*Por Federico Gutiérrez Zuluaga
Hay varias reflexiones que me hago como alcalde y seguramente la ciudadanía también.
¿A quién le interesa que no se combata con toda la vehemencia a la criminalidad como lo hemos hecho? ¿A quién le estorba el sometimiento? Al que no quiere acabar con su negocio millonario, al mafioso; a los corruptos que viven del soborno...
¿A quién le estamos estorbando?
Mi posición como alcalde siempre ha sido clara: duro con los criminales. Y desde que asumí he sido coherente en el discurso y las acciones. Soy consciente de que falta y mucho. Pero los resultados hoy son contundentes: 1.800 capturados, de ellos 75 cabecillas, incluidos los 15 más buscados, tanto de la Oficina como de otras estructuras.
Hice visible a los cabecillas, ordené su persecución y presenté capturas como las de alias “Julio Perdomo”, “Soto”, “Reblujo”, “Diego Chamizo”, “el Diablo”, “el Pecoso”, “Tombolín”...
Entonces, ¿por qué creerle a Perdomo, desmovilizado de las Auc, sindicado de concierto para delinquir agravado, tráfico de estupefacientes y desplazamiento forzado, y cabecilla de la Odín Caicedo, azote de Villahermosa, El Pinal y La Milagrosa? ¿Qué hay detrás de sus declaraciones?
El mensaje es el mismo: no me les voy a arrugar a las bandas.
Convoco a todos los alcaldes del país a que busquemos las herramientas para lograr el sometimiento de las estructuras criminales que tienen presencia en todas las ciudades colombianas.
A la ciudad le digo que no voy a parar y que hoy más que nunca siento la fuerza para seguir trabajando por Medellín.