El padre Juan Jaime Escobar, un religioso mediático, de lenguaje cotidiano y que está cerca a cumplir 30 años de sacerdocio con un estilo cercano a la gente, se aventuró en el 2006 ante un auditorio en el Oriente antioqueño a señalar los términos en los que se daría un eventual proceso entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las Farc:
“Imagínense ustedes que dentro 10 años este país haga un proceso de paz al fin con las Farc, el grupo guerrillero más fuerte de todos. ¿Ustedes creen que los jefes están dispuestos a firmar la paz para ir a la cárcel 40 años? Yo no creo, me imagino que no. Ellos firmarían la paz quizá para ir al Congreso y participar de la vida política del país. Pero el problema es que desde el punto de vista legal eso no es justo porque esa gente mató y mató a sangre fría y pusieron carros bombas y asesinaron policías. Hubo secuestrados que murieron en poder de las Farc y cómo vamos a permitir que unos tipos que no tuvieron corazón ahora se pongan saco y corbata y vayan a definir el futuro de la nación”.
Ese pequeño fragmento que parece una epifanía, y que hace parte de una intervención de más de hora y media de su exitosa conferencia “El perdón”, se viralizó en los últimos días en redes sociales en medio del debate entre el sí y el no que votarán los colombianos el próximo 2 de octubre.
EL COLOMBIANO dialogó con el religioso antioqueño sobre los términos en los que se dio este video, la postura del sacerdote en la actualidad sobre lo negociado en La Habana y sobre el papel que cumple la Iglesia católica ad portas de vivirse un momento importante para el país en términos políticos, de conflicto y reconciliación.
Hace diez años no había una negociación pública con las Farc y esa posibilidad era bastante remota , ¿de dónde sale esa hipótesis que más parece una profecía?
“Hay que comenzar por decir que se trata de una frase amputada y descontextualizada. La conferencia completa la grabó el canal TeleVida, hoy Televid, y hay una parte en la que yo explico la diferencia entre el sentido de la justicia y el de la misericordia. La justicia lo que quiere es que quien ha causado el daño sufra algún daño como reparación o desquite por lo acontecido, mientras que la misericordia simplemente perdona y no busca que se sufra un daño. Muchas cosas de las que digo en las conferencias se me ocurren en el momento, vete tu a saber por qué en ese momento hice un escenario hipotético, de si algún día llegara a haber una firma de un acuerdo con Farc, pues lo normal es que ellos querrían que se aplicara el perdón mientras que quienes están ofendidos querrían que se aplicara la justicia”.
¿Por qué dice que está descontextualizado?
“Porque se corta justo cuando voy a empezar a hablar que el Dios del nuevo testamento no es el Dios de la justicia, que aplica el castigo para hacer pagar el pecado que ha cometido el hombre, sino que aplica la misericordia y da la vida en la cruz por amor. Justo cuando voy a empezar a decir eso el desocupado que grabó ese minuto y medio, lo cortó. De hecho no estoy hablando de política, es una charla sobre un tema religioso que es el tema del perdón, también como tiene que ver con la culpa y los sufrimientos de las personas termina siendo un tema existencial que afecta a todos, más allá de la parte religiosa”.
No estaba hablando de política entonces...
“No tiene una connotación política, es muy normal que en mis charlas haga referencia a realidades propias del mundo cotidiano de la gente: hablo de la familia, de la educación de los hijos, de noticias recientes, cosas que tienen que ver con la corrupción, con la Nación. No soy el típico curita que habla siempre de temas eclesiales o religiosos, sino que conecto siempre los elementos propios de la realidad histórica con las experiencias de la gente, sus sentimientos y la búsqueda de Dios.”
¿Qué lectura hace del momento que vive actualmente el país de cara a la votación del 2 de octubre?
“Independiente de la votación del plebiscito, que me parece que el Estado con toda la maquinaria tiene asegurado su resultado, y que las reglas de juego fueron cambiadas de tal forma que nunca sabremos qué pensó Colombia sino qué le dijeron al país que tenía que pensar. Más allá de eso, que me parece que no le hace bien al país, si a mí me dicen que hay la posibilidad de que estos señores que durante tantos años le hicieron daño a Colombia no sigan actuando así, me parece una oportunidad y me alegro de eso. Me sigue sonando, lamentablemente por todo lo que Colombia va a entregar a cambio, que es como pagarle al atracador del barrio para que no nos atraque. Y que es verdad que no nos volvió a atracar pero porque mensualmente le pasamos un dinero para que no lo haga, le damos dignidades y lo nombramos administrador de la urbanización”.
¿No la siente como una opción auténtica entonces?
“Si las cosas salen bien tal vez todo se acalle y los que ganaron dirán ‘ven que teníamos razón’. Pero si las cosas salen mal, que lamentablemente lo veo muy posible por el talante traicionero, ladino, tramposo que solemos tener en Colombia, habría división. Me parece que estamos jugando con fuego una gran división de los colombianos y una fuente de conflictos y animadversión muy grandes porque empezaríamos a echarnos las culpas unos a otros. Uno ve que la sociedad en su legítima ilusión de querer paz está dispuesta a entregar mucho con un gran sueño y un gran anhelo, creo que eso también lo vivimos en otro momento, los que tenemos más edad recordamos la ilusión de la Constitución de 1991 y creíamos que se iba a arreglar el mundo. También pasó con el proceso del Caguán”.
Difícil quitarle la esperanza a la gente...
“A mí como colombiano me da mucha tristeza que sea una nueva ilusión rota. Me encantaría que el arrepentimiento de las Farc sea sincero, porque como cristiano y sacerdote creo en el perdón y en la reconciliación pero para eso se necesita arrepentimiento sincero. Contrición de corazón que decimos los curas. Es decir, que a uno le duela el alma haber hecho lo que hizo y que esté dispuesto a cambiar de vida. Con todo el corazón. Así tiene todo el sentido del mundo perdonar”.
Las Farc desarrollaron varios actos de perdón público como Bojayá o el caso de los diputados del Valle ¿Siente que se abona el terreno para este tipo de actos?
“Saber a través de los medios que se conmovieron hasta las lágrimas con los familiares de los diputados del Valle me da esperanza. Hay que esperar cómo sigue esto, porque las Farc han demostrado que tienen una capacidad infinita de sorprendernos. Dios quiera que esta vez sean fieles y que no se burlen del dolor de Colombia. Pero claro, eso da esperanza. También hay que tener en cuenta que estamos a menos de dos semanas de ir a las urnas y entonces es una buena publicidad para el sí, mostrar que estos hombres están arrepentidos. Ojalá al día siguiente de ganar el plebiscito tengan los mismos deseos de llorar, de arrepentirse y de cambiar para siempre”.
¿La Iglesia debería seguir neutral o tomar partido en esta discusión entre el sí y el no?
“Debe mantenerse neutral, como debe ser. La Iglesia se equivocó mucho en el pasado cuando en ciertos momentos de la historia se identificó con un partido político, con corrientes de pensamiento, incluso con candidatos. El obispo de turno descalificaba a un candidato porque no era creyente o porque no pertenecía al partido oficial y alababa al que sí lo era. La Iglesia aprendió de esos errores y va detrás de valores más altos. Cada que ha existido alguna lejana posibilidad de un diálogo la Iglesia se ha ofrecido como mediadora. Además, para mediar en liberaciones de secuestrados, para recuperar personas, incluso cadáveres. Siempre quiere participar de un proceso de paz no porque se identifique con un partido o con el presidente de turno, sino porque cree en esos valores: la paz, la justicia, la libertad”.
Eso ha ocasionado algunas críticas...
“Evidentemente. Los del sí querrían que la Iglesia estuviera más del lado de ellos y no fuera como tan neutral y los del no se escandalizarían en caso de tomar partido porque les parecería que la Iglesia les ha dado la espalda cuando ellos tienen argumentos y temores. Nosotros como Iglesia, y yo como sacerdote miembro de ella, no podemos decir que hay que votar sí o no, tenemos que actuar en consciencia, ojalá cada persona se lea las 297 páginas, piense, oiga conceptos y vote según le ilumine el corazón y el espíritu santo, teniendo como objetivo no ganar una discusión sino ganar un país”.