Durante varios años doña Teresita les sirvió la comida a sus cuatros hijos. La sirvió aunque todos en la casa sabían que estaban desaparecidos y que tal vez no regresarían. Ella murió esperándolos. Por ellos, por sus muertos, votó Sandra Callejas ayer por el Sí, para que ninguna otra familia en el país repitiera su historia. Al final de la jornada, Sandra advirtió que ese No la llenaba de fortaleza.
“Mi voto fue todo un proceso emocional. Yo voté porque soy víctima y si mi voto podía aportar en este camino, pues adelante. Este apenas era el comienzo y teníamos que arriesgarnos”, dijo Sandra al empezar la mañana, con una sonrisa y bastante optimista.
Y es que aunque en todo el país ganó el No, en Ituango el Sí se impuso con el voto de 2.706 de sus habitantes (con el 97 % de las mesas escrutadas), quienes buscaban que sus hijos no derramaran más sangre. Además, durante la jornada electoral hubo un ambiente de tranquilidad y estas fueron calificadas por las autoridades como las primeras elecciones en paz. De acuerdo con el Ejército no se presentaron hechos violentos y la región estuvo custodiada por 450 de la Brigada Móvil 16.
Hernán Álvarez, alcalde de Ituango, dijo que entre los planes que tenía estaba comenzar con el desmonte gradual de las trincheras para convertirlas en espacios de paz y que para esta semana ya estaba acordado el cronograma para el traslado de los guerrilleros a la zona veredal de transición en la vereda Santa Lucía. “Con este No a nivel nacional muy probablemente los guerrilleros no quieran estar concentrados en la zona veredal. Esto generaría disidencia, discordia para la región”.
Y entonces la historia de Sandra, quien hoy tiene dos niños, se escucha, en su propia voz, tranquila, pausada, llena de esperanza: “Mi pasado fue muy duro porque yo soy víctima. Yo perdí cuatro hermanos, están desaparecidos y muertos. Y por la misma violencia mi mamá murió. De esos cuatro hermanos solamente le dimos sepultura a uno solo y los otros siguen desaparecidos. Mi mamá por el dolor de todo esto entró en una depresión, la consumió el dolor y murió. Le cuento, ellos fueron desapareciendo lentamente. Uno a uno. Para ese entonces yo tenía 16 años y hoy mis recuerdos son intactos. Me han preguntado que yo por qué no desaparecí y yo he dicho que sí, que esa guerra me desapareció. Lo que me ha pasado es que he aprendido a resistir, he sido resiliente. Ha sido demasiado dolor, por eso desaparecí. Viví la guerra todos los días y eso no fue fácil”.
María Castrillón, defensora de derechos humanos y concejal de Ituango, dijo que aunque no estaba tan convencida de la paz de La Habana, si lo está en que “todo este proceso nos ha afectado para bien. Estábamos muy tranquilos y no teníamos la angustia de que iba a explotar una bomba. A partir de ahora Ituango debería tener las mejores oportunidades. Nosotros necesitamos que el Estado tenga a Ituango como prioridad, que les ponga cuidado al tema de infancia y a las mujeres”.
Al final de la jornada, le pregunto a Sandra que si hoy cuenta su historia con dolor. Y dice que sí, que sí hay dolor. “Yo esperaba que este 2 de octubre se reacomodaran las cosas y que nos diéramos la oportunidad de una vida distinta. Sí, claro, tenemos un pasado triste, pero esta era una oportunidad para unirnos. Ahora le digo que ese No es muy duro, pero no nos podemos derrotar, a veces perder nos enseña a fortalecernos más”.