Como era de esperarse, el discurso del presidente Gustavo Petro en la Plaza de Bolívar, con motivo del Día del Trabajo y la radicación simbólica de su consulta popular, estuvo cargado de simbolismos, fervor político y advertencias disfrazadas de humor.
El mandatario apareció en la Plaza con la espada de Bolívar, que colocó frente a sí como pieza central de su puesta en escena. Desde allí, pronunció un extenso discurso, interrumpido por aplausos y vítores de una multitud.
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Petro centró su intervención en una ofensiva directa contra el Congreso. No ahorró calificativos: llamó “vampiros” y “hp” a quienes se oponen a su iniciativa, aunque luego, matizó sus palabras asegurando que se refería a “honorables parlamentarios” y “honorables periodistas”.
El trasfondo de su arenga fue claro: responsabilizó a los congresistas de aprobar o bloquear su consulta popular, y con ello, de decidir si los trabajadores más pobres del país tendrían mejores condiciones laborales o seguirían condenados a la precariedad.
Al cierre de su presentación, el presidente leyó un fragmento atribuido a una carta de Simón Bolívar:
”Quisiera tener una fortuna material que dar a cada colombiano, pero no tengo más que corazón para cuidarlos y una espada para defenderlos.”
Así fue la llegada del mandatario
Acompañado de su hija menor, Antonella, el presidente Gustavo Petro salió de la Casa de Nariño rumbo a la Plaza de Bolívar en medio de una especie de desfile ceremonial, encabezado por un grupo de guardias que portaban la espada de Simón Bolívar.
Ya en el lugar, y ante una multitud que se había movilizado con motivo del Día del Trabajo, Petro se dirigió a los asistentes, quienes también expresan su respaldo a la radicación del texto de la consulta popular impulsada por su gobierno, y aunque el Presidente habló de derechos laborales, su discurso se centró en gran medida en ataques a los congresistas, a quienes llamó “hp esclavistas”, para luego decir: “Son honorables personas esclavistas”.
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En la tarima, Petro estuvo acompañado por varios miembros de sus gabinete, como el ministerio del Interior, Armando Benedetti, y la ministra de las culturas, Yannai Kadamani Fonrodona; además se vio a congresistas del Pacto Histórico.
El mandatario inició su discurso agitando a la multitud. Afirmó que se trata de la “la mayor movilización del pueblo en toda su historia”.
Cuestionó que el Capitolio estuviera protegido por un telón negro para evitar los desmanes y consideró que era una ofensa contra los colombianos que salieron a marchar.
“El Congreso hoy está rodeado de negro. Como si esa institución no fuese constituida por el voto popular”, dijo mientras las personas lo ovacionaban.
Sus palabras las inició haciendo relación a los negros y los negros de Haití y relacionó la historia que tuvo el libertador Bolívar con esa nación.
El presidente, apeló a la servidumbre para reclamar a los congresistas que hundieron su reforma laboral y que, según él, se esconden tras las paredes del Congreso. Todo esto lo hizo hablando de la llamada bandera de la guerra a muerte, que fue usada por Simón Bolívar y que ahora Petro ha usado como símbolo en contra de las instituciones y la separación de poderes.
“¿Entonces por qué hay senadores allá que envueltos en la mortaja negra se creen rey cuando el pueblo de Colombia hace dos siglos dijo: no son soberanos? Es el pueblo el soberano”. “¿Entonces qué son esos senadores y este presidente? Sirvientes y sirvientas del pueblo”, afirmó.
”Hp esclavista”
El mandatario leyó en voz alta varias de las preguntas que conforman la consulta popular, la cual, según afirmó, será radicada en el Congreso por una comisión especial. Durante su intervención, arremetió con dureza contra quienes se oponen a su propuesta, calificándolos provocadoramente como “hp esclavistas”. No obstante, intentó suavizar el comentario aclarando que se refería a “honorables parlamentarios” u “honorables periodistas”.
También abordó el tema de la reelección, rechazándola tajantemente: “No me gusta siquiera reelegirme. ¿Cómo me van a meter otra vez en la tortura de ir otra vez a esa casa de cuartos fríos?”, dijo, en alusión al Palacio de Nariño.
Mientras leía las primeras preguntas de la consulta, la multitud respondía con un “sí” rotundo tras cada una, como si se tratara de un concurso de aplausos. La Plaza de Bolívar, convertida en escenario de respaldo popular, sigue siendo usada como termómetro de aprobación y vitrina de una puja democrática con fuerte carga simbólica.
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