El anuncio de un cese unilateral del fuego, aunado a la discusión de las medidas para desescalar la ofensiva militar de las Fuerzas del Estado como de las Farc, es el punto de la mesa de negociación en el que se centra ahora la discusión, más cuando se habla de su conveniencia.
Opositores y afines al proceso de paz tienen sus propios puntos de vista sobre el que giran sus hipótesis. Para unos, el cese unilateral del fuego y la suspensión gradual de las hostilidades beneficiaría el proceso de paz y le daría el impulso necesario para llegar a la firma del acuerdo final. Además, se beneficiarían las comunidades donde el conflicto armado es más álgido por los continuos enfrentamientos entre las Farc y las Fuerzas del Estado.
No obstante, para otros, el cese el fuego bilateral —al que habrá que llegar sea ahora o luego de firmarse el acuerdo—solo serviría para el fortalecimiento de la guerrilla.
Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el análisis de Conflictos, Cerac, asume que con la declaratoria del alto el fuego y el desescalamiento se entraría en una especie de círculo virtuoso de la disminución de lo que uno puede llamar acciones ofensivas del Estado y las Farc como actores principales del conflicto, y esa acción generará un entorno de paz tangible y constructivo para negociar lo que falta de la agenda.
“A los primeros que beneficia son las comunidades, pero hay que recordar que esto no es un cese el fuego bilateral, es un reducción de la violencia. Estas comunidades seguirán sometidas a los problemas de la criminalidad organizada y a los riesgos que representa la amenaza de la violencia”, expresa Restrepo.
La tesis del analista tiene como fundamento el estudio realizado por el Cerac a los cinco meses de tregua unilateral hecha por Farc de diciembre de 2014 a mayo de 2015.
El nivel de víctimas, el número de combates y acciones ofensivas en estos cinco meses, fueron los menores registrados desde 1984, comparando este mismo período hasta la fecha. Frente a los promedios históricos, la investigación registró la siguiente reducción de la violencia: un 85% de las acciones ofensivas de las Farc, un 73% de las muertes de civiles, un 64% de las muertes de la Fuerza Pública, y un 55% de los combates con estructuras guerrilleras pertenecientes a las Farc.