“Yo trabajo en la estructuración de proyectos de vivienda. Un día llama un comisionista y me dice que le están ofreciendo el lote de Carabineros. ‘Eso es con la EDU, ¿te consigo una reunión?’. Yo le dije que claro. Y cuatro días después me llama y me dice ‘tenemos reunión este viernes 27 de agosto’.
“Llegamos, a la oficina de la EDU al lado del Parque San Antonio, pasamos tres controles y nos sentamos con el gerente, Wilder Echavarría, y dos acompañantes: Carlos Maya y David Rodríguez. Durante dos horas me contaron en qué estaba el lote. Y yo les dije que me interesaba”.
Así comienza el relato que un testigo le entregó a la Fiscalía sobre lo que podría ser un escandaloso caso de corrupción. El lote de Carabineros es uno de los terrenos más atractivos de Medellín: está cerca a la Autopista Norte y la carrera 65, al metrocable de Picacho, al Sena de Pedregal y a la Plaza de Ferias. Se le conoce así porque es vecino de la Escuela de Policía Carlos Holguín.
“El lunes o martes de la semana siguiente me contacta el comisionista y me dice ‘esta gente se quiere volver a sentar con vos. Nos vemos el miércoles 10:30’. Y yo le respondo: ‘Listo. Buenísimo’.
“Ese miércoles me dice: ‘ve, la reunión va a ser en Salamanca’, y yo le pregunto: ‘¿Pero Salamanca no es un edificio? ¿Por qué vamos a pasar de las oficinas principales de la EDU a ir a un edificio particular?’. Y él me responde: ‘eso fue lo que me dijeron’. Me pareció raro pero fui”.
“En la portería di mi nombre, ‘vengo para donde Sebastián’, ese era el nombre que me habían dado. Subimos al apartamento 1301. Nos abrió este Sebastián. Entramos, y el apartamento estaba vacío, solo tenía un sofá. Entonces, me di vuelta y le dije al comisionista ‘¿qué es esta vaina?’, y pensaba ‘qué cosa tan maluca’. Nos ofrecieron Coca Cola”.
El lote de Carabineros es un terreno de 73.000 metros cuadrados, más o menos el tamaño de toda la Unidad Deportiva Atanasio Girardot. Y en él se pueden construir unas 3.000 viviendas. Pertenecía a Julio Schwarzberg, un alemán que llegó a Medellín en 1927, que compraba tierras para construir urbanizaciones. Este predio lo entregó al Departamento de Antioquia en 1974.
El Departamento a su vez se lo transfirió un año después a la Cooperativa de Municipalidades de Antioquia (Coomunicipios). Y apenas unos años más tarde, sin saberse cómo o por qué, terminó en manos de un grupo de personas entre las cuales estaba Fernando ‘el negro’ Galeano, uno de los socios de Pablo Escobar en el cartel de Medellín. Eso ocurrió en 1980, cuando la mafia estaba en su mayor esplendor criminal.
Hay una curiosa coincidencia de fechas, cuando Pablo Escobar fue recluido en La Catedral, en junio de 1991, Galeano quedó por fuera de la cárcel para manejar los negocios del capo. Apenas un par de meses después, el 21 de agosto, Galeano hizo varias maniobras para quedar como único dueño del terreno. Y entre el 4 y el 5 de julio del año siguiente (1992), Pablo Escobar ordenó asesinarlo –junto a Kiko Moncada–, porque desconfiaba de ellos. No sería raro que maniobras como la que hizo Galeano con el lote de Carabineros hubieran tenido que ver algo con su muerte. Lo cierto es que los desmembraron e incineraron en la cancha de fútbol de la ‘cárcel’.
En el 2000, la Fiscalía incautó el predio de Carabineros y desde entonces quedó como congelado en el tiempo hasta el pasado 15 de julio cuando el presidente Iván Duque, en un acto en Medellín, le hizo entrega del mismo al alcalde Daniel Quintero para que fuera usado con fines de “reactivación económica” en medio de la pandemia.
Lo mismo ocurrió con otros lotes en el país. En Cali, por ejemplo, la SAE (Sociedad de Activos Especiales) entregó al alcalde Jorge Iván Ospina seis terrenos, entre ellos los del antiguo Club San Fernando.
El testigo le siguió narrando los hechos a la Fiscalía. “El comisionista que iba conmigo le preguntó al tal Sebastián: ‘¿Y en este apartamento vivís vos? Muy bueno’. Y él le contestó ‘No, solo lo tenemos para reuniones, aquí solo hacemos reuniones’. Ahí sí que más raro me parecía todo y en esas aparece otro señor que se llama Fernando Gutiérrez de Piñeres, es de Santa Marta, pero trabaja en Medellín en un negocio de drywall”.
Consultado sobre el apartamento, uno de los vigilantes del edificio comentó a un periodista que en efecto por esa época, agosto del año pasado, ese apartamento no estaba ocupado ni amoblado pero que llegaban a menudo carros a reuniones.
Y así mismo lo registró el portal IFM Noticas que reveló parte de este caso de presunta corrupción. Según el portal, vecinos del apartamento contaron que Sebastián, Miguel Quintero y Julio Gil, hijo del Notario 26 de Medellín, eran habituales visitantes del lugar.
“Yo entonces –sigue el testigo– puse el tema que nos convocaba del lote y me dijeron ‘No, esperate que ya va a llegar el señor’. Y yo ‘¿Ya va a llegar el señor?’. Se nos arrima este Sebastián y nos dice ‘bueno, me entregan los celulares, por favor’, yo como que no entendía lo que me estaba diciendo y le extendí la Coca Cola. Y él me dice ‘No, no, el celular me lo deben entregar todos. Así se manejan estas reuniones’. Pues entregué mi celular, él se los llevó, y tocaron la puerta. Entró un gordito, bajito, ojiclaro: ‘Mucho gusto, Miguel Quintero’.
“Fernando Gutiérrez tomó la palabra y dijo: ‘Bueno, hoy vinimos a hablar del lote de Carabineros, para ver cómo podemos hacer aquí este negocio’. Y Miguel le contestó: ‘Vea, esto es muy fácil, el propietario del lote es la EDU, ese lote está en papeles entre 10.000 y 12.000 millones de pesos, pero vale 45.000 millones. Entonces se lo compras a la EDU por esa plata, vas y pagas los 10.000 o 12.000 millones que sean, y los 33.000 o 35.000 restantes nos los das a nosotros. Nos los das por debajo”.
“Yo de una le dije: ‘Ve, en representación de donde yo trabajo te digo que, la verdad, no nos interesa estar en este tipo de negocios. Me podés decir que 500 millones de pesos y tampoco. Es que no aceptamos nada por debajo’”, le explicó el testigo a los investigadores.
“Entonces comenzaron a hablar Fernando Gutiérrez y Miguel Quintero: ‘¿Y si armamos otra estrategia? Nosotros tenemos unas empresas de minería y en esas empresas te hacemos una facturación o nos compras acciones, y por ahí sacas este valor...’. Seguían hablando como si no les importara. Y les dije: ‘No, no, no me interesa la verdad nada. Muchas gracias por todo, pero no’. Ellos seguían conversando y yo les alcancé a decir: ‘De una vez les digo, creo que a nadie que sea serio le va a interesar este lote en estas condiciones, porque eso que quieren no se puede hacer. Entre otras cosas porque ustedes tienen el lote más bonito de Medellín y lo van a vender supuestamente por 12.000 millones de pesos. Eso no casa. No resiste un análisis’”.
“Pero ellos seguían hablando. El uno le decía al otro: ‘Hay que mirar la manera de ver cómo se da eso, hay que lograrlo’, y Miguel le decía a Fernando: ‘No, hombre. Yo te he dicho siempre que de pronto es mejor coger ese lote y partirlo en varios lotecitos y vendérselos a varios constructores, porque ahí sí en cada venta escondemos de a 2.000 o 3.000 millones y ahí sí se puede más fácil, que esconder 33.000 o 35.000 millones de entrada’”.
“Yo era como asombrado de verlos hablar de esa manera y en un momento les dije: ‘Bueno, listo. Muchas gracias por todo’. Me levanté, pedí mi celular y ‘chao que estén bien’. Él me dijo: ‘Yo estoy haciendo otros negocios, pero ya míos, por si te pueden interesar, tengo otros lotes y otras cosas’, y yo ‘Dale, muchas gracias’, me paré y me fui”.
El caso está siendo investigado por un equipo de la Fiscalía. En él ya declararon varios empresarios y otras personas que han tenido que ver con lo ocurrido. Han sido llamados desde febrero de este año al búnker, ubicado en el sector de Caribe. El supuesto negociado no se concretó y eso puede dificultar la acción de las autoridades. Sin embargo, hay indicios y otros testimonios que señalan que no se trataría de un caso aislado si no de un modus operandi recurrente.
Gutiérrez da nuevos datos
EL COLOMBIANO consultó con otros de los personajes implicados. El empresario Fernando Gutiérrez de Piñeres confirmó que sí se dio la reunión, que se hizo en efecto en el edificio Salamanca y que allí estaba Miguel Quintero. “En esa reunión estuvo Miguel Quintero. Claro que sí. Es el hermano del alcalde. Lo he visto tres veces, no tengo negocios con él”.
También confirmó que les quitaron los celulares. Lo cual, dijo, es normal en reuniones. Gutiérrez explicó que él llegó a la reunión no por el lote de Carabineros, del cual dice que no sabe ni siquiera si existe, sino porque le interesaba otro terreno de propiedad privada: “Tenía interés particular en un lote que el señor Miguel Quintero y otra persona que estaba ahí tenían en Caldas para un desarrollo inmobiliario”.
Sin embargo, sí admite que esa mañana se habló del lote de Carabineros, pero de manera general: “Se mencionó este otro negocio (el del lote de Carabineros) y yo hice unos comentarios, pero relacionados con el tema inmobiliario, la dificultad que hay para llevar tributariamente los lotes que tienen menores valores a los valores correctos”.
Concluyó que no puede “dar fe de que se estuviera vendiendo un lote” y fue enfático en tratar de deslindarse de alguna maniobra ilegal que involucre bienes del Estado: “Le quiero ratificar que no tengo ni he tenido nunca un solo negocio con el sector público”.
Por último, Gutiérrez reveló que el Sebastián que ofició como anfitrión es Sebastián Ortega, hijo de William Ortega, a quien dice que conoce por negocios inmobiliarios. Ortega es un político de Bello y excongresista que fue investigado por parapolítica.