Desde la cima del cerro Pan de Azúcar la vista es envidiable: se divisa toda la ciudad, la de las miles de casas, avenidas y edificios si se mira al occidente, y la de los árboles y montañas si se gira al oriente. No hay placer mayor que trepar hasta el filo.
Y lograrlo ya es posible para cualquiera, no solo para jóvenes caminantes sino también para mayores de sesenta años, como Joaquín Cano, que ayer subió hasta la punta con dos amigas del barrio Las Golondrinas, donde vive.
“Me dijeron que iba a subir el alcalde (Aníbal Gaviria) y por eso vine, pero cuando iba en la mitad me aclararon que era mañana (hoy), pero ya estoy aquí y es maravilloso”, comentó mientras bebía agua de una botella.
A la cima se sube por uno de los senderos construidos como parte de las obras del Camino de la Vida, integrado al Jardín Circunvalar y el Cinturón Verde Metropolitano, y de los cuales el alcalde Gaviria entrega hoy tres importantes frentes de esta megaobra: el Ecoparque 13 de Noviembre, el Aula Ambiental Educamos y más de tres kilómetros del Camino de la Vida.
Hace unos años estas obras eran impensadas. La ciudad crecía desmesuradamente hacia el oriente y cada vez se hacía más insostenible el ambiente en las montañas, que eran densa y desordenadamente pobladas. El Cinturón Verde Metropolitano, que pretende contener ese poblamiento de las laderas, no solo está dando seguridad y sostenibilidad sino que está dignificando la vida.
La gerente de la Empresa de Desarrollo Urbano -EDU-, ente ejecutor del proyecto, Margarita María Ángel Bernal, especificó que los tres proyectos “hacen parte del Plan Maestro del cerro Pan de Azúcar y se suman a otras transformaciones que buscan mitigar el riesgo, conectar el territorio con calidad y generar más espacio público verde”.
En las ecohuertas
Las obras están ubicadas en los límites del Medellín urbano con el rural, logrando construir un nuevo tejido social entre viejos pobladores con otros llegados del Oriente y Urabá, con costumbres campesinas. Por eso se instalaron ecohuertas que proveen insumos para los mercados campesinos y para la subsistencia, cultivadas sin agroquímicos, netamente orgánicas.
“Con ellas nos ayudamos a la subsistencia, las trabajamos en comunidad y ya se están viendo los frutos”, resalta Elsa Urrego, a quien vimos ayer cargada de entusiasmo trabajando junto a otro viejo campesino procedente del corregimiento Cedeño (Yarumal), quien afirma que con la ecohuerta ha recuperado su relación con el campo.
“Hace 30 años llegué acá, pero no había vuelto a cultivar, esto me tiene feliz y vamos a esperar que nos dé buen resultado”, comentó este hombre, que prefirió que no publicáramos su nombre.
Dos tipos de vivienda se observan al trepar el camino hasta el Pan de Azúcar: al occidente las casas urbanas, unas pegadas a las otras con los mínimos espacios naturales, y las del lado oriente, cada una con jardín y huerta propia y con campesinos dedicados al cultivo. Hacia allí no podrán construirse más viviendas. Un Cai de la Policía vigila que no se den nuevos poblamientos.
Hacia la cima del Pan de Azúcar se rescató un camino indígena transitado por nativos hace más de 200 años. La construcción se hizo con piedras de la montaña y conservando el estilo aborigen. En su mantenimiento participan los residentes del sector, que sienten el máximo orgullo de haber transformado con sus manos sus entornos barriales.
“Yo trabajo como guardabosques, como suben hasta 400 personas los domingos me toca estar pendiente de que no hagan fogatas ni arrojen basuras”, detalla Anderson García, un joven de 20 años. Decenas de muchachos como él laboran en las obras. El reguetón y el rap acompañan sus jornadas y las canciones se expanden por las montañas.
“Estas obras han cambiado mucho la vida por acá, hay más cohesión porque las familias nos encontramos en los distintos espacios”, afirma Carmen Agudelo, que administra el Aula Educamos, donde los vecinos aprenden construcción sostenible y liderazgo.
Cancha, gimnasio al aire libre, el canal de la quebrada La Arenera (que antes inundaba las casas), juegos infantiles y obras de mitigación del riesgo, conforman el Ecoparque del 13 de Noviembre, que por el Camino de La Vida se enlaza con el de Las Tinajas y que junto con el de Villatina son los tres hasta ahora construidos.
Otro aporte ha sido a la convivencia, dicen los residentes .