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Desde hace varios meses las cifras de la pandemia son favorables en el país en comparación con lo vivido durante el último pico de contagios en junio. Durante ese mes, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Salud (INS), llegaron a reportarse más de 30.000 nuevos casos diarios de covid-19. Ahora, desde mediados de septiembre, esta cifra no ha superado los 1.800 por día. Además, la vacunación se mantiene con prioridad, lo que hace que muchos se pregunten si el uso del tapabocas es obligatorio en espacios abiertos.
La escena es repetida en cafés, restaurantes, centros comerciales, parques y hasta en los estadios de fútbol, donde miles no usan el tapabocas o se lo ponen debajo de la nariz, por eso llegó la hora de replantear esta medida de bioseguridad que nos ha acompañado por más de un año y medio.
La Asociación Nacional de Instituciones Financieras (Anif) recomendó al Gobierno, el pasado fin de semana, flexibilizar algunas de las medidas restrictivas: sugirió ampliar los aforos (que por ahora no superan el 75 % en ciudades como Bogotá y Medellín), además de eliminar el uso obligatorio de tapabocas al aire libre.
En lo que va de 2021, y bajo panoramas similares, distintos países alrededor del mundo han prescindido de la obligatoriedad de la mascarilla en espacios abiertos. Sin embargo, luego de algunas semanas, han revertido el permiso y recomiendan la medida.
Israel, Estados Unidos, España, y Reino Unido han sido algunos de los países que han tomado esta decisión (ver recuadros), sobre todo en razón de los buenos índices de vacunación y en favor de desescalar el contexto de pandemia, es decir, volver a la normalidad. “Se ha tratado además de países en los que la circulación del virus ha tendido a estar baja”, dice María Fernanda Gutiérrez, viróloga de la Pontificia Universidad Javeriana.
Israel fue el primero en flexibilizar (en abril) la medida en espacios abiertos, cuando tenía más del 50 % de su población vacunada (al 9 de octubre Colombia tenía un 52,8 % del total proyectado). No obstante a esto, dos meses después y ante el posterior aumento de contagios por la variante Delta, su gobierno recomendó restablecer el uso de la mascarilla en lugares abiertos y de forma obligatoria en espacios públicos cerrados.
“Tenemos evidencia empírica de que al final se vuelve al uso de la mascarilla. En los países en los que se ha dejado, aun con la recomendación de que sea solo en espacios abiertos, no ha funcionado”, señala Yessica Giraldo Castrillo, epidemióloga del CES.
Sobre la trasmisibilidad del Sars-Cov-2 se sabe que los aerosoles (partículas de saliva o líquido respiratorio, de un tamaño inferior a 100 micras, emitidas al hablar, respirar o cantar), representan un riesgo importante. “Sabemos que a través de objetos el riesgo puede minimizarse, pero la trasmisión aérea es mucho más compleja”, puntualiza Giraldo.
Desde siempre han estado allí: microorganismos como virus y bacterias conviviendo, ¡incluso en el aire!, con los seres humanos.
Ese es uno de los medios a través de los cuales puede infectarse y desarrollar alguna enfermedad. También son medios el agua, los alimentos, los animales. Sin embargo, los aerosoles del Sars-Cov-2 son relevantes por el contexto de pandemia, porque pueden permanecer suspendidos en el aire, con partículas infecciosas, desde segundos hasta horas, y viajar largas distancias (los más pequeños) infectando al ser inhalados.
Según estudios adelantados por investigadores como José-Luis Jiménez, docente del Departamento de Química de la Universidad de Colorado, Estados Unidos, los espacios al exterior son mucho más seguros que los de interior, lo que no significa que el aire libre sea 100 % confiable.
Así, hay situaciones de mayor y menor riesgo en espacios abiertos. Lo que recomienda Jiménez es tener presente la analogía del humo de cigarrillo. Cuando alguien fuma cerca de usted, usualmente queda un humo leve y denso en el aire que puede ver y oler, que no cae al suelo rápidamente y que luego se mezcla con las corrientes de aire. De manera similar se comportan los aerosoles.
Por eso Jiménez lo plantea como una clave. Al final imagine que la gente con la que se cruza o comparte el espacio está fumando, ¿olería mucho humo o no? En caso de que sí, puede haber mayor riesgo de contagio.
De esa manera, si va caminando por la calle solo, sin cruzarse de cerca con otros, el tapabocas no es indispensable, pero si se encuentra entre una multitud o departiendo de cerca con amigos, aunque estén al aire libre, es importante usarlo. Piense en el humo del cigarrillo.
Por otro lado, continúa el docente, si se trata (usted o quien lo rodea) de una persona con inmunodeficiencia o con mayor vulnerabilidad ante el virus (por edad o comorbilidades), el uso de la mascarilla es fundamental, tanto como barrera de entrada como de salida de aerosoles.
Ante este punto, Gutiérrez y Giraldo coinciden en que si bien con la combinación de otros factores como tener el esquema de vacunación completo y el mantener el distanciamiento físico, la medida del tapabocas podría ser más laxa al aire libre, el inconveniente está en que, “cuando se relaja el uso de la mascarilla en espacios abiertos, las personas se relajan en otros lugares, incluso los cerrados e incluso con otras medidas”, dice la epidemióloga Giraldo, a lo que añade Gutiérrez: “Lo que tiende a pasar es que salimos a la calle sin tapabocas y después nos subimos al metro o al bus sin volvérnoslo a poner. Eso es importante. Habría que tener mucho cuidado”.
De acuerdo con el Ministerio de Salud y Protección Social, a futuro se espera que, al igual que sucede con otros virus respiratorios (como la influenza), el Sars-Cov-2 comience a tener un comportamiento endémico de bajo impacto.
“Esto significa que las cifras de trasmisibilidad se consideran controlables: es baja la cantidad de casos, la mayoría de ellos leves, y para los que son graves el sistema de salud está en capacidad de responder y atenderlos”, explica Giraldo.
Esto ya ocurre en el país con otras enfermedades como el dengue, la malaria y la influenza que, añade Gutiérrez, en ocasiones se presentan como epidémicos (aumentando considerablemente el número de casos) en razón de factores como la época de lluvias y el favorecimiento de cadenas de trasmisión.
Con respecto a los criterios para determinar que el virus está teniendo un comportamiento de endemicidad de bajo impacto, MinSalud a través de su director de Epidemiología, Julián Fernández, afirmó en un comunicado oficial que “el gran desafío que tenemos es discutir qué es un nivel aceptable. La aparición de nuevas variantes hace que, incluso con altas coberturas de vacunación, pensar en un cero covid es técnicamente (si no imposible) muy difícil al menos a corto y mediano plazo”.
En este mismo sentido, Giraldo agrega que es importante tener presente que la endemicidad no es un estado al que se llegue de manera aislada, por países o departamentos, “de hecho la OMS reiteró que para pasar a fase endémica en marzo del año entrante, sería necesario lograr que al menos un 40 % de la población mundial esté vacunada. Debe ser un esfuerzo global”.
Por su parte, la viróloga Gutiérrez defiende que en el contexto actual, la propuesta de dejar el tapabocas en lugares abiertos no responde a una medida de salud pública, “no es preventiva, en ese sentido es probable que el Gobierno esté interesado en que lo sigamos usando. Sería más acertado considerar la decisión cuando el virus esté establecido como endémico. Por ahora no es así, de hecho, no estamos seguros de si vamos a tener o no un cuarto pico”