Dicen los familiares de las víctimas de desaparición forzada que la espera de un ser querido, de quien un día no volvieron a saber nada, es una tortura que pareciera no tener fin. “Es un dolor que no cesa porque uno guarda la esperanza cada noche, cada día que pasa, de volverlos a ver, de volverlos a tener”, dice Luz Elena Galeano, una mujer que en 2008 perdió el rastro de su esposo Luis Javier Laverde.
El drama que vive Luz Elena es una tragedia que no ha cesado en Colombia, ni siquiera con la firma del Acuerdo de paz y, por el contrario, es una práctica que los grupos armados ilegales han intensificado en las regiones en las que tienen alguna injerencia. Esto como una forma de control.
Así lo documentó el Comité Internacional de la Cruz Roja, CICR, que en su informe “Retos Humanitarios 2019”, muestra una preocupación especial por la continuidad de este delito. Christoph Harnisch, jefe de la delegación del CICR en Colombia, calificó de injustificable que todos los actores armados sigan usando la desaparición para amedrentar y controlar territorios.
“Desde la firma del Acuerdo de Paz con las Farc hemos documentado un caso de desaparición en el marco de la violencia armada cada 4 días. Sin embargo, nuestras cifras no son representativas de la realidad del país, por lo que la cifra real será probablemente mayor”, aseveró Harnisch.
El jefe de la delegación colombiana informó que el año pasado obtuvo información de 160 casos de desaparición, pero desde el CICR apoyaron y orientaron a 2.500 familias para que continuaran con la búsqueda de sus seres queridos, además, fueron recuperados y entregados a las autoridades 45 restos óseos para su identificación.
“Lo cierto es que la mayoría de los casos sigue sin resolverse mientras que cada día se suman nuevos hechos. Por desgracia, el tiempo juega en nuestra contra en la búsqueda, que se ve agravada por la falta de voluntad política”, desatacó el informe entregado por el CICR.