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El ‘babyboom’ que generó la paz necesita mejores condiciones

La misión de verificación de la ONU alertó sobre la precariedad que viven los hijos de los excombatientes.

  • En la vereda Carrizal, en Remedios (foto), se estableció una zona veredal para la dejación de armas de las Farc. Allí también se vivió el “babyboom” después de la firma del Acuerdo. FOTO jaime pérez
    En la vereda Carrizal, en Remedios (foto), se estableció una zona veredal para la dejación de armas de las Farc. Allí también se vivió el “babyboom” después de la firma del Acuerdo. FOTO jaime pérez
14 de abril de 2020
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Después de la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc, un fenómeno que no se pudo dar en la antigua guerrilla por los avatares de la guerra se hizo muy visible en los tiempos de paz: el “babyboom”.

Sin los afanes militares, los excombatientes de Farc se embarcaron en un proyecto de tener hijos y conformar familias. Hoy, casi cuatro años después de la firma, son más de 2.000 niños concebidos tras la dejación de armas. De estos, 900 habitan en los antiguos Espacios Territoriales de Capacitación y Reincoporación, ETCR, según Naciones Unidas. Sin embargo, la ONU advierte que no viven en las mejores condiciones.

“Sigue siendo preocupante la situación de más de 2.200 hijos e hijas de excombatientes. Aproximadamente 900 de esos niños y niñas viven en antiguos espacios territoriales de capacitación y reincorporación. La situación de los que viven fuera de esos antiguos espacios es aún más precaria”, consignó Carlos Ruiz Massieu, jefe de la misión de verificación en Colombia, en el informe que será presentado hoy ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Aún así, la misión de verificación de ONU resaltó avances en la creación de espacios para los hijos de los exguerrilleros: dos en Guaviare, uno en Tolima y otro en Cesar.

“Faltan muchas cosas”

“Irene” es una excombatiente de Farc que habita en el ETCR de Mesetas, Meta. Cuenta ella que durante sus años de guerra siempre anheló tener un hijo y no podía “porque un día estabas en un sitio y mañana tenías que correr”.

Hoy tiene dos pequeños con los que vive en el territorio donde hizo la guerra, y aunque no se arrepiente, dice que criar un hijo en las condiciones en las que ellas se encuentra, es muy difícil.

“La vez pasada el más pequeño, que tiene dos años, se enfermó a media noche. No pude sacarlo porque no había quien me llevara al pueblo y acá no tenemos personal médico. Además, la carretera es una trocha, y así es muy difícil”, relata “Irene”.

Para esta exguerrillera, no ha habido igualdad de condiciones para sus hijos. Dice que para entrar a estudiar a su otro niño que va a cumplir cinco años, en la escuela le pusieron un sinfín de condiciones y papeleo.

Al respecto, la senadora del partido Farc, Sandra Ramírez, afirma que la preocupación es grande, “porque por ejemplo, el problema no solo es la alimentación, sino también la educación porque en los espacios el internet es pésimo, no hay cobertura; la telefonía es de pésima calidad y esto se suma a las demás necesidades que tenemos en los espacios”.

A las denuncias, el alto consejero para la estabilización y la consolidación, Emilio Archila, aseveró a EL COLOMBIANO que para el gobierno del presidente Iván Duque, el tema de los hijos de excombatientes es de alta prioridad, pese a que, según Archila, este asunto no estaba contemplado en el Acuerdo.

“Hemos fortalecido el proceso de reunión de las familias. Hemos incorporado a los proyectos productivos las posibilidades de que las mujeres tengan la capacidad de contar con un apoyo para el cuidado de los niños en la medida en que tengan sus capacitaciones. Lo que hacemos es que cuidamos a los niños con los máximos estándares que tiene el Icbf”, dice Archila.

Un caldo de cultivo

La situación denunciada por los antiguos guerrilleros de las Farc es para Ximena Norato, directora de la Agencia Pandi, entidad que trabaja por la promoción, garantía y restablecimiento de los derechos humanos de los niños, el escenario perfecto para que estos menores tomen las armas.

“Las condiciones que les estamos dando a esos niños, en las que crecieron los combatientes, fue las que les allanó a los padres el terreno para llegar a un grupo armado ilegal. No hay un solo excombatiente que haya estudiado en un colegio privado, que haya sido amado, que haya gozado de salud, de educación, de cultura y eso hace que haya terminado en la guerrilla”, argumenta la directora de Pandi.

Para Norato, el Estado debe empoderar a esas familias para que tengan la capacidad de criar a sus hijos, y agrega que lo único que se necesita es cumplir lo estipulado en la Constitución y en el Código de Infancia.

“El poco acceso al colegio, las no garantías y la falta de gobierno y los millones de niños que viven en la pobreza les allana el camino para que tomen las armas”, concluye.

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