Acudientes, padres de familia e instituciones educativas deben evitar que la elección de una carrera para los jóvenes sea un dolor de cabeza. Hoy, cuando inicia el año lectivo, comienza la carrera por escoger el futuro profesional para miles de estudiantes del último grado escolar.
Dada la importancia que representa esta decisión, las instituciones educativas saben del importante significado que tiene el acompañamiento que brindan a sus alumnos en este paso trascendental, y por medio de sus profesionales les dan herramientas durante la etapa media vocacional (grados décimo, undécimo y también duodécimo) para concretar una decisión que, de ser mal tomada, puede acarrear consecuencias negativas para el joven.
A este proceso también están llamados los padres de familia o acudientes, quienes deben vincularse y contribuir en la orientación de los estudiantes. De ese modo, tomar la decisión del pregrado que se cursará en la universidad será más fácil para ellos con el acompañamiento de los actores involucrados e incluso de la institución de educación superior a la que aspiran.
En Medellín, entidades privadas y públicas desarrollan con sus estudiantes diversos programas de orientación profesional y vocacional. Tener una oferta integral que incluya un departamento dedicado en especial a esta labor es fundamental en los colegios privados.
En los colegios públicos, según Jorge Iván Jiménez Villada, psicorientador en el Inem José Félix de Restrepo, esto es un reto y una discusión que está pendiente en las instituciones con su representante, las secretarías de educación.
Para el psicorientador, darles a los alumnos herramientas para decidir sobre su futuro profesional, es una tarea que requiere la ayuda de muchos. No obstante, se pregunta: ¿están los adultos desligados de los proyectos de vida de sus alumnos?
“Estamos ante una problemática: los niños huérfanos de padres vivos siguen creciendo y los proyectos de vida no están fortalecidos por los adultos”, apunta el psicorientador.
Según él, los padres de familia no responden de forma adecuada a los intereses profesionales de sus hijos y en ocasiones los presionan para estudiar algo que “dé plata”.
Frente a las motivaciones que llevan a un adolescente a escoger una carrera profesional, Jorge W. Rodríguez Bernal, psicoterapeuta del grupo Saps (Sociedad para el Avance de la Psicoterapia centrada en el Sentido), comenta que los jóvenes deben guiarse por sus habilidades especiales, por lo que ellos sientan que sea un área en la que se destaquen.
“Tienen que tener presente que ser inteligente no es saber redactar un texto brillante o hacer un algoritmo. Hay inteligencias múltiples y cada persona se puede destacar de forma sobresaliente en algo en particular”.
El factor económico que, según Rodríguez, lleva a muchos adolescentes a escoger un pregrado, también es válido, sin embargo los invita a concientizarse de que en un momento decisivo las empresas no se quedan con quien quiere hacer dinero, sino con los que están convencidos de que esa profesión les da sentido a su existencia.
Clara Eugenia Londoño Galvis, coordinadora del departamento de psicopedagogía del colegio Cumbres, señala que para algunos estudiantes en enero apenas empieza ese último año escolar y para otros ya ha pasado la mitad de él.
Al primer grupo le sugiere aprovechar el tiempo en la búsqueda de información de perfiles profesionales y de los currículos de los pregrados en los que tenga interés, para así, más adelante, poder discriminarla y acercarse a una posible elección de carrera y universidad.
Para el segundo grupo recomienda tener claras las opciones y de ese modo prepararse para una posible entrevista o un examen de admisión, dos eventos fundamentales en los procesos de admisión de algunas instituciones profesionales.