Antes de iniciar los diálogos de La Habana, en el 2013, hubo tres intentos formales para lograr la paz con las Farc. Tras casi cuatro años de diálogos se llegó a un Acuerdo de Paz entre el Gobierno y esta guerrilla, la más antigua del mundo.
Tras la firma en el Teatro Colón de Bogotá, el pasado 24 de noviembre de 2016, su implementación ha llegado a un punto neurálgico: la dejación de armas. El pasado 12 de junio, en la vereda La Elvira, ubicada en Buenos Aires, Cauca, cerca de una de las 26 zonas veredales y puntos transitorios de normalización del país, fue el acto en el que se alcanzaba el 60 por ciento de la dejación de las armas por parte de esta guerrilla. Más de cinco décadas Colombia ha estado esperando que esto ocurriera y lo que para algunos debería generar alegría, más tranquilidad y esperanza, para otros es una noticia que hay que mirar con cautela y desconfianza.
Con la intención de conocer los matices de la opinión de los colombianos, les preguntamos a nuestros lectores, a través de Facebook, ¿qué significaba para ellos que las Farc estén dejando las armas? La gente habló y efectivamente, la opinión no fue polarizada, también tuvo grises:
Las más de 500 respuestas a esta pregunta abierta permiten confirmar que en medio de la esperanza hay un alto escepticismo frente a la implementación del Acuerdo y la promesa de un futuro mejor para la nación.
Para el decano de la Escuela de Ciencias Sociales de la UPB, Ramón Arturo Maya, la explicación parte de la configuración de la guerrilla como enemigo común, como elemento que ha cohesionado a Colombia durante décadas. “Así, difundida la paranoia, aparecen unos ‘salvadores’, quienes asumen posturas tan disímiles como defender a ultranza el diálogo para el acuerdo o proponen la guerra como camino hacia la paz. Pero como al fin las cosas no cambian, la gente cae en el escepticismo; esto es lo que ocurrió al país varias veces en el pasado y quizás sea esta la principal razón por la cual la gente desconfía del actual proceso, aunque esté tan avanzado”.
Lo malo del escepticismo
Ramón Maya afirma que el escepticismo es nocivo para la vida social porque “es precisamente ese el contexto en el que los más jóvenes toman los caminos de la delincuencia y lo hacen bajo la premisa de que es mejor vivir intensamente, así sea poco, que estar padeciendo interminables necesidades. La clase política no puede cometer el grave error de quedarse nuevamente enredada en el odio y la intransigencia, ni en la corrupción, porque entonces se agrava todo al punto en el que ni los conocidos caminos para la transformación, tales como la educación, funcionan y terminamos confirmando a nuestro pesar que somos un pueblo de guerra, que no cree en la paz”.
Con voces a favor y en contra, este 27 de junio quedará en la historia de Colombia como un día crucial, en el que por la vía del acuerdo y del dialogo la guerrilla más antigua del mundo dejó las armas, requisito indispensable para dar el paso hacia la política.