punta Coquitos, Honduras y la Negra, Caño de Trapo, Caño de Trapo 2, La Mejor Esquina, Masacre No. 7, Del Topacio o Mineros del Nuz, Corcovada, Vuelta Cuña, Del Volador y Del Tomate, cometidas entre 1985 y 1988.

“Que este señor se haya muerto es doloroso para mí, no porque me duela su muerte, sino porque nunca me dijo que pasó con mi hijo campesino asesinado en la masacre del Topacio. Ya no sabré porqué lo mataron. Aunque eso pase, en mi corazón de madre lo perdono”, dijo una de las víctimas que prefirió no revelar su nombre.

Otra de las víctimas que se quedó esperando una respuesta es la periodista María Jimena Duzán. El martes recibió el teléfono para conversar con él sobre la masacre en Cimitarra, en la que murió su hermana Silvia el 26 de febrero de 1990. “Me había buscado en el pasado pero yo no estaba lista para verlo a los ojos. Ahora que lo estoy, muere de infarto”, expresó Duzán.

Tras su muerte, Ernesto Báez fue enterrado a las 3:30 p.m. en el cementerio Jardines de Montesacro. En vida pidió perdón a las víctimas, pero con su muerte se llevó la verdad que tanto reclaman.

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