Así como en Estados Unidos está el Barrio Chino en Nueva York, o la Pequeña Habana en Miami, en la capital antioqueña un grupo de ciudadanos indios ha formado un gueto en el sector Ciudad del Río, barrio El Poblado, y sus alrededores.
Según la Embajada de la India, en Medellín hay al menos 120 ciudadanos del país asiático (cerca de 2.000 en el territorio nacional). Están a más de 15.000 kilómetros de casa y conviven con una cultura totalmente diferente a la nuestra. Por ello suelen reunirse para practicar sus costumbres y preparar sus platos de comida típicos. Es común encontrarlos en grupo.
Otro fenómeno de esta comunidad es que la gran mayoría, según explica el embajador indio en Colombia Ravi Bangar, se especializa en los campos de la ingeniería, la computación y la asesoría a entidades bancarias.
EL COLOMBIANO se reunió con seis de ellos, quienes compartieron sus experiencias en Medellín y contaron cómo sobrellevan el peso de estar tan lejos de su tierra.
Medellín los flechó
Tirthankara, mejor conocido como Miti, es ingeniero de sistemas y trabaja desde hace un año y medio en la ciudad para Sophos Banking Solutions, una compañía especializada en desarrollo de software que trabaja con Bancolombia.
Medellín lo enamoró por tres razones: el clima, las mujeres de las que dice son todas “mamacitas”, y la amabilidad y la paciencia de la gente, que le ha facilitado sortear su poco dominio del español.
Las mismas razones que llevaron a Nilotpal, que llegó desde el nordeste de India hace tres años para brindar una capacitación de su empresa TCS (dedicada a la asesoría y consultoría para empresas), a quedarse sin ninguna prisa por volver a su tierra.
“No es una gran ciudad de millones y millones de habitantes, me gusta por pequeña. Además encontramos el escenario perfecto para innovar en tecnología y eso nos interesa”, explica.
Otros tres coterráneos trabajan en la misma compañía que él: Senthilkumar, Parthiban y Pandian, quien cumple cinco años en Medellín, con un dominio del español asombroso, acento arriero incluido, por lo cual fue bautizado como el “Paisa”.
“Aprendí el idioma con ayuda de amigos colombianos y hablando con taxistas, aunque aún me cuesta”, expresa, pero lo cierto es que su pronunciación es casi perfecta y es tan antioqueño que le encanta el aguardiente.
Por la dificultad que la gente en la ciudad los llame por su nombre, Senthilkumar, por ejemplo, adoptó uno local: Julio. Cuando pide domicilios a su casa, los repartidores se asombran de que un indio se llame Julio.
Él explica que, para que exista una Pequeña India como tal, tendría que haber un representante de cada estado de su país (que tiene 29). “Medellín no es el caso, pero sí es habitual que los que estamos aquí frecuentemos Ciudad del Río u otros sitios de El Poblado, entonces digamos que sí se podría llamar así a la comunidad”.
El embajador Bangar también revela que además de la tecnología y computación, un número menor de indios trabaja para otras empresas como la fábrica de motocicletas TVS; para la Corporación Mahavir Kmina, que asiste a víctimas de minas antipersonas; o la Fundación Mahatma Gandhi, que forma líderes pacíficos para la ciudad.
Sin dejar atrás las raíces
Hace dos años, uno antes de llegar a Medellín, Parthiban se casó con Sathana en India en una ceremonia de 1.000 invitados. Por lo general, cuentan los dos, las bodas en el país asiático son eventos de tal magnitud.
A modo de broma, Julio, Nilotpal y el “Paisa”, que son los solteros del grupo, dicen que es por eso que en su cultura solo hay un matrimonio, porque resulta costosísimo.
Adaptarse a la cocina local ha sido un tema complejo para Parthiban y Sathana, sobre todo porque en la ciudad no se consiguen tan fácil las especias que venden en India y para ellos los platos regionales tienen un sabor simple.
Pero en Medellín pueden encontrar algunos restaurantes indios, que a veces también funcionan como templos: Zaaika y Naan, en El Poblado; Govindas, en el Centro; o Tulsi, en Envigado.
Tienen una habilidad para partir los chapatis (tortillas indias) solo con la mano derecha, con la misma que agarran el arroz, porque para ellos el contacto directo con la comida es fundamental. Nilotpal y el Paisa, que ya llevan más años en Medellín son los únicos que se han acostumbrado a comer con cubiertos.
Parthiban y Sathana también extrañan los fuertes lazos familiares que tenían en su país. Viajar a su hogar natal no es un asunto tan sencillo. El viaje más corto tarda 26 horas y para eso hay que desembolsar pasajes que cuestan, en promedio ida y vuelta, cuatro millones de pesos.
Practicar la religión no es un problema para ellos, cada uno tiene un espacio reservado en su casa para orar. En India existen, según las escrituras del hinduismo (la religión mayoritaria en el país), 330 millones de dioses. Cada familia suele tener la divinidad de su preferencia.
Miti también revela que “existe un grupo de Whatsapp con cerca de 80 personas en el que acordamos reuniones para celebrar fiestas tradicionales de nuestro país”.
A todos les gusta el fútbol, pero son espectadores esporádicos y han ido en pocas ocasiones al estadio. Lo que en verdad les apasiona es el críquet, un deporte heredado durante el tiempo en que la India fue colonia inglesa, entre el siglo XIX y XX.
En el mismo grupo de Whatsapp, Miti participa de las convocatorias para jugarlo en cualquier cancha de El Poblado.
El Paisa también es aficionado al deporte y es habitual que se reúnan algunas veces en el mes para conformar equipos y practicarlo en el diamante de béisbol de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot.
La colonia de indios en Bogotá es mucho más grande y organizada. Nilotpal, que también trabajó en la capital colombiana, dijo que siente que en Medellín no se ha llegado a un punto de integración tan fuerte.
No obstante, el embajador Bangar subraya que las relaciones entre los dos países están creciendo y será mucho más común que cada vez lleguen más ciudadanos desde India a Colombia y especialmente a la capital antioqueña.
“La gente de Antioquia se caracteriza por ser trabajadora, son personas de acción y eso es lo que reflejan en todo el mundo. Al final lo que importa son los negocios y en Medellín nuestros ciudadanos se sienten muy cómodos”, concluye.
120
ciudadanos de la India residen en Medellín, según la Embajada de ese país.