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En seis informes, escritos entre septiembre de 2014 y octubre de 2015, el revisor fiscal de Plaza Mayor Medellín denunció el caos reinante en la contabilidad de la empresa cuyo capital es mayoritariamente público. La situación la calificó de caótica. Y era tan grave que, dijo, se prestaba para malos manejos y llevaba a que los estados financieros no fueran lo suficientemente confiables como para presentárselos a terceros.
Lea aquí todo el informe del revisor fiscal
Hernán Darío Estrada, el revisor fiscal, dio la primera alerta el 15 de septiembre de 2014, en carta enviada al entonces gerente Administrativo y Financiero, David Rodríguez Restrepo, quien al comienzo del gobierno de Aníbal Gaviria Correa había sido su secretario de Hacienda. En esa misiva, analizó las conciliaciones bancarias del mes de julio de 2014, una tarea que no le resultó fácil, porque no le entregaban información:
“Luego de solicitarlo reiteradamente durante el transcurso del presente año, el pasado 5 de septiembre me facilitaron 95 conciliaciones bancarias del mes de la referencia entre cuentas corrientes y de ahorro”.
Eso tiene que ver con el manejo del dinero y el objetivo de las conciliaciones: que las cifras del movimiento bancario coincidan con las que tiene la empresa.
Pero no ocurría así en Plaza Mayor. Estrada notó saldos contables que habían sido modificados con posterioridad al cierre, con lo cual quedaban desactualizados. Una cuenta creada en diciembre de 2013, con movimiento durante todo el 2014, según los extractos, pero que solo fue matriculada en la contabilidad en julio de 2014. Cuentas con saldo contable cero, pero con saldo en el extracto bancario, y viceversa, “Para las cuentas de mayor movimiento, muchas de las partidas conciliatorias corresponden a los años 2012 y 2013”.
“Son múltiples las causas que han derivado en una situación tan caótica como la actual”, dijo el revisor. Y entre esas razones destacó problemas con los sistemas contables; descoordinación entre las áreas de la compañía; que no se hacía uso de los sistemas provistos por las entidades financieras y, entre otros, que no estaba operando el módulo de conciliaciones bancarias dispuesto por el programa que tenían.
En palabras de Estrada, “se realizan pagos y se reciben dineros o consignaciones sin que se realicen los correspondientes documentos contables”.
Dado que, según el concepto del revisor fiscal, lo que afectaba las cuentas bancarias incidía sobre otras cuentas de la contabilidad, “considero que la confiabilidad de los estados financieros no es óptima como para presentarlos ante terceros”.
Con todo, la conclusión de Estrada, que debió llamar más la atención de la Gerencia y de la Junta Directiva, es la siguiente: “el descontrol existente abre un espacio grande, un riesgo latente, a que se presenten malos manejos, sin que esté diciendo o afirmando que esta situación se está presentando”.
Antes de entregar su informe, Estrada la compartió con los contadores de Plaza Mayor, Hugo Sierra y Alberto Mira, “con el fin de discutir sus comentarios previamente, sin que presentaran objeciones al presente”.
En una segunda alerta, fechada 18 de agosto de 2015, el revisor fiscal se concentró en el tema de los diferidos. Estos son costos y gastos que se hacen, pero que cuando se quiere mostrar un buen balance, se llevan a diferidos y se amortizan gradualmente. En Plaza Mayor tales diferidos pasaron de 2.430 millones de pesos en 2013, a 6.833 millones de pesos en 2014.
Dentro de la última cifra, el revisor identificó 3.246 millones de pesos que eran costos del 2014. “Le pregunté al Contador cuál fue el motivo por el cual no se llevaron los costos de lo facturado en el 2014 al período contable 2014 , su respuesta fue, porque no los había identificado”.
Periodista y escritor. Diplomado en información económica y financiera, Geopolítica y finanzas para no financistas.