Sin la pompa, ni presidentes extranjeros abordo, ni aviones k-fir sobrevolando se firmará hoy el acuerdo definitivo con las Farc, que promete cerrar 52 años de conflicto armado que han dejado más de 250.000 muertos.
La ceremonia protocolaria será mucho más sencilla que la celebrada en Cartagena el 26 de septiembre, a la cual acudieron 17 jefes de Estado, un rey y más de 25 cancilleres. Esta vez el acto se hará en el Teatro Colón, que con 124 años de historia ha sido testigo de la transformación de la capital, e iniciará a las 11:00 a.m. de la mañana, aunque los invitados están convocados a las diez.
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Según los organizadores del evento a las 11:00 sonará el Himno Nacional, seguido se dará la firma del nuevo acuerdo por parte del presidente Juan Manuel Santos y de alias Timochenko, máximo jefe de las Farc. Para finalizar ambos darán sus discursos, el último será el del jefe de Estado.
Al Teatro asistirán como invitados víctimas del conflicto, 90 miembros del cuerpo diplomático de las embajadas que hay en el país, expresidentes de la República, magistrados de las altas cortes, congresistas, directores de medios de comunicación y representantes de organizaciones de la sociedad. En esta oportunidad los periodistas no tendrán acceso al lugar y desde la Casa de Nariño cubrirán la noticia para sus medios de comunicación.
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Como acto cultural la cantante cartagenera Cecilia Silva Caraballo, del grupo cartagenero Tambores del Cabildo, interpretará a capela el Himno Nacional de la República de Colombia y luego cantará acompañada por esa escuela de formación en música y danza tradicionales del Caribe para niños y jóvenes.
Esta vez el acto no se hará al aire libre con el atardecer cartagenero en el fondo, pero será simbólico porque a escasos pasos, a solo 250 metros para ser más exactos, está la Plaza de Bolívar, enmarcada por el Capitolio, el Palacio de Justicia, la Catedral Primada y el Palacio de Liévano, sede de la Alcaldía, y unos metros más allá: la Casa de Nariño, el palacio presidencial. El nuevo acuerdo se firmará en el corazón de Bogotá.
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Acto histórico empañado
El que debería pasar a la historia como el hecho más importante de lo que va del siglo se ve empañado por la inconformidad que un sector de la sociedad tiene con el nuevo Acuerdo.
La oposición, mayormente representada por el expresidente y ahora senador Álvaro Uribe, reclama que este acuerdo no sea definitivo, que el Gobierno no lo firme y que en cambio continúe negociando los puntos en los que no se logró acuerdo, especialmente la elegibilidad política y la Jurisdicción Especial para la Paz.
Dicen además que si el acuerdo sí es definitivo vaya a refrendación popular como lo hizo el acuerdo anterior.
Esa puja, más la decisión del Centro Democrático de retirarse de las discusiones para refrendar el acuerdo en el Congreso de la República, dejan un mal sabor.
Germán Sahid, docente de Ciencia Política de la Universidad del Rosario, aseguró que “el escenario tanto nacional como internacional ha perdido interés en el acuerdo de paz de Colombia”.
Esto lo atribuye a los resultados del plebiscito del 2 de octubre, “un acuerdo de paz no tiene que ser consultado con la ciudadanía sino que puede ser negociado entre el grupo beligerante y el Gobierno, pero al ganar el No el Gobierno perdió la legitimidad”.
“A veces los acuerdos no se miden por lo buenos o por lo malos sino por el impulso político que la ciudadanía le da al aprobarlos”, anotó Sahid.
Los afanes del Gobierno
El próximo año va a ser muy diferente, habrán cambios geopolíticos que pondrían las negociaciones de paz con las Farc en un lugar muy distinto al que han estado durante los cuatro años anteriores. El mundo y Colombia no serán los mismos en 2017, aseguran varios expertos, por eso el presidente Santos tiene afán de firmar el acuerdo y dejarlo en firme.
Lo primero, señala Carlos Arias, coordinador de la especialización de marketing político del Externado, es que el 10 de diciembre Santos recibirá el Premio Nobel de Paz y necesita llegar con un acuerdo concluido: “sería ilógico ir a recibir ese premio con un acuerdo empantanado como el del Eln, tiene que mostrar algún triunfo en la materia”.
La segunda lectura de Arias es que el Gobierno tiene que pasar rápidamente la refrendación por el Congreso so pena de que los actores internacionales que están por cambiar vayan a quitarle el respaldo.
Entre ellos mencionó el relevo en la Secretaría General de las Naciones Unidas de donde saldrá Ban Ki-moon al finalizar este año, y la presidencia de los Estados Unidos a la que llegará Donald Trump el 20 de enero.
El apoyo europeo tampoco está seguro porque cambiarán varios gobiernos, entre ellos el francés.
Mientras tanto en Colombia, continúa Arias, se alistará la campaña presidencial del 2018, en la que sin duda los sectores de oposición aprovecharán para tachar de ilegítimo el acuerdo.
Así que no es que el Gobierno le esté reduciendo importancia al acuerdo de paz, sino que está apurado por las condiciones a las que va a enfrentarse en pocos días: “Hacerlo en el Teatro Colón y no en Santa Marta, que fue una de las alternativas que se planteó, está más asociado a que esto tiene que ser rápido, porque entre más se demore, más oposición podría haber. Hacerlo tan rápidamente en dos o tres días, en Bogotá, le da la posibilidad al Gobierno de pasarlo rápido y de que la oposición no tenga tiempo de reacción” . n