Dicen que el amor al dinero es la raíz de todos los males, pero en el país parecer ser un elemento suficiente para creerse mejor persona.
Eso fue lo que le pasó el pasado miércoles a un hombre en Bogotá, quien pensó que por solo tener un carro de alta gama, podía insultar a una agente de tránsito que le pidió mover el vehículo para no obstruir la autopista norte con calle 122.
“... Empleada, vea hijueputa. Vea en lo que ando, malparida”, se escucha en el vídeo que logró capturar una mujer que transitaba la vía y que también terminó insultada por el hombre clasista que se pavoneaba con su Toyota por la ciudad.
Frente a la actitud en calma de la agente, este hombre decidió subirse a su Land Cruiser Prado y le lanzó el último insulto: “¡Empleada! por eso es que es pobre hijueputa”.
Detrás de esa actitud, existe un problema de raíz en el país. Y es que para Carlos Charry, sociólogo y profesor de la Universidad del Rosario, esta problemática viene desde la época de los 80 cuando el narcotráfico entró al país y las diferencias económicas se hicieron más evidentes.
El acceso al dinero y al poder se quedaron en la cultura como un fenómeno que al parecer determina la calidad de la persona.
“En términos de sociedad, la desigualdad del país ha marcado hondos prejuicios que reproducen la idea de que el que tiene más dinero entonces es más persona, eso se enmarca en un contexto de total precariedad”, señaló Charry.
A este caso se le suma el de una mujer que el pasado miércoles decidió agredir a una funcionaria de la aerolínea Avianca en el aeropuerto José María Cordova, en Rionegro.
La asistente de vuelo solo le pidió que ubicara bien su tapabocas, pero la respuesta de la mujer fue que iba a perder su vuelo por culpa de ella. El enojo era tan evidente que decidió agredirla y humillarla.
“Le pegué por estúpida (...) muerta de hambre”, dice la usuaria luego de darle dos golpes a la asistente de vuelo.
Otro de los casos más sonados es el del senador Álex Flórez, quien protagonizó un escándalo en Cartagena.
“No seas tan sapo, cabrón. ¡Quedate callado!”, gritó estando borracho el senador a los policías que intentaban controlarlo.
Pero estos no son los primeros casos que se enmarcan en la famosa frase de “¿Usted no sabe quién soy yo?”.
Precisamente su origen en el país se remonta al año 2012 cuando el exsenador Eduardo Merlano decidió sobornar a unos policías en Barranquilla que querían multarlo por su estado de alicoramiento mientras iba al volante. Pero le salió caro.
“¿Usted no sabe quién soy yo? ¿Cómo le van a hacer una prueba de alcoholemia a un senador de la República? 50 mil personas votaron por mí ¿y ustedes me van a faltar al respeto?”, dijo el entonces senador, quien luego perdió su investidura y fue inhabilitado 10 años para ejercer cargos públicos.
La muerte política también le llegó a Nicolás Gaviria luego de amenazar a unos policías en Barranquilla. Su frase de “no sabe con quién se metió” lo hizo famoso en redes sociales y, cuando se lanzó a la Cámara de Representantes, no le perdonaron el bochornoso incidente del que tuvo que retractarse. Sin embargo, ni eso le valió para evitar la quemada en el Congreso.
Del joven de la Toyota no se sabe la identidad, pero en redes sociales ya lo catalogaron como uno más de los que creen que los privilegios lo hacen un humano de mayor calidad.