El abandono de algunos pacientes se contrapone a los sentimientos de solidaridad en los hospitales de Medellín que, como una problemática que vence cualquier tópico de dignidad humana, denuncian el incremento del número de personas que no son reclamadas por sus familiares, luego de la intervención quirúrgica respectiva.
Solo en tres de las instituciones médicas más representativas de la ciudad, reportan que en el último año han sido abandonadas 77 personas que ingresaron a las salas de urgencias por accidentes o diferentes dolencias.
Una de las situaciones más críticas la evidencia la IPS Universitaria León XIII. Allí las directivas han tenido que enfocar esfuerzos para buscar darles salida a 29 pacientes, en su mayoría adultos mayores, a los que, aunque los médicos les dan de alta, nadie responde por ellos.
Si bien en la sede principal de esa entidad está el grueso de los casos, quizá el más preocupante está en el hospital que manejan en San Andrés y Providencia.
Según el médico abogado, John Jairo Mosquera, del departamento de Auditoría de la IPS Universitaria, muchas personas creen que llevando al paciente y visitándolo diariamente, ya cumplieron. No es así. Ellos tienen que asumir el papel de familia.
“Cuando consideramos, desde el punto de vista médico, que el paciente puede ser dado de alta y manejado en su casa es obligación de la familia tenerlo, pero nadie lo quiere asumir, porque no tienen recursos o tiempo”, dijo.
En el Hospital General, esa realidad nos es nada diferente a la de la IPS Universitaria.
Este año tuvieron 68 casos de pacientes abandonados en sus instalaciones, 42 eran adultos mayores y 26 personas con discapacidades físicas y problemas relacionados con sustancias psicoactivas.
Para Marta Sepúlveda, directora de hospitalización y UCI del Hospital General, la única salida que tienen para resolver la situación y exigir a hijos, hermanos o padres que se encarguen de sus parientes, es interponer recursos ante Comisarías de Familia.
“Hay muchos casos donde la familia —cuando ven que el paciente es dado de alta y quedará en situación de discapacidad, inconsciente, o sin conexión con la realidad y que su cuidado representará trabajo— se pierden”, anotó.
El rostro del olvido
José Quiroz* llegó hace más de un mes a la IPS Universitaria León XIII, luego de que organismos de rescate acudieran, por un llamado de la comunidad, a atenderlo en una calle del municipio de Bello.
Los médicos le dictaminaron, inicialmente, una parálisis parcial de su cuerpo que le restringía su movilidad.
En una cama de la unidad de hospitalización, y mientras mira por la ventana hacia el norte del Aburrá, donde tiene una precaria vida, repite una y otra vez que quiere volver al garaje donde combina el reciclaje con uno que otro trago de licor que consume en las noches de frío.
“Quiero que León, mi amigo, venga ya por mi. Él me cuidará”, le dice José al personal médico que tras una minuciosa búsqueda le pidió, insistentemente, al único hijo del paciente que se encargará de él.
“El familiar que encontramos solo atinó a decir que su padre hace muchos años se había ido de casa y que no quería saber más sobre su vida”, dijo Beatriz Rico Zapata, una de las trabajadoras sociales del IPS Universitaria.
‘Ruta’ del asilo y albergue
Luego del proceso médico y hospitalización, si es del caso, el paciente es dado de alta, para lo cual desde la unidad de salud se lo informan a los familiares y acudientes.
Cuando los parientes no aparecen o se niegan a recibir al paciente, inicia un proceso de socialización por parte de los médicos y enfermeras para que lo tengan en casa y le brinden los cuidados, para lo cual se establece un compromiso de visitas periódicas.
Sin embargo, en muchos de casos de abandono, la instancia de búsqueda de familiares se agota y los hospitales deben recurrir a la justicia.
“Cuando no hay quien se haga responsable de los pacientes acudimos a Comisarías de Familia e interponemos tutelas para que los obliguen a asumir su papel”, estableció Sepúlveda.
El cuidado de estos pacientes, al final es asumido por el Estado. Si son menores acuden a Bienestar y si se trata de mayores de edad son los Municipios los que internan a las personas en albergues.
Lo que cuesta un olvidado
De acuerdo con los cálculos de los hospitales que evidencian mayor problemática de abandono de personas, uno de estos pacientes le cuesta a esos centros hospitalarios una cifra superior a los 130.000 pesos diarios, eso en alimentación y hospedaje.
No obstante, la mayor preocupación de las directivas y autoridades de la salud radica en el cupo que, permaneciendo en la unidad el paciente con orden de salida, le quita a las nuevas personas que requieren de atención médica.
“Esto también representa un sobrecosto porque es una cama que dejamos de facturar y tampoco se puede disponer a otro paciente”, enfatizó Sergio Galindo, auditor médico de la IPS Universitaria.
La problemática con los abandonados, que tiene enfermos a los hospitales, se agrava con el riesgo al que se someten otros pacientes. “Es un problema de salud pública, por ejemplo, si la persona tiene tuberculosis”, concluyó Mosquera.