Hace ocho meses, al lado de la casona de las hermanas Restrepo en San Antonio de Prado apareció una grieta que por no haber sido atendida a tiempo se ha vuelto en todo un dolor de cabeza no solo para ellas sino para muchos de los cerca de 130.000 habitantes de este corregimiento.
Desde febrero, en el sector Barichara – sobre la vía nueva que lleva a San Antonio de Prado– apareció el desperfecto de unos cuantos centímetros de profundidad, sin embargo hoy es toda una falla geológica de más de 20 centímetros de alto y casi 30 metros de largo.
Esta, en unos casos, obliga a los conductores de los vehículos de la zona a hacer peripecias para superarla y de hecho es una de las causantes de la gran congestión que se da en San Antonio de Prado; mientras que en otros casos ha causado daños a los vehículos y accidentes a los motorizados que por allí transitan.
No obstante, si esta sigue avanzando más comprometería no solo la conexión vial al casco urbano de San Antonio de Prado, sino también el acceso a municipios como Heliconia o Armenia Mantequilla.
La punta del problema
Berta Restrepo se ha dedicado en 2022 a avisar a cuanta entidad de la alcaldía ha podido sobre la magnitud del problema. Sin embargo, aparte de algunas visitas técnicas que terminan remitiendo el asunto a EPM, no ha pasado nada.
Pero el daño en el sector Barichara es tan solo la punta de un problema más grave que afecta a las casi 30.000 personas que habitan la zona, según los vecinos, y que comprende también el sector de Limonar.
Angela Cano es otra habitante del sector desde hace 17 años. Sin embargo, desde hace ocho comenzó a notar que el terreno frente a su casa que antes se había comportado de manera estable, fue cediendo poco a poco ante la fuerza de la quebrada La Jacinta. Desde esa fecha le vienen dando aviso a las administraciones de Medellín, pero hasta ahora la problemática sigue allí.
Hoy en día, menos de 20 metros separan la casa de Cano del constante deslizamiento que se sigue tragando la tierra por culpa de la quebrada a la que le han caído incontables toneladas de tierra y que hoy amenaza su casa.
“Hace dos meses fue la última emergencia grave. Hace 15 días se vino otro pedazo y hace ocho días, otro. Pero ya los bomberos no vienen. Yo llamo al 123 y ya saben que soy ‘la quejumbrosa’ que diario llama a alertarnos. Ya no nos paran bolas”, dijo.
A ella se unió la lideresa ambiental de la zona Nayiver Ordóñez quien indicó que al parecer en la zona hay aguas subterráneas que cuando llueve, se hace visible como caen de la tierra removida a La Jacinta. También indicó que, pese a la problemática, la comunidad ha hecho lo que ha podido con lo poco que puede a través de jornadas de limpieza. Sin embargo la problemática sigue y ante los recientes derrumbes ya ni pueden bajar al cauce de La Jacinta para limpiarla.
“Ante la magnitud del problema, el tema vial es lo de menos porque si a esto no le paran bolas rápido la quebrada puede represarse y acabar con todo del Limonar para abajo. Acá puede ocurrir una tragedia como la de Armero. Si en todo este tiempo hubieran hecho algo, la situación no estaría así”, indicó.
Y de hecho, ya está pasando pues la fuerza de La Jacinta durante las crecidas ya afectó dos puentes peatonales que conectan Barichara y El Limonar.