Esa madrugada los dolores en su vientre fueron más intensos que en las últimas 32 semanas.
Las furiosas aguas del río San Juan estremecieron su humilde rancho, 30 segundos después de que saliera de él, junto a sus abuelos, su madre y Michelle, que aún permanecía dentro de su cuerpo.
Con su hija aferrada entre sus brazos, Leidy Tatiana Flórez camina, con la calma que le obliga la herida aún fresca de la cesárea, por las ruinas de la casa del barrio Ferro Mesa de Andes en la que vivió por más de 20 años, y que hace 25 días se llevó la avalancha, que también arrasó con otras 17 viviendas en el Suroeste.
“Los médicos me dijeron que yo estaba bien y que mi bebé había nacido sana de milagro”, afirma, con una tímida sonrisa y subiendo la voz para que el sonido del río, a escasos 20 metros, la deje escuchar.
Aquel sábado un bombero llevó en brazos a Leidy al hospital del pueblo. Sus contracciones eran aceleradas. El miedo, la premura y el esfuerzo al tratar de salvase motivaron que el parto se le adelantara.
Ilusionada con esa nueva vida, que les sonríe con esperanza, Dora de Jesús Vélez, no se cansa de apreciar la bebé.
“Mi hija Leidy es una guerrera. Sobrevivió y protegió a su pequeña en el vientre”, dice, en tanto revela que un par de días, luego de ser hospitalizada, nació su nieta.