Los pacientes afiliados a la EPS Ecoopsos en el Oriente antioqueño siguen viviendo un infierno en vida. En este momento hay nueve en condición crítica esperando una remisión.
De nada valió que la Procuraduría General le pidiera en mayo pasado a la Supersalud que interviniera en defensa de más de 22.650 usuarios afiliados a Ecoopsos en los municipios del Oriente, debido a inconvenientes y atropellos diarios por la suspensión de servicios médicos, así como las dificultades con el giro de recursos hacia las Instituciones Prestadoras de Salud (IPS).
En medio de la vigilancia especial por parte de la Superintendencia, la EPS se había comprometido ante la Mesa de Salud del Oriente antioqueño a subsanar los fallos en los servicios médicos y a ponerse al día con los usuarios afectados –muchos de ellos con patologías críticas– para agilizar remisiones y tratamientos.
Tras ser oficiado por la Procuraduría, el subgerente regional de Ecoopsos, Jair Sánchez, prometió un restablecimiento progresivo de todos sus servicios y por esto había llegado a convenios con el Hospital Regional de Rionegro y el San Juan de Dios de La Ceja.
El problema es que por las deudas que acarrea con las IPS, Ecoopsos no tiene una red de servicios en el departamento que le permita garantizar a sus usuarios acceder dignamente a consultas, intervenciones y tratamientos. En consecuencia, la EPS envía a sus pacientes a consultas a otros municipios y a quienes esperan por intervenciones de mayor complejidad los remite, en muchos casos, a otras ciudades.
En el Hospital Regional de Rionegro a los profesionales de salud les toca presenciar casos desgarradores. Por ejemplo, Flor María Zapata llegó con su esposo Martín desde el corregimiento de El Jordan, en San Carlos, y llevan 30 días, sin recurso alguno, a 100 kilómetros de su casa, esperando a que remitan a Martín para una intervención que necesita con urgencia.
El San Juan de Dios de Rionegro tiene en este momento nueve pacientes de la EPS que esperan remisión para procedimientos de alta complejidad en urología, cardiología, cirugía hepatobiliar, cirugía plástica, neurocirugía, oncología y gastroenterología pediátrica.
Aunque el hospital trata de mantenerlos estables su condición está empeorando con el paso de las horas.
Además de la complejidad de las intervenciones a las que deben ser sometidos, tienen que lidiar con la idea de que cuando llegue la remisión lo más seguro es que los envíen a Ibagué, Bogotá y Barranquilla. Todos los gastos deben correr por cuenta de los pacientes, la mayoría campesinos y personas de escasos recursos, que además deben viajar acompañados.
Una de las últimas remisiones, por ejemplo, fue la de un adulto mayor oriundo del Carmen de Viboral que llevaba en el hospital semanas esperando por una cirugía de alta complejidad, y cuando finalmente salió la remisión lo enviaron a Ibagué, a más de 400 kilómetros de su familia.