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Así fue la caída del cabecilla “Turrón”

El líder de la banda “La Sierra” murió en un tiroteo con los comandos que incursionaron en su base rural.

  • FOTO CORTESÍA SECRETARÍA DE SEGURIDAD
    FOTO CORTESÍA SECRETARÍA DE SEGURIDAD
25 de julio de 2019
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Alias “Turrón” ya se había escapado dos veces, desde que en 2017 se convirtió en un objetivo de alto valor para las autoridades. Por eso ya no había margen de error, a la tercera había que detenerlo.

Hace 20 días un informante advirtió a los agentes de la Seccional de Inteligencia Policial (Sipol) que el jefe de la banda “la Sierra” había salido del barrio del mismo nombre, y que había montado un campamento en el bosque.

Para confirmarlo, la Sipol infiltró a cuatro investigadores en la zona, simulando ser campesinos y lugareños. Así lograron ubicar un complejo rústico, en la frontera de La Sierra con la vereda Media Luna del corregimiento Santa Elena, en el oriente de Medellín, según el relato que hicieron a EL COLOMBIANO dos policías que participaron en la operación.

La organización delictiva instaló allí una base, usando como fachada un campamento para el secado de café. Construyeron nuevos ranchos y puntos de observación alrededor, con capacidad para albergar a 10 hombres armados.

En los seguimientos establecieron que el sitio era frecuentado por Elkin Darío Benítez Vargas (“Turrón”), de 35 años, paramilitar desmovilizado del bloque Cacique Nutibara. En la actualidad era uno de los principales socios del cartel narcotraficante “Clan del Golfo” en el Valle de Aburrá.

Esa estructura se posicionó en la última década alrededor y en varios suburbios de Medellín, por medio de sociedades y patrocinios a combos locales, como “la Sierra”, “Barrio Bolsa”, “Mano de Dios”, “Altos de Aranjuez” y “Limonar 1” (ver el mapa).

Los detectives calcularon que “Turrón” había montado la base hacía dos meses. Desde allí divisaba los vecindarios bajo su control: La Sierra, Villa Liliam, La Estancia y Villa Turbay, a cuyos habitantes afectaba con extorsiones, amenazas y venta de drogas.

A la operación se unieron miembros del Comando de Operaciones Especiales (Copes), que estudiaron el terreno con cartografía y determinaron cuáles eran las entradas y salidas, así como las rutinas de los hombres que usaban el campamento. Los sospechosos solían trabajar de 7:00 a.m. a 7:00 p.m., desyerbando, puliendo ranchos y custodiando las reuniones clandestinas.

Con la información que tenían, decidieron dar el golpe al amanecer del 24 de julio.

Asalto al campamento

“Para esta operación se escogieron 30 comandos del Copes -narró uno de ellos-. Nos dividimos en tres: un grupo de ocho haríamos el asalto al campamento, otros iban a copar las rutas de escape y los demás estaban en alistamiento inmediato en un batallón cercano, para salir de apoyo en un helicóptero Black Hawk”.

La patrulla de reconocimiento de ocho comandos llegó al área en la noche del martes pasado. Con lentes de visión nocturna y trajes tácticos se camuflaron en la espesura de Santa Elena, avanzando en silencio hacia el objetivo. “La Luna nos favoreció, porque iluminó poco”.

Un dron pilotado por la Aviación Policial acompañaba los movimientos por aire, mientras que en la sede de la Policía Metropolitana estaba el puesto de mando, con el general Eliécer Camacho y delegados de la Sipol y Dijín pendientes de cada paso.

A las 6:30 a.m. de ayer los comandos se instalaron en la maraña cercana al complejo. Treinta minutos después llegó un puñado de hombres a trabajar. Entre ellos había alguien con una apariencia física similar al blanco.

Uno de los sospechosos estaba desyerbando el terreno y notó una silueta entre el pastizal. Con el Sol en su esplendor, alcanzó a ver a un comando atrincherado y quedó pasmado. “¡Quietos, Policía Nacional!”, gritaron los uniformados, y los ocupantes del predio, ocho en total, corrieron despavoridos.

El esquema de seguridad de “Turrón” reaccionó disparando y los comandos se desplegaron en la montaña, rodeando los ranchos. Las balas llovieron de lado a lado. “¡Contacto, contacto!”, se escuchó por el radio, y de inmediato despegó el Black Hawk con la tropa de respaldo. Detrás salió el helicóptero Halcón.

“El enfrentamiento no duró mucho. Ahí capturamos a tres personas, una de ellas quedó herida, las otras cuatro se volaron. En una manga, unos metros más abajo, quedó ‘Turrón’”, dijo el comando.

Los policías sometieron a los detenidos y les preguntaron quién era el muerto, para reconfirmar. Uno de ellos, con aire abatido, les respondió señalando el cadáver: “ese es el que buscan, ese es el número uno de la organización”.

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