Si hay un político en Colombia que ha sabido usar las cartas, redes sociales y las declaraciones públicas para dar golpes de opinión con un lenguaje coloquial, es el gobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez.
El mandatario en más de dos años de gobierno ha sido artífice de frases polémicas, sobre todo en las comunicaciones que envía a funcionarios, con las cuales logra llamar la atención de los medios y la ciudadanía, a la vez que sienta su posición sobre asuntos económicos, políticos y sociales.
Por ejemplo, la semana pasada cuando la Asamblea de Antioquia negó las pretensiones de Pérez Gutiérrez para enajenar la EPS Savia Salud, el diputado Luis Peláez, uno de sus principales contradictores, cuenta que fue calificado por el mandatario como “alborozo”.
El mismo gobernador se expresó sobre este tema que la Asamblea había tomado una decisión “inútil” al desestimar sus objeciones.
En agosto del año pasado, en el aniversario número 30 de la Universidad María Cano, el mandatario para opinar sobre las falencias del sistema educativo colombiano pronunció una frase que lo hizo merecedor de varias críticas.
“En Colombia optamos por enseñar una primaria y una secundaria, donde prácticamente el bachiller no sabe nada. Y la verdad no conozco una persona más inútil que un bachiller”, dijo.
Para el diputado Peláez, el gobernador tiene dos estilos: uno para darse a entender mejor y hablar sin tantos tecnicismos, pero otro más pasional, agresivo e insultante.
“A veces los ataques llegan de manera indirecta, habla de decisiones inútiles y provinciales, pero como dice el conocido refrán: a buen entendedor, pocas palabras”.
El corporado agrega que quizás Pérez Gutiérrez busca fomentar un poco el show con sus pronunciamientos, pero debería entender que no puede pasarse de la raya y caer en el irrespeto.
Para Jorge Iván Bonilla, experto en comunicación política y docente de la universidad Eafit, las cartas y las declaraciones del gobernador son muestras de una tonalidad y discursividad política que quizás tiene asentada de tiempo atrás, desde el inicio de su trayectoria política.
El uso de adjetivos que buscan apelar a las emociones y el tono regionalista en las comunicaciones de Pérez Gutiérrez, son el común denominador en el lenguaje usado por el gobernador.
Así lo considera Ximena Forero, magíster en Comunicación de la Universidad Javeriana y docente de la Universidad de Antioquia.
EL COLOMBIANO escogió cuatro cartas, del último año, en las que se puede leer el manejo del lenguaje que tiene el mandatario. Sobre estas, los dos expertos antes mencionados hacen un análisis del discurso político y comentan lo que podría esconderse en el uso de algunas expresiones.
EL DECRETO “MALA LECHE” SEGÚN EL GOBERNADOR
“...tratando a los departamentos como unos discapacitados administrativos sin derechos”.
La carta, dirigida al presidente Juan Manuel Santos en enero de este año, es una queja por un decreto que le quitaría a los departamentos las rentas de juegos de azar, licor y tabaco.
Según Ximena Forero, docente de la Universidad de Antioquia, el mandatario califica con juicios, usando expresiones como “a espaldas de”, “la Nación arrebata”, “¡Qué horror!” o “mala leche”, lo cual le da fuerza emocional al discurso. “Usa también una seguidilla de adjetivos en un punto: centralista, retrógada y dictatorial; con lo cual busca enfatizar su posición”.
A diferencia de otras cartas, analiza Forero, esta es más racional porque aunque usa frases coloquiales, también cita normas y hechos concretos para defender sus argumentos.
CUANDO LLAMÓ “GUACHE” AL DIRECTOR DEL INSTITUTO GEOGRÁFICO AGUSTÍN CODAZZI, IGAC
“¡Qué horror! Cómo le hacen de mal a la sociedad funcionarios guaches y vengativos”.
En agosto de 2017, el gobernador Luis Pérez le envió una carta al presidente Juan Manuel Santos por la disputa territorial de Belén de Bajirá entre Antioquia y Chocó. En ella, Pérez califica de “guache” a Juan Antonio Nieto, director del Igac. Jorge Iván Bonilla, experto en comunicación política, considera que la misiva tiene un fuerte tono regionalista. “¿Quién es el guache? Pues aquel que no tiene una posición social, que hace cosas mal hechas y que, por lo mismo, puede ser descalificado”, subraya y añade: “confundir un mojón con un alambrado o un muro, en clara alusión a la separación, más que fruto de la ignorancia, es un grito políticamente calculado en términos de darle más fuerza al mensaje del agravio expuesto por el gobernador”.
LLAMÓ “ATOLONDRADA” A UNA FUNCIONARIA
“No sé si esta señora está atolondrada; o si alguien le está pagando o dando algún beneficio”.
Por la entrega de la Institución Educativa Belén de Bajirá, que era de Antioquia, al departamento del Chocó, Luis Pérez envía una carta la ministra de Educación quejándose de la funcionaria que le había comunicado la decisión. “Llamarla “atolondrada”, decir que tiene “intereses sospechosos” u “oscuras intenciones”, es poner distancia entre dos pares (gobernador y ministra), y a quienes les puede caber el derecho de llamar como quiera a sus subalternos. Una vez más se asoma el tono clasista en el discurso del gobernador”, comenta Jorge Iván Bonilla. Por su parte, la docente Ximena Forero explica que el uso de tales adjetivos, es muy fuerte y poco acertado para lo que se espera de una misiva escrita por el mandatario de los antioqueños.
LA CARTA ENVIADA AL PAPA FRANCISCO POR SU VISITA A COLOMBIA
“Así como su Santidad nos enseña que los pastores deben oler a oveja, los gobernantes tenemos que oler a pueblo”.
Antes de la llegada del Sumo Pontífice al país, el gobernador escribió una carta en la que le abogaba por el campesinado colombiano. Jorge Iván Bonilla califica a esta misiva como un “discurso retórico hecho de lugares comunes”, con frases como “herederos del olvido”, y otros adjetivos para describir a esta población. Además, señala que se trata de un populismo que pretende acercarse al campesinado con expresiones como “los gobernantes tenemos que oler a pueblo”. En otro punto de la carta, el gobernador dice que los campesinos “parecen ciudadanos al margen de la ley”, lo cual, opina la docente Ximena Forero, es peligroso e inadecuado porque en Colombia eso tiene una connotación de ilegalidad.