Hace 25 años, las mujeres ocupaban apenas el 28 % de los puestos de trabajo gerenciales en el mundo. Y en pleno 2020, cuando son visibles los esfuerzos crecientes de movimientos de mujeres y ONG por lograr sociedades más sensibilizadas en temas de género, esa cifra sigue siendo igual.
Así lo advirtió la ONU en un informe presentado ayer en el que concluye que los avances en equidad de género están estancados en todo el mundo.
Al cumplirse cinco lustros de la firma de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, que consigna el compromiso de los Estados miembros de la ONU para derribar cualquier obstáculo al empoderamiento de las mujeres, menos del 50 % en edad de trabajar tienen un empleo, lo que contrasta con el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, que sigue recayendo en ellas de forma desproporcionada.
A esas labores, las mujeres dedican aproximadamente tres veces más horas que los hombres, situación que se agudiza en África y Asia, donde las mujeres invierten siete veces más tiempo en las actividades del hogar que los hombres.
Y en la vida política, si bien la participación femenina en congresos y parlamentos se ha más que duplicado desde 1995, este año todavía no ha cruzado la barrera del 25 % de las curules. Mientras que la representación de las mujeres en los gabinetes ministeriales se ha cuadruplicado en el mismo período de tiempo, pero sigue estando muy por debajo de la paridad, en un 22 %.
En materia educativa, en el acceso a la educación primaria universal sí se han logrado avances. El informe consigna que niños y niñas acuden a la par a las escuelas en la mayoría de regiones. No obstante, ellas representan apenas un 35 % de los graduados en ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Menos de un tercio de los investigadores del mundo son mujeres.
Y la pandemia de covid-19 también ha puesto en evidencia otras brechas. Por ejemplo, en el sector salud, cerca del 70 % de los trabajadores son mujeres, por lo que se enfrentan a mayores riesgos de infección que los hombres.
Liu Zhenmin, subsecretario de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU explicó que “es necesario mejorar la puntualidad y la comparabilidad de las estadísticas a lo largo del tiempo y entre países, y el desglose y la difusión de datos por edad, sexo, ubicación y otras variables clave deben convertirse en una prioridad para medir y abordar las desigualdades entrecruzadas, responder a las crisis, y garantizar la igualdad de género para 2030”.